José Antonio Muñoz Rojas (Antequera, 1909-2009) concibe la poesía como confesión y como comunicación de lo contemplado. Ha cultivado con igual maestría el poema en prosa, el soneto barroco, el endecasílabo blanco y el verso libre. La reflexión metafísica y la celebracíon del amor y del mundo rural son sus grandes temas.
TU OFICIO, POETA…
Para que algo quede de este latir,
para que, si alguien quiere mirarse, pueda;
para calmar quizá alguna sed, y que alguien diga
«a mí me pasó algo semejante».
Los poetas estamos para eso:
para ofrecerles tránsito a los demás,
para que se encaramen sobre nuestros latidos, y que divisen
un poco más allá, en medio
de tanta oscuridad como nos circunda.
A veces nada tiene sentido, ni siquiera
que me des la mano o ese
limón redondo tan bello en la vereda.
A veces lo que tiene sentido no tiene sangre,
ese poco de sangre por la cual se muere.
Todo es ganas de morir de otra manera,
ganas de imitar a los ríos y que la tierra vea
que hay otras aguas y otras penas, y los cielos
contemplen misericordiosamente
nuestras peregrinaciones.
Tu oficio, poeta, es contemplar,
que todo se te escriba dentro; luego,
quizá leer allí mismo, quizá decir a los otros
lo que allí mismo, escrito, tú lees.
Oscuridad adentro, 1950-80.
ME DICEN QUE OS DIGA…
Soy un poeta que tiene
la voz temblorosa, y no sabe
qué clase de luz se le viene a las manos,
y cómo disponerla, y decirles
a los demás la clase de luz
que se le viene de pronto, sin saberlo, a las manos.
No sabría deciros, si alguien
no estuviera por dentro diciendo:
“Di ahora: La luz tenía esta forma,
y una vez comenzado sigue siempre”.
No sé muy bien qué luz sea esta;
no sabría deciros de la voz.
Soy un poeta a quien se le dice.
Escucho. Os hablo. Acaso me entendáis.
De esto que digo apenas sé la forma.
Siento una resonancia, pego el oído.
Se viene la palabra como un agua.
“Diles esto. No digas otra cosa”.
No es triste ni alegre. No es triste
ni alegre un poco de ceniza.
Es un poco de ceniza. Si lo vemos,
decimos: Es sólo un poco de ceniza.
Claro que no digo lo que tengo pensado,
porque tampoco lo sé muy bien. Me dicen
que os diga. Nunca dicen:
“Diles algo que entiendan”. Simplemente:
“Diles”, y a veces solamente
es como un poco de ceniza.
Como una chispa de luz que la ceniza
llena olvidada, y otras veces
es un derramarse de algo como la tristeza
o la alegría.
No me hagáis responsable.
Más vale que paséis sin parar.
Uno es un poeta que ve de pronto una rendija
abierta a una luz indudable.
Oscuridad adentro, 1950-80.
ESTA MAÑANA AMANECÍ CON UN POEMA…
Esta mañana amanecí con un poema
en la cabeza. O dónde estaba que a poco
de levantarme estaba en el papel.
Y me dio alegría encontrármelo
así, como quien no quiere la cosa,
la misma alegría que a veces
me ha pasado, que es andar la tierra
en las Chozas (de eso hace tiempo)
y encontrarme una piedra rara y
darle un puntapié y resultar que era
un hacha prehistórica, del paleolítico creo
(sucedía con frecuencia en aquella tierra).
No es que el poema tuviera el valor
de un hacha prehistórica, pero encontrarse
un poema una mañana cualquiera,
que estaba alli, en la tierra, en el alma,
y que al darle un punta con qué pie
saliera… Estaba esperando
lo mismo que un hacha prehistórica:
el puntapié.
Entre otros olvidos, 2001.