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Luis Rogelio Nogueras

Durmiendo, de David Rodríguez

La poesía de Luis Rogelio Nogueras (Cuba, 1945-1986) destaca por su fantasía, humor, ingenio y gracia. En sus versos, se borran los límites entre lo social y lo íntimo. La ironía y los continuos juegos de palabras hacen de su lectura una experiencia siempre amena.

ARTE POÉTICA

A Félix Guerra

Ahora sé
que el poema, antes de ser las líneas trazadas
con prisa,
es la conversación en el café,
la sonrisa azul de Blanca Luz,
la muerte de este hombre,
el apretón de manos o la vida entre dos.

Ahora sé
que trazar estas líneas
no es
sino la forma última de hacer la poesía,
el último acto del poema,
la función de trasplantar la vida a la hoja.

La poesía empieza en todas partes
y termina siempre en los papeles.

Cabeza de zanahoria, 1967.


Carlos Marzal

Carlos Marzal (Valencia, 1961) cultiva una poesía meditativa y de intención moral, que se debate entre la lucidez del escepticismo y la obstinación del entusiasmo por la vida. Su lenguaje se caracteriza por el equilibrio entre emoción y densidad conceptual.

LAS BUENAS INTENCIONES

Como, mal que le pese, uno en el fondo es serio,
debe dejar escrita su opinión del oficio
(los muertos aplicados dejan su testamento

aunque a los vivos, luego, no les complazca oírlo).
Hablo con la certeza de que mis impresiones
serán para los tristes una fuente de alivio.

¿Me estará agradecida la juventud del orbe,
siempre desorientada y falta de modelos,
y me idolatrarán los investigadores?

Escribo, simplemente, por tratarse de un método
que me libra sin daño (sin demasiado daño)
de cuestiones que a veces entorpecen mi sueño.

Por tanto, los poemas han de ser necesarios
para quien los escribe, y que así lo parezcan
al paciente lector que acaba de comprarlos.

Se me ocurre, además, que trato de dar cuenta
de una vida moral, es decir, reflexiva,
mediante un personaje que vive en los poemas.

Esas ciertas cuestiones que he mencionado arriba
son las viejas verdades que a la vida dan forma,
y la forma en que urdimos nuestras viejas mentiras.

Ahora bien, reconozco que no sólo me importan
estas pocas razones. Escribo por capricho,
y por juego también, para matar las horas.

Porque puede que sea un destino escogido,
pero también, sin duda, para obtener favores
de algunas señoritas amigas de los libros.

Me es grata la figura del artista de Corte,
riguroso y mundano, descreído y profundo,
que trata por igual la muerte y los escotes.

Sobre qué es poesía nunca he estado seguro;
tal vez conocimiento, o comunicación,
o todo juntamente. Lo cierto es que el asunto

carece de importancia, no afecta al creador.
Doctores tiene ya nuestra Sagrada Iglesia
y en futuros Concilios harán salir el sol

para todos nosotros. Sin embargo, quisiera
que se tuviese en cuenta el hecho de que existe
poesía por vicio, porque es una manera

que tienen unos pocos de vivir su declive,
pero ignoro si hacerlo los convierte en más sabios
y si esa obstinación los vuelve más felices.

Aspiro a escribir bien y trato de ser claro.
Cuido el metro y la rima, pero no me esclavizan;
es fácil que la forma se convierta en obstáculo

para que nos entiendan. La mejor poesía
acierta con deslices, convierte lo imperfecto
en un arte y se olvida de los juicios puristas.

Aunque he escrito bebido, cuando escribo no bebo.
Trabajo siempre a mano, y no me enorgullece
no tener disciplina ni ser dueño de un método.

No suelo, me figuro, romper lo suficiente,
tal vez porque tampoco escribo demasiado,
al pasar media vida ocupado en perderme.

Del lector solicito como único regalo
que esboce alguna vez una media sonrisa:
tan sólo busco cómplices que sepan de qué hablo.

No reclamo, por tanto, privilegios de artista:
me limito a ordenar, quizá sin merecerlo,
asuntos que una voz ignorada me dicta.

De entre los infinitos poetas, yo prefiero
a aquéllos que construyen con la emoción su obra
y hacen del arte vida. De los demás descreo.

Y para terminar, confieso que esta moda
de componer poéticas resulta edificante.
Con ella se demuestra que son distintas cosas
lo que se quiere hacer y lo que al fin se hace.

El último de la fiesta, 1987.


Alfonso Reyes

Dos mujeres, de Diego Rivera

La poesía del mexicano Alfonso Reyes (1889-1959) se caracteriza por la fusión  de lo culto y lo popular, el amor a la forma pulida y a la idea pura.

ARTE POÉTICA

1

Asustadiza gracia del poema:
flor temerosa, recatada en yema.

2

Y se cierra, como la sensitiva,
si la llega a tocar la mano viva.

3

–Mano mejor que la mano de Orfeo,
mano que la presumo y no la creo,

4

para traer la Eurídice dormida
hasta la superficie de la vida.

La vega y el soto, 1944.


Luis Antonio de Villena

Espartiatas, de Blanca Muñoz de Baena

La poesía de Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) se forma dentro de la estética culturalista de los novísimos, si bien, en sus últimos libros, se aleja del barroquismo expresivo y busca una poesía más vinculada a lo cotidiano y más reflexiva, sin abandonar del todo el tono decadente de sus inicios como poeta.

EL POEMA ES UN ACTO DEL CUERPO

Se debe poseer un espíritu de fuego.
Haber leído alguna vez palabras que
suenen a actos, y haber transmutado
actos en palabras. Gli occhi di ch’io
parlai si caldamente. Haberse dejado
seducir por el iris de una piedra,
saber llevar una rosa en la mano
con la elegancia incierta de un
sutil, de un liviano pensamiento.
Que la emoción arda en el discurso,
y la llama remede el deseo de un cuerpo.
Poseer un espíritu de fuego. Y amar
la rosa por el dios que contiene,
y el laberinto del tú (acto y palabra)
porque nada hay como poner la mano
del amor, sobre la joven llanura de un cuerpo.
Y hacer la hoguera en ese arte del texto.

Hymnica, 1979.


Jorge Carrera Andrade

Ternura, de Oswaldo Guayasamín

La poesía de Jorge Carrera Andrade (Ecuador, 1902-1978), rica en metáforas descriptivas, es un intento de restablecer la rota unión del hombre con la naturaleza. Por su vocación indigenista y, al mismo tiempo, su interés por las vanguardias, Gabriela Mistral calificó esta poesía como «indofuturista».

INVOCACIÓN FINAL A LA PALABRA

Palabra:
que seas
almendra
sin cáscara.

O pomo
de esencia,
moneda
de oro.

Celdilla
de abeja:
encierra
la vida.

Abeja:
fabrica
delicias
eternas.

Sé alondra
del alba,
no momia
ni lápida.

No seas
fantasma
o jaula
de niebla.

Sé espejo:
refleja
la tierra
y el cielo.

O cuerno
de caza:
levanta
los ciervos
del alma,

las cosas
del mundo
más puro
sin sombras.

Sé aljaba
de flechas
certeras,
Palabra,

pintura
con fondo,
no adorno
de espuma.

Sé forma
ceñida,
sortija
de boda.

Exacta
medida
del mundo:
Palabra.

Nuevos poemas, 1963.