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Leopoldo Díaz

La Anunciación, de Alfredo Guttero

Leopoldo Díaz (Argentina, 1862-1947) destaca dentro del modernismo hispánico por su perfección técnica y su refinada cultura clásica. En su poesía es notable la influencia del cubano-francés José María de Heredia y otros parnasianos.

LEJOS DE TODA POMPA, DE TODO RUIDO VANO…

Lejos de toda pompa, de todo ruido vano,
tallando lentamente los mármoles prosigo;
¡oh, soledad, oh fuente fecunda, te bendigo
aunque la meta es ardua y el triunfo está lejano!

¡No importa! Desterrado del torbellino humano,
la gran visión interna del ideal persigo;
quien niega la divina belleza es mi enemigo;
el que medita y sueña y armoniza, mi hermano.

Todo laurel inclina la hostilidad del viento;
de insomnio y de fatiga se nutre el pensamiento;
alza en la noche su zafir lejana estrella…

Artista, el bloque duro tu genio desafía;
arranca de sus hondas entrañas poesía
y surgirá la estatua deslumbradora y bella.

Bajorrelieves, 1895.


Manuel Machado

El pecado, de Julio Romero de Torres

El sevillano Manuel Machado (1874-1947) es el más acabado ejemplo en España de esa angustiosa y rebelde estética del vacío que es el decadentismo finisecular. En su obra se alternan los más variados registros: la poesía de inspiración andaluza; la écfrasis de gusto parnasiano; el feísmo modernista…

CANTARES

Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía…
Cantares…
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra
un mozo moreno rasguea la guitarra…
Cantares…
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora…
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares…
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida;
y después de todo, ¿qué es eso, la vida?…
Cantares…
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte…
Cantares…
En ellos el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía…
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares…
No tiene más notas la guitarra mía.

Alma, 1902.


Joan Maragall

joanmaragall

Joan Maragall (Barcelona, 1860-1911), figura central del modernisme catalán, concibe la poesía como “palabra viva”, dictada por la inspiración e indisociable de la vida.

LA ODA INFINITA

Tengo una oda empezada
que no puedo acabar nunca:
me la dictó día y noche
todo cuanto canta al viento,
cuanto brilla en el espacio.

Fue entonada por mi infancia
entre ensueños de amor puro;
decaída y medio enferma,
mi juventud la repite
con más seguro compás.

Con voz más fuerte en seguida
me ha dictado nuevos cantos;
mas cada año que se va
contemplo otra estrofa muerta
y perdidos consonantes.

Yo no sé cómo empezaba
ni sé cómo acabará;
tengo el pensamiento esclavo
de una fuerza que se calma
dictándola sin cesar.

Y así, siempre a la ventura,
sin saber si rima o no,
enlaza la mano incierta
la amargura con el gozo,
himnos de alta adoración.

Por mi gloria, sólo quiero
que, si alguien sabe esta oda,
al instante de morir
de memoria me la diga
palabra a palabra, entera.

Que me la diga al oído,
hilo a hilo, destejiéndola
de la ignota maravilla
con que la vida prepara
la tela firme y sutil.

Y sabré si en lo que piensas
–¡oh poeta extasiado!–
hay un rumor de cadencias
del ave de inmensas alas
que anida en la eternidad.

1888. Traducción de Diego Navarro y Fernando Gutiérrez.


Salvador Rueda

La primavera, de Joaquim Sunyer de Miró

El malagueño Salvador Rueda (1857-1933) es uno de los principales precursores del modernismo en España. Sus poemas se caracterizan por el intenso colorido y la musicalidad, conseguida por medio de nuevos ritmos y originales combinaciones de estrofas.

LA LÁMPARA DE LA POESÍA

Desde la frente, que es lámpara lírica, desborda su acento,
como un aceite de aroma y de gracia, la ardiente poesía,
y, a los ensalmos que exhala cantando su fresca armonía,
vase llenando de luz inefable la esponja del viento.

Rozan los versos, como alas ungidas de lírico ungüento,
sobre las frentes, que se abren cual rosas de blanca alegría;
y un abanico de ritmos celestes el aire deslía,
cual si moviera sus plumas de magia de Dios el aliento.

Vierte en el aire la lámpara noble sus sones divinos
que, goteantes de sílabas puras, derraman sus trinos
desde el tazón del cerebro de lumbre que canta sonoro.

Y, revolando, las almas acuden de sed abrasadas,
como palomas que beben rocío y ondulan bañadas
en el temblor de la fuente sublime del verso de oro.

Poesía completas, 1911.


Delmira Agustini

Rancho y luna, de José Cuneo

La poesía de Delmira Agustini (Uruguay, 1886-1914) se inscribe dentro de la línea decadentista del modernismo hispánico y oscila entre polos opuestos: el placer y el dolor, el deseo y la impotencia, el Bien y el Mal, el Amor y la Muerte… El uso de símbolos originales y sugestivos y una lograda musicalidad son algunos de sus valores.

REBELIÓN

La rima es el tirano empurpurado,
Es el estigma del esclavo, el grillo
Que acongoja la marcha de la Idea.
¡No aleguéis que es de oro! ¡El Pensamiento
No se esclaviza a un vil cascabeleo!
Ha de ser libre de escalar las cumbres
Entero como un dios, la crin revuelta,
La frente al sol, al viento. ¿Acaso importa
Que adorne el ala lo que oprime el vuelo?

¡Él es por sí, por su divina esencia,
Música, luz, color, fuerza, belleza!
¿A qué el carmín, los perfumados pomos?…
¿Por qué ceñir sus manos enguantadas
A herir teclados y brindar bombones
Si libres pueden cosechar estrellas,
Desviar montañas, empuñar los rayos?
¡Si la cruz de sus brazos redentores
Abarca el mundo y acaricia el cielo!
Y la Belleza sufre y se subleva…
¡Si es herir a la diosa en pleno pecho
Mermar el torso divinal de Apolo
Para ajustarlo a ínfima librea!

¡Para morir como su ley impone
El mar no quiere diques, quiere playas!
Así la Idea cuando surca el verso
Quiere al final de la ardua galería,
Más que una puerta de cristal o de oro,
La pampa abierta que le grita «¡Libre!».

El libro blanco (Frágil), 1907.