Aurelio Arturo

Montañas, de Débora Arango

La poesía de Aurelio Arturo (Colombia, 1906-1974) reacciona contra los excesos retóricos de la generación anterior. Sus versos evocan la geografía rural del sur de Colombia con mirada íntima y rigor estético.

CLIMA

Este verde poema, hoja por hoja,
lo mece un viento fértil, suroeste;
este poema es un país que sueña,
nube de luz y brisa de hojas verdes.

Tumbos del agua, piedras, nubes, hojas
y un soplo ágil en lodo, son el canto.
Palmas había, palmas y las brisas
y una luz como espadas por el ámbito.

El viento fiel que mece mi poema.
el viento fiel que la canción impele,
hojas meció, nubes meció, contento
de mecer nubes blancas y hojas verdes.

Yo soy la voz que al viento dio canciones
puras en el oeste de mis nubes;
mi corazón en toda palma, roto
dátil, unió los horizontes múltiples.

Y en mi país apacentando nubes,
puse en el sur mi corazón, y al norte,
cual dos aves rapaces, persiguieron
mis ojos, el rebaño de horizontes.

La vida es bella, dura mano, dedos
tímidos al formar el frágil vaso
de tu canción, lo colmes de tu gozo
o de escondidas mieles de tu llanto.

Este verde poema, hoja por hoja,
lo mece un viento fértil, un esbelto
viento que amó del sur hierbas y cielos.
este poema es el país del viento.

Bajo un cielo de espadas, tierra oscura.
árboles verdes, verde algarabía
de las hojas menudas y el moroso
viento mueve las hojas y los días.

Dance el viento y las verdes lontananzas
me llamen con recónditos rumores:
dócil mujer, de miel henchido el seno,
amó bajo las palmas mis canciones.

Morada al sur, 1963.


Leonardo Sinisgalli

Familia, de Trento Longaretti

La insatisfacción y la nostalgia de la infancia perdida son los temas que recorren la poesía de Leonardo Sinisgalli (1908-1981). En sus versos conviven el asombro del niño y la ironía del hombre del siglo XX.

VI A LAS MUSAS

Sobre la colina
yo por cierto vi a las Musas
encaramadas entre las hojas.
Yo vi entonces a las Musas
entre las hojas anchas de las encinas
comer bellotas y bayas.
Vi a las Musas sobre una encina
secular que graznaban.
Maravillado mi corazón
pregunté a mi corazón maravillado
yo dije a mi corazón la maravilla.

Vi a las musas, 1931-1942. Traducción de Carlos Germán Belli.


Enrique Jaramillo Levi

Rosa y ámbar, de Teresa Icaza

La poesía de Enrique Jaramillo Levi (Panamá, 1944) indaga en el absurdo existencial, el erotismo, el dolor humano, la propia poesía… Su lenguaje, sobrio, está teñido de ironía.

APROXIMACIONES

La poesía es el asombro,
el desvelo pensando el misterio,
la vigilia frente al encantamiento,
un retazo arrancado de soslayo a la vida.

La poesía es la palabra revestida
pero también la que se descarna
cuando finalmente opta por nombrarse,
la que dice todo pero a menudo calla.

La poesía es uno mismo
y es el otro siempre, siempre;
un borbotón ansioso de beber es la poesía
y también la seca plenitud del momento.

La poesía es el silencio que crepita,
un manantial sorbiéndose a sí mismo,
los escombros que se vuelven alegría
en cada nuevo vislumbre titubeante.

La poesía es manifestar enojo
y franca disconformidad
ante la miseria humana
o la siempre inaceptable explotación.

La poesía es una de tantas
tímidas aproximaciones
a las entretelas del amor
expresadas con fulminante acierto.

Entrar saliendo, 2006.


Concha Espina

La gata rosa, de Hermenegildo Anglada Camarasa

La escritora santanderina Concha Espina (1877-1955), miembro de la generación del 98, escribió novelas de temática social y ambiente rural, así como poemas de honda inspiración, que suponen una evocación poética de la vida o una visión simbólica de las ideas.

YO SOY UNA MUJER: NACÍ POETA…

Yo soy una mujer: nací poeta,
y por blasón me dieron
la dulcísima carga dolorosa
de un corazón inmenso.
En este corazón, todo llanuras
y bosques y desiertos,
han nacido un amor, interminable,
y un cantar gigantesco;
pasión que se desborda de la tierra
y que invade los cielos…
Ando la vida muerta de cansancio,
inclinándome al peso
de este afán, al que busca mi esperanza
un horizonte nuevo,
un lugar apacible en que repose
y se derrame luego
con la palabra audaz y victoriosa
dueña de mi secreto.
Yo necesito un mundo que no existe,
el mundo que yo sueño,
donde la voz de mis canciones halle
espacios y silencios;
un mundo que me asile y que me escuche;
¡lo busco, y no lo encuentro!…

Poema incluido en la novela La esfinge maragata, 1914.


Pedro Prado

En la orilla, de Benito Rebolledo Correa

Pedro Prado (1886-1952), poeta posmodernista chileno, fundador del grupo de Los Diez, artistas unidos por el afán de “cultivar el arte con una libertad natural”, introdujo en su país el verso libre. También cultivó con maestría el poema en prosa y el soneto.

MI CANTO

No sé lo que voy a decir. Ignoro lo que voy a cantar.

Mi voz aún está en el fondo de mí mismo.

Sonrío como una madre que siente a su hijo agitarse en las entrañas.

Al igual de ella, yo no sé si mi canto será rudo como un hombre o tierno como una mujer.

No lo sé; pero estoy cierto de que vive y se nutre silenciosamente.

No lo sé; pero sonrío imaginando su belleza.

Cuando él nazca, yo también estaré entre la vida y la muerte.

Y cuando él pueda valerse por sí solo y lleguen mis amigos, yo lo presentaré orgulloso y embelesado.

Y él cantará con su voz pura y juvenil.

Mis amigos sonreirán indiferentes y yo no diré nada, nada…

Sólo sufriré, porque sus palabras, como aves perseguidas, buscarán mis oídos con insistencia.

Sólo sufriré, porque mi canto no tiene cabellos que poder acariciar, ni ojos que poder besar, ni cuerpo que proteger entre mis brazos tristes y paternales.

Los pájaros errantes, 1915.