Los poemas y los collages del chileno Ludwig Zeller (1927) son una muestra más de la larga y fértil supervivencia del surrealismo en las letras y en las artes plásticas de América Latina. Su obra supone una revalorización del sueño como fuente de conocimiento.
DOBLADO EN DOS SOBRE LA MESA ESCUCHO
Doblado en dos sobre la mesa escucho, cómo suben
Y bajan las poleas. Tantos años perdidos sobre ese polvo
Seco que ensordece. A veces en la noche me pregunto
A mí mismo por los muros salobres y empiezo a sollozar.
¿Para qué tanta angustia, tanta estrella girando
Hecha una brasa en los cielos de ayer? Me recuesto
En la plancha, dura como un madero de difunto.
¡No hay respuestas! Si pudiera tan solo hacer al fin un nudo
Con palabras capaces de dar cauce al alarido, ese recuerdo
De los seres ciegos, que no logro olvidar.
Pero ahora por fin, siento extendido el cuerpo
En un río de marfil tibio que sonríe, ondula y se pregunta
Por las líneas del techo, los clavos y el porqué.
Jamás mi mesa
Ya será una mesa, ahora entiendo, bajo la tersa piel
Fluye la sangre. ¿Escuchas? Recorrer estos límites
Es encontrar a Dios, llegar hasta ese borde del desierto
Que encabrita a los vientos. Ha empezado a llover.
Imágenes en el ojo llameante, 1999.
«LA COLA ES AL COLLAGE…»
Al poeta Juan Jorge Bautista
Ya he recortado todos los papeles. He llegado
A ese borde de los años cuando se mira atrás en el fracaso.
Todo está derramado por los suelos, cuchillos y colores y papeles,
Esperando que vuelva con mi nudo de fiebre en las orejas
Y peque para siempre una pata de pájaro a la luna,
Un sol al ojo, un verde al amarillo.
Cae el polvo. Escarbando, escarbando encuentro a las beatíficas
Señoras, sombreros y botines, ropa interior de cuero.
¡Qué carajos!
Todas apolilladas en las tumbas,
Semillas de otro sol, el grabador les dio cien años
Más y puedo verlas recorrer esas páginas
Del libro y Ser otras, casi las mismas mariposas.
Las tijeras no juzgan, cortan trapos de tinta y salta el escorpión
Que guardaban secreto entre sus piernas.
Ahora no recuerdan,
Sólo son mitad máquina, mitad hembras. Muestran su corazón
Tras de las plumas de un abanico que arrebata el tiempo.
Imágenes en el ojo llameante, 1999.