
La poesía de José María Eguren (Perú, 1874-1942) huye del preciosismo y la declamación. Su sobrio simbolismo imprime mayor hondura y sutileza a la expresión, como medio eficaz de incursionar en los mundos del sueño y del misterio.
LIED IX
En el brocal de la antigua fuente,
derruido; pintoresco,
escuchas, en la tarde,
el poema del dulce recuerdo.
Con un campesino viento flébil
como la canción de ardientes lágrimas,
caen en la fuente mortecina
tus flores disecadas.
Y las palabras gimen,
de la tarde al toque melodiosas;
la linfa retrata las, de un día,
bellas, amantes sombras.
Te arrulla la fuente conmovida,
y amor de alegres años
con sus adorables melopeas,
ronda tu sueño lánguido.
Y de ayer un canto hay en la tarde,
en las llorosas ramas,
en la verde linfa, en tus cabellos,
y un canto de Dios en tu mirada.
Así, en brocal de la antigua fuente,
derruido, pintoresco,
escuchas, en la tarde,
el poema del dulce recuerdo.
En «Sombra», Poesías: Simbólicas, La canción de las figuras, Sombra, Rondinelas, 1911.



