En las poesías del militar español, nacido en Venezuela, Antonio Ros de Olano (1808-1886), convive el prosaísmo realista y sentimental, aprendido de Campoamor, con ciertos desbordamientos románticos esproncedianos. Lo truculento y lo grotesco son ingredientes de algunos de sus mejores versos.
SUEÑO
No vuelvas a la líquida morada
virgen del lago que a los aires subes…
Sigue sobre la niebla reclinada:
nunca te arropen las flotantes nubes…
LA VISIÓN
Mi viaje es a la nada.
EL POETA
Como el halcón tras de la garza huida,
por los espacios seguiré tu vuelo;
alas de amor impulsan mi subida;
si al cielo vas, te prenderé en el cielo…
LA VISIÓN
Es la mayor caída.
EL POETA
Sepa quién eres, virgen de halagüeños
ojos, que antes me veló el rocío;
leve cendal revela tus pequeños
redondos pechos, al intento mío…
LA VISIÓN
El hada de los sueños.
EL POETA
¡Ah! yo te miro en la extensión lejana,
muy más hermosa cuanto más desnuda…–
¿Huyendo vas la sensación humana? –
¿Teme tal vez tu corazón la duda?…
LA VISIÓN
El tedio de mañana.
Yo soy la garza que el halcón sujeta,
viendo los horizontes más lejanos:
cuando me alcance tu ambición inquieta,
¡acuérdate! se quebrará en tus manos
la lira del poeta.
«La pajarera», en Poesías, 1886.