Para Rafael Cadenas (1930), uno de los más importantes poetas venezolanos de la generación del 60, la poesía es una revisión profunda y descarnada del yo, a la vez que un contrapeso del poder y la sociedad.

ESCRIBO…

Escribo
como el que se inclina sobre el cuerpo que ama.

«Fragmentos», en Una isla, 1958.

ARS POÉTICA

Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo
[que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras. Me
[poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura,
[restriégame la estafa.
Te lo agradeceré, en serio. Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.

Intemperie, 1977.

AL LECTOR

Los que hacen las reglas
no quieren que hablemos
nosotros
sino
las palabras.
Desean
hacernos desaparecer
de la página;
pero no nos resignamos.
Somos viejos actores.

Gestiones, 1992.

OCURRE QUE DESPUÉS DEL LABORIOSO FORCEJEAR…

Ocurre que después del laborioso forcejear
el poema
está donde menos se esperaba,
donde nadie lo buscó,
donde no se ve,
en el rincón más apagado.

Vino a dar ahí
burlando al que escribía, al lector, a la página.
Se deslizó hasta ese lugar
donde de pronto es descubierto.
Aquí,
dice una voz queda.
Oculto
como un niño
en un cuarto
donde se guardan viejos muebles.

Gestiones, 1992.

HOY LOS POETAS…

Hoy los poetas
sólo pueden ser
irónicos.
Subafirmaciones,
contrastes,
paradojas
los delatan.

Eran diferentes
los antiguos.
Tenían de su parte
un dios
o una diosa
cuando no perdían su favor
siempre incierto.
Repetían:
aere perennius.
¡Cuánto orgullo!

Nada
previeron.
Ahora
se encuentran con la orden
de tierra arrasada
(que se cumple
puntualmente),
el viejo recomenzar
y una hoja
en blanco.

Gestiones, 1992.

LAS PACES

Lleguemos a un acuerdo, poema.
Ya no te forzaré a decir lo que no quieres
ni tú te resistirás tanto a lo que deseo.
Hemos forcejeado mucho.
¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen
cuando sabes cosas que no sospecho?
Líbrate ya de mí.
Huye sin mirar atrás.
Sálvate antes de que sea tarde.
Pues siempre me rebasas,
sabes decir lo que te impulsa
y yo no,
porque eres más que tú mismo
y yo sólo soy el que trata de reconocerse en ti.
Tengo la extensión de mi deseo
y tú no tienes ninguno,
sólo avanzas hacia donde te diriges
sin mirar la mano que mueves
y te cree suyo cuando te siente brotar de ella
como una sustancia
que se erige.
Imponle tu curso al que escribe, él
sólo sabe ocultarse,
cubrir la novedad,
empobrecerse.
Lo que muestra es una reiteración
cansada.
Poema,
apártame de ti.

Sobre abierto, 2012.