Categoría: Literatura hispanoamericana

Blanca Varela

Machu Picchu, de Tilsa Tsuchiya

Blanca Varela (Perú, 1926-2009) cultivó una poesía reflexiva y desencantada, bajo la influencia del surrealismo y del pensamiento existencialista. La palabra poética se convierte en sus versos en una forma de descubrir, conocer y revelar la realidad individual y colectiva.

UN POEMA…

Un poema
como una gran batalla
me arroja en esta arena
sin más enemigo que yo

yo
y el gran aire de las palabras

«Ejercicios», I. En Valses y otras falsas confesiones, 1972.


Juana Inés de la Cruz

Los desposorios de José y Asenet, de Cristóbal de Villalpando

Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695), máxima figura del Barroco hispánico en América, dominó tanto la sutileza conceptista, como la brillantez culterana.

ESTOS VERSOS, LECTOR MÍO…

Prólogo al lector, de la misma Autora, que lo hizo y envió con la prisa de los traslados, obedeciendo al superior mandato de su singular patrona, la Excelentísima Señora Condesa de Paredes, por si viesen la luz pública: a que tenía tan negados Sor Juana sus versos, como lo estaba ella a su custodia, pues en su poder apenas se halló borrador alguno.

Estos versos, lector mío,
que a tu deleite consagro,
y sólo tienen de buenos
conocer yo que son malos,

ni disputártelos quiero,
ni quiero recomendarlos,
porque eso fuera querer
hacer de ellos mucho caso.

No agradecido te busco:
pues no debes, bien mirado,
estimar lo que yo nunca
juzgué que fuera a tus manos.

En tu libertad te pongo,
si quisieres censurarlos;
pues de que, al cabo, te estás
en ella, estoy muy al cabo.

No hay cosa más libre que
el entendimiento humano;
¿pues lo que Dios no violenta,
por qué yo he de violentarlo?

Di cuanto quisieres de ellos,
que, cuanto más inhumano
me los mordieres, entonces
me quedas más obligado,

pues le debes a mi musa
el más sazonado plato
(que es el murmurar), según
un adagio cortesano.

Y siempre te sirvo, pues,
o te agrado, o no te agrado:
si te agrado, te diviertes;
murmuras, si no te cuadro.

Bien pudiera yo decirte
por disculpa, que no ha dado
lugar para corregirlos
la prisa de los traslados;

que van de diversas letras,
y que algunos, de muchachos,
matan de suerte el sentido
que es cadáver el vocablo;

y que, cuando los he hecho,
ha sido en el corto espacio
que ferian al ocio las
precisiones de mi estado;

que tengo poca salud
y continuos embarazos,
tales, que aun diciendo esto,
llevo la pluma trotando.

Pero todo eso no sirve,
pues pensarás que me jacto
de que quizá fueran buenos
a haberlos hecho despacio;

y no quiero que tal creas,
sino sólo que es el darlos
a la luz, tan sólo por
obedecer un mandato.

Esto es, si gustas creerlo,
que sobre eso no me mato,
pues al cabo harás lo que
se te pusiere en los cascos.

Y a Dios, que esto no es más de
darte la muestra del paño:
si no te agrada la pieza,
no desenvuelvas el fardo.

Poemas de la única poetisa americana, musa décima, Soror Juana Inés de la Cruz, 1682.


Rafael Obligado

A la feria, de Jorge Bermúdez

El ámbito natural de los poemas del argentino Rafael Obligado (1851-1920) es la Pampa: su paisaje, sus héroes, sus leyendas. Bajo la influencia de la poesía francesa del XIX, expresó en sus versos su fervor nacionalista, su amor al hogar, la familia y el terruño. La primera edición de sus Poesías es de 1885.

LAS MUSAS

Vivaz, armonïosa,
Risueña y sonrosada,
El trágico coturno
Crujiéndole en las plantas,
Volcado el traje en opulentos pliegues,
La musa excelsa de los griegos pasa.

Batiendo entre las nieblas
Del Rin la veste blanca,
Tendidas al castillo
Las silenciosas alas,
Desciende, envuelta en claridad de luna,
La pensativa inspiración germánica.

Musa de los cantares,
Noctívaga inflamada,
Las cálidas mejillas
Como abiertas granadas,
La dulce Sulamita, olor de rosas
Por los viñedos de Engadí derrama.

Uniendo al alma antigua
Celeste voz cristiana,
Ya cante, en verbo de oro,
De amores o batallas,
Honra sus lares, mas trasciende mares,
La musa egregia de la madre España.

Ágil, robusta, llena
De esplendores el alma,
Cruzando aquí los llanos,
Trepando allá montañas,
–¡Ah ideal, nos grita, a las alturas!
La adolescente musa americana.

1890.


Jorge Teillier

Niños con manicero, de Reinaldo Villaseñor

Jorge Teillier (1935-1996) es uno de los representantes de la poesía lárica chilena, centrada en la provincia, la infancia y el respeto por las tradiciones.

