François Coppée

Los bebedores de absenta, de Edgar Degas

François Coppée (1842-1908), poeta francés vinculado al parnasianismo en sus inicios literarios, alcanzó fama con sus poemas sobre la gente humilde, en los que expresa en elevadas formas poéticas la “epopeya de lo cotidiano”.

RETORNELO

Llegado el estío, allá en la explanada,
el vuelo siguiendo que llevan las cosas,
a cazar iremos, bajo la enramada,
yo la estrofa errante, tú las mariposas.

Y bajo los sauces tomando en la umbría
de ocultos senderos la pendiente suave,
buscando en las cosas su eterna armonía,
yo escucharé el ritmo, tú el canto del ave.

Siguiendo del río las ondas rizadas
por rauda corriente, con sus mil rumores,
encontrar podremos cosas perfumadas,
yo buscando versos, tú cogiendo flores.

Y amor, halagando nuestra fantasía,
hará en tal momento nuestro afán constante:
yo seré el poeta y tú la poesía;
tú serás más bella y yo más amante.

«Paseos e interiores», Los humildes, 1872. Traducción de Cayetano de Alvear.


Ovidio

Venus en cuclillas en el baño, copia romana de una escultura helenística

Publio Ovidio Nasón (43 a. C.-17 d. C.), poeta del amor mundano, dotado de una gran cultura y erudición mitológica, es la última figura importante de la elegía amorosa romana.

LAS ARMAS Y LAS GUERRAS VIOLENTAS ME APRESTABA…

Las armas y las guerras violentas me aprestaba
a cantar con solemne ritmo, asunto
adecuado a la métrica. Igual al primer verso
era el segundo. Pero se cuenta que Cupido
rio y le arrancó un pie a escondidas.
«Niño cruel, ¿quién te ha dado ese derecho
sobre el verso? Formamos los poetas
el tropel de las Piérides, no el tuyo.
¿Qué pasaría si Venus a la rubia Minerva
le arrancara las armas y la rubia Minerva
sacudiera en el aire las teas llameantes?
¿Vería bien alguien que reinara Ceres
sobre los bosques que hay en las montañas,
y que los campos fuesen cultivados
bajo el poder de la doncella armada
con el carcaj? A Febo el de hermosos cabellos
¿alguien le dotaría de lanza aguda,
mientras que Marte toca la aonia lira?
Niño, tus reinos son
grandes y en demasía poderosos.
¿Por qué, ambicioso, aspiras
a una posesión nueva?
¿Por doquier todo es tuyo? ¿Tuyo el valle
del Helicón? ¿Ni Febo ya siquiera
va a ser dueño seguro de su lira?
Cuando una nueva página
con el verso primero empieza bien,
debilita el siguiente mis impulsos.
Pero yo para un ritmo más ligero
no tengo materiales apropiados:
no un muchacho, tampoco una muchacha
de larga cabellera acicalada.»
Apenas acababa de quejarme
cuando él, abriendo su carcaj de pronto,
extrajo las saetas
para perdición mía fabricadas,
y sobre la rodilla, decidido,
curvó cual media luna
su arco combado y dijo:
«Toma poeta, toma para que cantes».
¡Desgraciado de mí! El niño tiene flechas
certeras. Yo me abraso, y el Amor
reina en mi corazón deshabitado.
Que nazcan, pues, mis versos con ritmo de seis pies,
y que en cinco se queden. ¡Adiós, guerras
feroces, y quedaos con vuestra métrica!
Ciñe tus rubias sienes
con mirto ribereño, Musa, tú que has de ser
cantada con un ritmo de once pies.

Amores. Poema I. Traducción de Juan Antonio González Iglesias.


José Isaac de Diego Padró

Sin título (Tres bailarines), de José Antonio Torres Martino

Co-fundador con Luis Palés Matos de uno de los ismos puertorriqueños de vanguardia, el diepalismo, José Isaac de Diego Padró (1896-1974) es, además, uno de los precursores de la antipoesía. Defendió una poesía que fuera “humanidad y naturaleza, no un cementerio de retórica”.

