El poeta griego Calímaco (h. 310 a. C. – h. 235 a. C.) es uno de los más importantes epigramistas del período helénico. Buscó la composición breve y exquisita en la forma, así como la experimentación lingüística y métrica.
¡QUÉ BUENO, EL REMEDIO DE AMORES QUE HALLÓ POLIFEMO!…
¡Qué bueno, el remedio de amores que halló Polifemo!
No, no, por la Tierra, no era necio el cíclope.
Cicatrizan las Musas, Filipo, la llaga amorosa;
la poesía es droga que todo lo cura.
Esta ventaja también, creo yo, tiene el hambre,
que erradica el mal de la pederastia.
Y así me es posible, sanado, decir al maligno
Eros: “Puedes, niño, cortarte las alitas.
Me importan un bledo tus tretas, pues tengo en mi casa
dos medicinas contra tus heridas crueles”.
Traducción de Manuel Fernández-Galiano.