Categoría: Literatura hispanoamericana

Julio Flórez

Retrato de joven, de Andrés de Santamaría

De acuerdo con Gabriela Mistral, “no ha habido en la América un poeta de mayor inspiración, ni un romántico más aristocrático que Julio Flórez” (Colombia, 1867-1923). Su poesía, pasional y truculenta, en torno al amor y la muerte, gozó de una gran popularidad en su tiempo.

¡OH POETAS!

Nosotros los cansados de la vida,
los pálidos, los tristes,
los que vamos sin rumbo en el mar hondo
de la duda, entre escollos y entre sirtes;

nosotros los ceñudos
náufragos, soñadores de imposibles;
los que damos en cláusulas candentes
el corazón, aunque sangriento, virgen;

nosotros los cobardes
de esta contienda mundanal y horrible,
porque sentimos el dolor ajeno,
porque gemimos, ¡ay! por los que gimen;

nosotros los que vamos
sin saber nuestro fin ni nuestro origen,
con los ojos clavados en la eterna
sombra, en busca de un astro que nos guíe;

ya que no nos es dable
ver la virtud preponderante y libre;
pero sí el llanto y la miseria abajo,
y en la eminencia el deshonor y el crimen;

ya que el siglo expirante
rueda a la noche lóbrega y sin límites
de la insondable eternidad cual monstruo
mudo y brutal como la esfinge;

llevando en su carrera
la fe del corazón y las terribles
garras ensangrentadas,
como las garras con que apresa el buitre;

ya que el talento es sombra
y luz el oro, con el cual consiguen
los perversos las honras, las conciencias
y hasta el azul donde el Señor sonríe;

ya que la humanidad,
doliente, enferma, aunque solloce y vibre
como el mar en su lecho tenebroso,
del cielo ni una lágrima recibe;

ya que la fuerza bruta
no pone ciega a sus desmanes dique,
y con fiereza y saña
echa el dogal y la garganta oprime,

dejemos las endechas
empalagosas, vana y sutiles:
No más flores, ni pájaros, ni estrellas…
es necesario que la estrofa grite.


Xavier Echarri

Perú lindo, de Miguel Lescano

Xavier Echarri (1966) irrumpe en el escenario de la poesía peruana a principios de los noventa con un lenguaje neobarroco, expresión de “quebradas experiencias”. El cuidado formal y las continuas referencias librescas son otras de las señas de identidad de su obra poética.

EPÍSTOLA A LOS PEZONES

(ARTE POÉTICA)

Cuando la poesía deja de partir de la experiencia
y se ciega de libros
se hace retórica, Anapesto,
pero la experiencia se resiste en poema a los indoctos.

Por eso lee, Anapesto, pero
no demasiado;
has de escuchar también a los rapsodas,
los melómanos ciegos, las comadres:
Todos los mensajeros han traído noticias, y disputan
entre sí por anunciarlas

Las quebradas experiencias y otros poemas, 1993.


Francisco Hernández

Fragmentos en rojo, de Ricardo Mazal

La poesía de Francisco Hernández (México, 1946) asombra por la multiplicidad de registros, así como por la insólita capacidad de hacer suyos los moldes poéticos más variopintos. Es además un maestro de la écfrasis.

RADIOGRAFÍA

este poema huele a esperma
a sudor de negra
a pantalón traído de la tintorería:
al amanecer
sabe a vodka con hielo
a camarón gigante
o simplemente a madres.
es más ligero que el sexo de una hormiga
pero no se puede amplificar
ni humedecer
dada su calidad de combustible

Portarretratos, 1976.


José Manuel Arango

Mujer vestida de negro en un interior, de Juan Cárdenas

La poesía de José Manuel Arango (Colombia, 1937-2002) huye del sentimentalismo, los excesos ornamentales, la ingeniosidad… Su lenguaje poético, austero, desnudo, es un instrumento para interrogar la extrañeza radical del mundo.

ESCRITURA

Marcar una moneda
con la uña,
hacerle con la uña una raya
y echarla a rodar por la ciudad

Tal vez la ciudad te la devuelva
y quizá traiga dos rasguños,
uno al lado del otro,
hermanos.

Agradecido la recibirías
en tu palma–

Poemas reunidos, 1997.


Emilio Teno

Elección, de Diego Dayer

La poesía de Emilio Teno (Argentina, 1978) se caracteriza por el compromiso con su tiempo histórico, el lenguaje coloquial y el equilibrio entre intimidad e historia.

ARTE POÉTICA

Trabajar con este puñado de desdichas
es a menudo un duro oficio sepulcral.
Uno se pone serio de pronto y se acuerda:

de la última bomba caída sobre Bagdad
(esa ciudad soñada por poetas y por ladrones),
del Brasil, con su ejército de campesinos mendigos,
(allí quise una vez vivir bajo el cielo, con un pez y
una mujer hermosa),
de mi Argentina, manojo de nostalgias violadas, robadas,
(loca tierrita mía, que te dolés como una yegua agonizante),
de África, con sus pechos resecos por la muerte y
sus grandes ojos blancos de niño que pregunta.

Urdir palabras con este horror a cuestas
no es fácil. Pero tampoco es fácil:
levantar una pared con este horror a cuestas
arreglar un zapato con este horror a cuestas
enseñar a sumar con este horror a cuestas

quiero decir palabras nacidas del horror
paredes levantadas sobre el horror
zapatos que pisan las huellas del horror
las sumas cotidianas del horror
son oficios salvajes.

Por suerte, también está la aurora
el sabor del pan
la primavera
la revolución
y vos.

El tiempo que nos toca, 2004.