Categoría: Literaturas en lenguas extranjeras

Thomas Wyatt

Retrato de Ana Bolena, anónimo

El poeta y diplomático inglés Thomas Wyatt (1503-1542), tras su primer viaje a Italia, en 1527, se convierte al petrarquismo. Desde entonces, se esforzará por adaptar los motivos y las formas métricas de la poesía italiana a la lengua inglesa.

SOBRE PALABRAS ENGAÑOSAS

Dondequiera que un hombre las buscase
siempre hermosas palabras hallaría;
tan asequibles son que nada valen,
pues viento solamente es su sustancia.
Eso sí: voces bellas y juiciosas…
armonía tan dulce ¿cuándo es vista?

Epigramas. Traducción de Paco García.


André Chénier

La vendedora de amorcillos, de Joseph-Marie Vien

El poeta neoclásico francés André Chénier (1762-1794), una de las víctimas del Reinado del Terror en la Revolución Francesa, tomó como modelos a los poetas griegos. Su poesía es bucólica y sentimental.

INVOCACIÓN A LA POESÍA

¡Ninfa tierna y bermeja, oh joven Poesía!
¿Qué bosque en este día elige tu retiro?
¿Qué flores, tras la onda en que se van tus pasos,
bajo pies delicados, se inclinan suavemente?
¿Dónde te buscaremos? Mira la estación nueva:
sobre su blanco rostro, ¡qué purpúreo destello!
Cantó la golondrina; Céfiro está de vuelta:
regresa con sus bailes; amor renacer hace.
Sombra, praderas, flores son sus gratos parientes,
y Júpiter se goza contemplando a su hija,
esta tierra en que dulces versos, apresurados,
brotan, por todas partes, de tus dedos graciosos.
En el río que baja por los húmedos valles
para ti ruedan versos dulces, sonoros, líquidos.
Versos, que en masa se abren por el sol descubiertos,
son las fecundas flores de cáliz encarnado.
Y montes, en torrentes que blanquean sus cimas,
lanzan versos brillantes al fondo del abismo.

Bucólicas, 1785-1787. Traducción de Paco García.


Luís Vaz de Camões

La gran aportación de la literatura portuguesa a la épica culta del Renacimiento es Os Lusíadas, de Luís Vaz de Camões (h. 1524-1580), de quien también se conservan sonetos y canciones de estilo petrarquista.

YO CANTARÉ DE AMOR TAN DULCEMENTE…

Yo cantaré de amor tan dulcemente,
con términos en sí tan concertados
que dos mil síntomas de amor padezca
el insensible pecho que no siente.

Conseguiré que amor conmueva a todos,
pintando mil secretos delicados,
lastimeros suspiros, blandas iras,
temerosa osadía y pena ausente.

También, Señora, del desprecio honesto
de vuestro mirar dulce y riguroso
me contenta decir la menor parte.

Pero, si he de cantar de vuestro rostro
la hermosura elevada, milagrosa,
aquí falta saber, ingenio y arte.

Rimas, 1595. Traducción de Paco García.


Eugène Guillevic

Flores, de Paul Aizpiri

Para el francés Eugène Guillevic (1907-1997), el poeta es “aquel que tiene el poder de hacer con la lengua de su país ciertas combinaciones de las que los otros hombres tienen necesidad, para reconocerse, para reconocer el mundo, para vivir”. Su poesía es concisa y sugestiva.

QUISIERAS…

Quisieras
avanzar en tu poema
como un arroyo

sinuoso, apresurado

y tiemblas por volverte
como un estanque

donde quizá, estático,
no te reconocieras.

Arte poética, 1989. Traducción de Maliyel Beverido.


Lucrecio

Animales marinos, mosaico romano

De la naturaleza de las cosas es el único ejemplo de épica científica que nos ha llegado de la Antigüedad: expone la doctrina física del epicureísmo. Su autor, Tito Lucrecio (h. 99 a. C. – h. 55 a. C.), adaptó el metro latino a la divulgación científica, componiendo “versos claros sobre una cosa oscura”.

ESCUCHA LAS VERDADES QUE ME FALTA…

Escucha las verdades que me falta
hacerte conocer por modo claro.
Bien conozco que son bastante oscuras;
pero mi corazón ha sacudido
con fuerte tirso la esperanza grande
de gloria, y juntamente ha derramado
suave amor de las musas en mi pecho;
del que agitado con briosa mente
recorro los lugares apartados,
de las Piérides antes nunca hollados:
agrádame acercarme a fuentes puras,
y agotarlas bebiendo, y nuevas flores
agrádame coger para guirnalda
insigne con que ciña mi cabeza
de un modo que las musas a ninguno
hayan antes las sienes adornado:
primero, porque enseño grandes cosas,
de la superstición rompo los lazos
anudados que el ánimo oprimían
después, porque compongo versos claros
sobre una cosa oscura, realzando
con poética gracia mis escritos.
De la razón en esto no me aparto:
así, cuando los médicos intentan
hacer beber a un niño amargo ajenjo,
los bordes de la copa untan primero
con el licor de miel dulce y dorado,
para que, seduciendo y engañando
la impróvida niñez, hasta los labios
el amargo brebaje apure en tanto
y engañado no muera, sino que antes
convaleciendo así se restablezca;
del mismo modo, porque las más veces
parece trato yo de asuntos tristes
para aquellos que no han jamás pensado,
y que al vulgo disgustan de los hombres,
con el suave canto de las musas
quise explicarte mi sistema todo
y enmelarte con música pieria,
por si acaso pudiera de este modo
tenerte seducido con mis versos,
hasta que entera y fiel Naturaleza
sin velo ante tus ojos se presente.

De la naturaleza de las cosas, I, fragmento. Traducción de José Marchena.