Leopoldo Alas

La casa verde, de Isabel Gutiérrez

Cotidianeidad, ficcionalización de lo vivido y un lenguaje sobrio, suavemente literaturizado, son las características de la poesía de Leopoldo Alas Mínguez (La Rioja, 1962-2008), sobrino-nieto de Clarín.

POÉTICA

En los tiempos que corren, salvo si tengo miedo,
prefiero estar sin preguntarme nada.
No importa dónde quedan los días que han pasado
ni entender si es eterna la vida, breve o larga.
Lo único que pido son sentimientos claros
y ver la luz del sol cuando despierto.

Comprendo que se va estrechando el cerco
y que el azar me tiende inesperadas trampas.
Los sueños no me alteran porque sé que son vanos
y olvidar me libera de penosas jornadas.
En mañanas oscuras, pocas veces al año,
me cubro con la sábana y lloro por los muertos.

La condición y el tiempo, 1992.


José Gautier Benítez

El estudiante, de Francisco Oller

A José Gautier Benítez (1848-1880) se le conoce como el Bécquer puertorriqueño, por ser el más alto exponente del posromanticismo en su país. Escribió poemas a la amistad, la patria, el amor y la muerte.

EL POETA

Nace, vive y adelanta
Por la senda de la vida,
Y al recibir una herida
La cítara toma y canta;

Y la turba se divierte
Con él que, fija en el cielo
La mirada, por el suelo
Do lleva el paso no advierte.

Él se queja, y mientras tanto
Se le escucha sonriendo,
Quizás a veces creyendo
Que son ardides del canto.

Y en su profunda aflicción,
De sus canciones benditas,
¡Cuántas, cuántas van escritas
Con sangre del corazón!

Aunque el genio el canto exhale
Canta al par dolor y gloria
Que el laurel de la victoria
Cuesta más de lo que vale.

Y al esparcir gloria y luz
Del mundo en el escenario,
Encuentra en él su calvario
Y su martirio en su cruz.

Si Jesús en su suplicio
Llegando el último instante,
Desencajado el semblante,
Consumado el sacrificio,

Entre el ronco vocerío
Del pueblo que le insultaba
Con dulce amor exclamaba:
«¡Perdonadlos, Padre mío!»

Si su frente desgarrada
Por la sangrienta corona
Al suelo inclina y abona
La clemencia su mirada,

También el bardo, al sentir
Que se acerca su partida
Sintiendo luchar la vida
Con las ansias del morir,

Venciendo su mal profundo
De su lecho se levanta,
Su cítara toma, y canta
Como el cisne moribundo.

Siendo aquél su último canto
De su eterna despedida,
Pura esencia de su vida
Y perfume de su llanto,

Que cuando la frente inclina
Al peso de su corona,
¡También bendice y perdona
Al mundo que le asesina!


José María Eguren

Casas lejanas vagas (detalle), de José María Eguren

La poesía de José María Eguren (Perú, 1874-1942) huye del preciosismo y la declamación. Su sobrio simbolismo imprime mayor hondura y sutileza a la expresión, como medio eficaz de incursionar en los mundos del sueño y del misterio.

LIED IX

En el brocal de la antigua fuente,
derruido; pintoresco,
escuchas, en la tarde,
el poema del dulce recuerdo.
Con un campesino viento flébil
como la canción de ardientes lágrimas,
caen en la fuente mortecina
tus flores disecadas.
Y las palabras gimen,
de la tarde al toque melodiosas;
la linfa retrata las, de un día,
bellas, amantes sombras.
Te arrulla la fuente conmovida,
y amor de alegres años
con sus adorables melopeas,
ronda tu sueño lánguido.
Y de ayer un canto hay en la tarde,
en las llorosas ramas,
en la verde linfa, en tus cabellos,
y un canto de Dios en tu mirada.
Así, en brocal de la antigua fuente,
derruido, pintoresco,
escuchas, en la tarde,
el poema del dulce recuerdo.

En «Sombra», Poesías: Simbólicas, La canción de las figuras, Sombra, Rondinelas, 1911.


Luís Vaz de Camões

La gran aportación de la literatura portuguesa a la épica culta del Renacimiento es Os Lusíadas, de Luís Vaz de Camões (h. 1524-1580), de quien también se conservan sonetos y canciones de estilo petrarquista.

YO CANTARÉ DE AMOR TAN DULCEMENTE…

Yo cantaré de amor tan dulcemente,
con términos en sí tan concertados
que dos mil síntomas de amor padezca
el insensible pecho que no siente.

Conseguiré que amor conmueva a todos,
pintando mil secretos delicados,
lastimeros suspiros, blandas iras,
temerosa osadía y pena ausente.

También, Señora, del desprecio honesto
de vuestro mirar dulce y riguroso
me contenta decir la menor parte.

Pero, si he de cantar de vuestro rostro
la hermosura elevada, milagrosa,
aquí falta saber, ingenio y arte.

Rimas, 1595. Traducción de Paco García.


Rosa Chacel

Paisaje otoñal con fuente, de Timoteo Pérez Rubio

La narradora y poeta vallisoletana Rosa Chacel (1898-1994), miembro de la generación del 27, optó por una poesía intelectual y de gran contención verbal. En el siguiente poema, expresa su ideario en términos nietzcheanos, defendiendo la literatura apolínea frente a la dionisíaca.

APOLO

Habitante de los anchos portales
donde el laurel de la sombra oculta el arpa de la araña,
donde las losas académicas,
donde las arcas y las llaves mudas,
donde el papel caído
recubre el polvo de frágil terciopelo.

¡El silencio dictado por tu mano,
la línea entre tus labios sostenida,
tu suprema nariz exhalando un aliento
como brisa en las praderas,
por gemelas vertientes recorriendo los valles de tu pecho,
y en torno a tus tobillos un espacio
pálido como el alba!

¡Eterna, eternamente un universo a imagen tuya!
Con la frente a la altura de tu plinto,
viniendo de aritméticas vacías como claustros,
de cielos oprimidos como flor entre páginas,
¡eternamente! dije, y desde entonces,
¡eternamente! digo.

Beso a mi voz, que expresa tu mandato,
la suelto y voy hacia ti, como paloma
obediente en su vuelo,
libre en la jaula de tu ley.

El trazo de tu norma, en el basalto
de mi inocencia oscura,
el paso de tu flecha ¡para siempre!
Y hasta el fin tu soberbia.
Sobre mí, solo eterno
tu mandato de luz, Verdad y Forma.

Versos prohibidos, 1978.