EPÍSTOLA ADMONITORIA AL POETA CALANDRINO

Calandrino, poeta, en nombre de tu arte,
Escucha lo que quiero aconsejarte,
Que es fruto ya maduro de ciencia y experiencia.
Conviene que reacciones de tu parte
Contra esa sistemática complacencia,
Esa tu práctica socorrida
De estarte día y noche con la caña tendida
A caza de retóricos pelitriques,
En estos tiempos de realismo aplastante,
Se impone seriamente romper con semejante
Estética de alfeñiques,
Que ni de gratis nadie la querría
Aunque dieras encima dos peniques.
Es menester, por tanto, Calandrio, maestro
Y juez radiante de poesía,
Que a tono con los gustos actuales, te dediques
A renovar el mundo de tu estro.
Elabora, si puedes, con tu seso y tus manos,
Y provisto de auténticos materiales humanos,
Otras más consistentes y objetivas criaturas:
Seres articulados, vivos, de órganos sanos,
Sin afeites ni adobos, ni fiorituras.


Gottfried Benn

Autorretrato como soldado, de Ernst Ludwig Kirchner

Gottfried Benn (1886-1956) es el más genuino representante del expresionismo alemán en poesía. Su obra, profundamente subjetiva, proyecta una visión cáustica de la vida humana, que se resume en envejecimiento, enfermedad y muerte.

VERSOS

Si alguna vez la divinidad, profunda e incognoscible,
resucitó en un ser y habló,
en versos fue, pues sin fin
rompía en ellos el tormento de los corazones;
hace tiempo que los corazones fluyen con la lejanía,
pero la estrofa corre de boca en boca,
resiste las luchas entre los pueblos
y sobrevive al poder y al pacto asesino.

Canciones también que una pequeña tribu cantó,
indios, yakis de palabra azteca,
hace mucho vencidos por la avaricia del hombre blanco,
perduran como calladas estrofas de los labriegos:
“Ven, hijito, ven, con el adorno de las siete espigas,
ven, hijito, ven, con collares y piedras de jade,
el dios del maíz clava en el campo el sistro,
para alimentarnos, y en ti se ha de cumplir el sacrificio.”

El gran murmurar a aquel que, habiendo hundido sus
barcazas prestó, uncido, al espíritu,
aspirar, expirar, apartar de un soplo -formas de respirar
de penitencias hindúes y de faquires-,
el gran yo mismo, el sueño omnímodo, puesto a todo aquel
en el corazón que callado se consagra,
se mantiene en salmos y en vedas,
hace escarnio de toda acción y resiste al tiempo.

Dos mundos que se tocan y se oponen,
solo el hombre es bajo cuando duda;
sin poder vivir del momento,
al momento se debe;
el poder se desvanece con la escoria de sus perfidias,
mientras que un verso construye los sueños de los pueblos
que a la bajeza los sustrae,
inmortalidad en las palabras y en los sones.

Poemas biográficos, 1941. Traducción de Arturo Parada.


Víctor Redondo

Paisaje con figura, de Hugo de Marziani

Para el argentino Víctor Redondo (1953), el oficio literario consiste en encontrarle nuevos sentidos a la realidad, en luchar para enriquecer el lenguaje y así poder decir aquello que siente la gente, pero que no ha encontrado aún su expresión.

LA DESTRUCCIÓN DE LA REALIDAD

Como operación delicada que es, los poetas
comienzan a roer la realidad con tal delicadeza e inocencia
que nadie, juraría, creería que eso es lo que sucede.
Se desmontan los mecanismos del pensamiento.
La orfebrería mental
se desvanece.
La realidad se aleja del corazón. Desaparece el placer.

(Otra manera de verlo:
el mundo se aleja de los hombres
porque el mundo los sobrepasa en inteligencia,
veut dire: la Tierra piensa.)

Se destruye la tapa de lo razonable: el cerebro
estalla.
Entonces la vuelta de tuerca,
el golpe de efecto,
retroceso para la ironía:
se ha ido,
se ha ido,
repite la voz: se ha ido
un hombre viejo que al enfrentar su vejez
decidió arrancar de la muerte
un argumento: la revelación de un misterio:
ver
lo que no existe.

Circe, cuaderno de trabajo, 1979-1984.