Vicente Tortajada

Meninas, de José Barreiro Gómez

La poesía de Vicente Tortajada (Sevilla, 1952-2003), austera, meditativa e irónica, muestra un gran dominio del oficio. La ciudad, la noche, la literatura ajena y las obras de arte son el punto de partida para la reflexión sobre la soledad, la muerte, la locura.

EL RARO CONSUELO QUE DA LA PROFESIÓN

Puedo leer en Roma, junto a Piazza de Spagna:
«Il poeta inglese Giovanni Keats
mente maravigliosa
cuanto precoce mori
in questa casa il 24
febraio de 1821
nel’anno ventiscesimo della sua etá».
Puedo oír a Gogol y sentir sus palabras,
en su extrema –«pero ¿qué les he hecho?
¿por qué me han torturado?»– y última delgadez.
En la casa de Poe, recortes de diarios:
«muchedumbres que rinden el tributo a sus obras»
–y fuera, en la pared, el cuidado graffiti
«El sucio el asqueroso degenerado Bob
estuvo aquí de Boston, de North End, Mass.
Podrido hijo de puta»–, en la casa de Poe.
Puedo ver a Lelian llorando por un vaso.
O a mi querido Bécquer…
Puedo evitar los ojos de Mishima,
su sangre ante millones de latas de cerveza…
Perdida para siempre la gracia de su mar.
Puedo pensar en Lowry viviendo en Eridanus,
rezando a Dios para encontrar su rostro
en la tierra profunda o en las cumbres del aire,
en el nocturno viento o en las barrancas donde
telarañas de otoño flotan en el crepúsculo?
Bebiendo su after shave.
Pero todo se aclara: Tal vez esos recortes
de prensa, o las selected letters,
y gritos, sobre todo, restos de hambre, vicios
recogidos en las casas-museos
o el dinero oficial para las biografías,
sean un raro consuelo…
(Y fuera, en la fachada,
«el sucio el asqueroso degenerado Bob
estuvo aquí de Boston, de North End, Mass.
podrido hijo de puta.)
Quizá el raro consuelo que da la profesión.

Pabellones, 1990.


Xavier Echarri

Perú lindo, de Miguel Lescano

Xavier Echarri (1966) irrumpe en el escenario de la poesía peruana a principios de los noventa con un lenguaje neobarroco, expresión de “quebradas experiencias”. El cuidado formal y las continuas referencias librescas son otras de las señas de identidad de su obra poética.

EPÍSTOLA A LOS PEZONES

(ARTE POÉTICA)

Cuando la poesía deja de partir de la experiencia
y se ciega de libros
se hace retórica, Anapesto,
pero la experiencia se resiste en poema a los indoctos.

Por eso lee, Anapesto, pero
no demasiado;
has de escuchar también a los rapsodas,
los melómanos ciegos, las comadres:
Todos los mensajeros han traído noticias, y disputan
entre sí por anunciarlas

Las quebradas experiencias y otros poemas, 1993.


Rolf Jacobsen

Mujer sentada, de Jakob Weidemann

Rolf Jacobsen (1907-1994) es el iniciador de la poesía moderna en Noruega. Ya en su primer libro (1933) utiliza el verso libre y desarrolla temas tradicionalmente antipoéticos, como la nueva sociedad industrial. En sus libros de madurez, expresará su amor a la naturaleza y su solidaridad con el sufrimiento humano.

EN VOZ BAJA–

Palabras
solo pequeñas
palabras pequeñas
y en voz baja
casi sin aliento
para nosotros

como pajitas rotas
palabras sin luz
y casi sin forma,
palabras como en árboles,
pequeñas medias-palabras
como en el sueño
para nosotros

Entre todo lo grande
pequeñas, pequeñas palabras
que esconden
en el dorso de una mano
y junto a tu lóbulo
pequeñas palabras
completamente sin luz
como animales
y hierba.

El silencio de después, 1965. Traducción de Francisco J. Uriz.


Francisco Hernández

Fragmentos en rojo, de Ricardo Mazal

La poesía de Francisco Hernández (México, 1946) asombra por la multiplicidad de registros, así como por la insólita capacidad de hacer suyos los moldes poéticos más variopintos. Es además un maestro de la écfrasis.

RADIOGRAFÍA

este poema huele a esperma
a sudor de negra
a pantalón traído de la tintorería:
al amanecer
sabe a vodka con hielo
a camarón gigante
o simplemente a madres.
es más ligero que el sexo de una hormiga
pero no se puede amplificar
ni humedecer
dada su calidad de combustible

Portarretratos, 1976.


María Rosa Gálvez de Cabrera

Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez, de Antonio Carnicero

La escritora malagueña María Rosa Gálvez de Cabrera (1768-1806) compuso tragedias y comedias neoclásicas acerca de los deseos y frustraciones de las mujeres en un mundo dominado por el hombre. Su poesía, en opinión de Quintana, es de estilo claro y puro y de versificación fácil y fluida.

LA POESÍA

ODA A UN AMANTE DE LAS ARTES DE IMITACIÓN

Oh tú, que protector del genio hispano
elevas la abatida lira mía,
desde el obscuro seno,
do el velo del olvido la cubría,
hasta el supremo asiento, que previene
la fama a la divina poesía;
a ti consagraré tan dulce empleo;
a ti que amas el arte imitadora,
de la música hermana,
y del alma sensible encantadora.

Seguid mi canto, de placer henchidas,
cítaras de la Iberia;
Amira, alzando el humillado acento,
preconiza la ciencia de Helicona;
y esparce por el viento
los resonantes metros de la Hesperia.

Si de la antigüedad el heroísmo
de los tiempo alcanza el raudo vuelo,
y las puras virtudes celestiales
fueron a par del mundo eternizadas,
por vosotros, Poetas inmortales,
nuestra edad llegaron; de los siglos
las inmensas tinieblas arrostrando,
de anonadar al hombre con su fama
a la huesa arrancáis el triste fuero.
Tal es el arte del divino Homero.