El festín, de Samuel Feijóo

En la poesía de Samuel Feijóo (1914-1992), poeta vinculado al grupo Orígenes, adquiere gran protagonismo el paisaje cubano, la atmósfera peculiar de sus campos; también, las inquietudes metafísicas o religiosas.

SI MI VOZ…

Si mi voz no es una llama muy alta,
erguida a lamer el viento final, junto a las estrellas, más allá…
no hallaré su música.
Se perderá como el rumor de una ola, lejana del viento en los oídos.
Tengo que poner mi nombre donde alumbre, ¿y cómo?
Tengo que ocultarme detrás de un árbol.
Tengo que ser y saberlo.
Por mis ojos ve la vida algo más que naranjos,
algo más que la tierra nocturna.

Camarada celeste, 1940.

CÁNTICO

No es por los geranios de la muerte
donde me habito. Subo a besar
los ojos castos de un árbol,
los labios del rocío desordenado.
En la espalda de las piedras siembro azaleas
y las hiedras del sol que no se sostienen en mi hálito.
Y canto con la voz que va a ser vuelo.

Sé que vivo
por el eco que llega
de la historia de amor que lancé al viento
con labios mudos.
(Hacer un poema como una ciudad encantada
que adentro guarde mi sepulcro.)

Coloquio, 1945.

A MI OFICIO

A mi escribir cantando me refiero
laborioso y tranquilo: me entretiene
las impedidas horas y sostiene
un hálito de honor donde me esmero

por ser fiel, por ser hombre verdadero,
velado de la luz que le mantiene
el tiempo en su flor real, donde no viene
sino rumor de signo valedero.

…Ah, quedará mi torre, mi silueta,
del arte lento y solo –de alma suma,
donde la mano se aproxima y reta

con inhábil dibujo de su espuma
la furia de la mar, terco poeta–
disuelta entre la ruina de la pluma.

Violas, 1956.