EL POETA DE ESTE MUNDO

A René-Guy Cadou (1920-1951)

Poeta de nombre claro como un guijarro en medio de la corriente,
reunías palabras que eran pedernales
de donde nace un fuego que no es olvidado.
René-Guy Cadou, amigo del tonelero, el cartero, el aduanero
[y el contrabandista,
vivías en una aldea de seiscientos habitantes.
Allí eras profesor rural,
el peso del olor del jardín vecino sofocaba la sala de clases
como a la sala de clases donde tu padre había sido maestro.
Te gustaba hablar con la gente de cara parecida a ollas de greda,
caminar descalzo,
ver jugar a las cartas en la taberna.
En la noche a la luz de un fuego de espino
abrías un libro mientras Helena cosía
(”Helena como una gota de rocío en tu vaso”).
Tenías un poeta preferido para cada estación:
en otoño era Verlaine, la primavera te traía todas las rosas de Ronsard,
el invierno llegaba con el chirriar del carruaje del Grand Meaulnes
y la estación violenta
el ruido de espadas entrechocándose en una posada de Alejandro Dumas.
Tú nunca estabas solo,
te iluminaba el recuerdo de tu padre volviendo de caza en el invierno.
Y mientras tus amigos iban al Café,
a la Brasseire Lipp o al Deux Magots,
tú subías a tu cuarto
y te enfrentabas al Rostro radiante.

En la proa de tu barco
te asomabas a ver los caminos de tu país de hadas y pantanos,
caminos trazados como las líneas de un cuaderno de copia.
Tus palabras llegaban
como pájaros que saben que siempre hay una ventana abierta
al fin del mundo.
Y los poemas se encendían como girasoles
nacidos de tu corazón profundo y secreto,
rescatados de la nostalgia,
la única realidad.

Tú sabías que la poesía debe ser usual como el cielo que nos desborda,
que no significa nada sino permite a los hombres acercarse y conocerse.
La poesía debe ser una moneda cotidiana
y debe estar sobre todas las mesas
como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo.
Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán
[frente a los árboles,
que la poesía no se pregona en las plazas ni se va a vender
[a los mercados a la moda,
que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas,
ni el pobre humor de los quieren llamar la atención
con bromas de payasos pretenciosos
y que de nada sirven
los grandes discursos tartamudos de los que no tienen nada que decir.
La poesía es un respirar en paz
para que los demás respiren,
un poema
es un pan fresco,
un cesto de mimbre.
Un poema
debe ser leído por amigos desconocidos
en trenes que siempre se atrasan,
o bajo los castaños de las plazas aldeanas.

Pocos saben aquí lo que es un poema,
pocos han puesto su cara al viento en medio de un trigal;
pocos saben lo que es un poeta
y cómo debe morir un poeta.
Tú moriste en un cuarto en donde se congregaba toda la primavera
mirando un cesto con manzanas.
“He visto morir a un príncipe”
dijo uno de tus amigos.

Y este Primero de Noviembre
cuando me rodean los muertos que siempre están conmigo
y pienso en tu serena y ruda fe
que se puede comprender
como a una pequeña iglesia azul de pueblo
donde hay un párroco que no pide sino compartir su pan.
Tú hablabas con tu Dios
como al pobre hijo de un carpintero,
pues sabías que también se crucifica todos los días a un poeta
(Jesús tenía treinta y tres años,
Jean Arthur también era Cristo
crucificado a los treinta y siete).
Pero a ti no te importaba que te escupieran la cara o te olvidaran
porque como tú lo decías, nadie puede impedir a un pájaro
que cante en la más alta cima,
y el poeta derribado
es sólo el árbol rojo que señala el comienzo del bosque.

Muertes y maravillas, 1961.


Dulce María Loynaz

Mujer, de René Portocarrero

La obra poética de la cubana Dulce María Loynaz (1902-1997), una de las aportaciones fundamentales al intimismo posmodernista en Hispanoamérica,  se caracteriza por la unión de lo sensorial y lo metafísico, el erotismo y la espiritualidad.

EN MIS VERSOS SOY LIBRE

En mi verso soy libre: él es mi mar.
Mi mar ancho y desnudo de horizontes…
En mis versos yo ando sobre el mar,
camino sobre olas desdobladas
de otras olas y de otras olas… Ando
en mi verso: respiro, vivo, crezco
en mi verso, y en él tienen mis pies
camino y mi camino rumbo y mis
manos qué sujetar y mi esperanza
qué esperar y mi vida su sentido.
Yo soy libre en mi verso y él es libre
como yo. Nos amamos. Nos tenemos.
Fuera de él soy pequeña y me arrodillo
ante la obra de mis manos, la
tierna arcilla amasada entre mis dedos…
Dentro de él, me levanto y soy yo misma.

Versos, 1938.