La argentina Alfonsina Storni (1892-1938), llevó a sus versos, bellos y sensuales, su desgarrada visión de la existencia. La crítica a la concepción patriarcal del amor y la fusión de la mujer con la naturaleza son dos de sus principales temas.
ASÍ
Hice el libro así:
Gimiendo, llorando, soñando, ay de mí.
Mariposa triste, leona cruel,
Di luces y sombra todo en una vez.
Cuando fui leona nunca recordé
Cómo pude un día mariposa ser.
Cuando mariposa jamás me pensé
Que pudiera un día zarpar o morder.
Encogida a ratos y a saltos después
Sangraron mi vida y a sangre maté.
Sé que, ya paloma, pesado ciprés.
O mata florida, lloré y más lloré.
Ya probando sales, ya probando miel,
Los ojos lloraron a más no poder.
Da entonces lo mismo, que lo he visto bien,
Ser rosa o espina, ser néctar o hiel.
Así voy a curvas con mi mala sed
Podando jardines de todo jaez.
El dulce daño, 1918.
¿QUÉ DIRÍA?
¿Qué diría la gente, recortada y vacía
si en un día fortuito, por ultrafantasía,
me tiñera el cabello de plateado y violeta,
usara peplo griego, cambiara la peineta
por cintillo de flores: miosotis o jazmines,
cantara por las calles al compás de violines,
o dijera mis versos recorriendo las plazas,
libertado mi gusto de vulgares mordazas?
¿Irían a mirarme cubriendo las aceras?
¿Me quemarían como quemaron hechiceras?
¿Campanas tocarían para llamar a misa?
En verdad que pensarlo me da un poco de risa.
El dulce daño, 1918.
¿SABÉIS ALGO?…
Subí, Subí, Subi. Ya estaba bien arriba
Cuando sentí un murmullo. ¿Era reto, diatriba?
Escuché: carcajadas, ironias, insultos.
¿Que os parezco una simia? Oh mis buenos estultos:
¿Sabéis de cosas bellas?
Yo hace siglos que vivo trenza que trenza estrellas.
El dulce daño, 1918.
PUDIERA SER
Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer…
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna… Ah, bien pudiera ser…
A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
Irremediablemente, 1919.
ESTE LIBRO
Me vienen estas cosas del fondo de la vida:
Acumulado estaba, yo me vuelvo reflejo…
Agua continuamente cambiada y removida;
Así como las cosas, es mudable el espejo.
Momentos de la vida aprisionó mi pluma,
Momentos de la vida que se fugaron luego,
Momentos que tuvieron la violencia del fuego
O fueron más livianos que los copos de espuma.
En todos los momentos donde mi ser estuvo,
En todo esto que cambia, en todo esto que muda,
En toda la sustancia que el espejo retuvo,
Sin ropajes, el alma está limpia y desnuda.
Yo no estoy y estoy siempre en mis versos, viajero,
Pero puedes hallarme si por el libro avanzas
Dejando en los umbrales tus fieles y balanzas:
Requieren mis jardines piedad de jardinero.
Irremediablemente, 1919.
PALABRAS DEGOLLADAS
Palabras degolladas,
caídas de mis labios
sin nacer;
estranguladas vírgenes
sin sol posible;
pesadas de deseos,
henchidas…
Deformadoras de mi boca
en el impulso de asomar
y el pozo del vacío
al caer…
Desnatadoras de mi miel celeste,
apretadas en vosotras
en coronas floridas.
Desangrada en vosotras
–no nacidas–
redes del más aquí y el más allá,
medialunas,
peces descarnados,
pájaros sin alas,
serpientes desvertebradas…
No perdones,
corazón.
Mundo de siete pozos, 1934.
A MADONA POESÍA
Aquí a tus pies lanzada, pecadora,
contra tu tierra azul, mi cara oscura,
tú, virgen entre ejércitos de palmas
que no encanecen como los humanos.
No me atrevo a mirar tus ojos puros
ni a tocarte la mano milagrosa;
miro hacia atrás y un río de lujurias
me ladra contra ti, sin Culpa Alzada.
Una pequeña rama verdecida
en tu orla pongo con humilde intento
de pecar menos, por tu fina gracia,
ya que vivir cortada de tu sombra
posible no me fue, que me cegaste
cuando nacida con tus hierros bravos.
Mascarilla y trébol, 1938.