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Luis Cardoza y Aragón

Iyom, Mamom y la abuela, de Carlos Mérida

Luis Cardoza y Aragón (Guatemala, 1904-1992) ocupa un lugar esencial en la historia de la vanguardia hispanoamericana: tanto por su rebeldía contra lo aceptado hasta entonces como poético, como por su avance sobre los terrenos de lo indecible.

POETA HISPANOAMERICANO…

A León Pacheco

Poeta hispanoamericano,
Español, ruso, yanki o francés,
El siglo en que nacimos
Es siglo de misterio.
¡Cómo vamos a definirle
Teniendo dos incógnitas!
Siglo XX.

Luna Park, 1924.


Leonard Cohen

Muchacho con pájaro, de Paul Vanier Beaulieu

La poesía del canadiense Leonard Cohen (1934), cantautor y poeta de origen judío, gira en torno a varias dicotomías: cuerpo y espíritu, historia y mito, sensualidad y misticismo… En sus versos, melodiosos como sus canciones, encontramos violencia, ternura, tristeza e ironía.

LA RAZÓN POR LA QUE ESCRIBO

La razón por la que escribo
es para hacer algo
tan hermoso como tú

Cuando estoy contigo
deseo ser el héroe
con el que soñaba
cuando tenía siete años
un hombre perfecto
capaz de matar

Parásitos del Cielo, 1966. Traducción de Jorge Ferrer Vidal.


Adolfo Sánchez Vázquez

Don Quijote en el Exilio, de Antonio Rodríguez Luna

Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, 1915-2011), poeta y filósofo exiliado, radicado en México tras la Guerra Civil, sustenta su poesía en el compromiso político, la memoria histórica y la expresión de inquietudes existenciales.

MISERIA DE UNA POESÍA

Poesía enfermiza sin más huella
que la escoria que dejas en el alma;
sólo entre odios tu dolor se calma
y sólo con la vida es tu querella.

Al declarar la guerra a la ternura
ni una tierna sonrisa te detiene;
sólo veneno tu metal contiene,
sólo la podredumbre en ti perdura.

Te reconozco en ese recoveco
revuelto entre cenizas y gusanos
en este muladar de tu porfía.

Tu voz ya no es tu voz, sólo es un eco,
un rescoldo de fuegos inhumanos,
un cadáver que escribe todavía.

Sonetos del destierro, 1951-1952.


Salvador Novo

Autorretrato del artista adolescente, de Emilio Baz Viaud

Los elementos que definen el lirismo de Salvador Novo (México, 1904-1974), destacado miembro del grupo de los Contemporáneos, son la circunstancia, la ironía y la desolación.

LA RENOVACIÓN IMPOSIBLE

Todo, poeta, todo –el libro,
ese ataúd– ¡al cesto!
y las palabras, esas
dictadoras.

Tú sabes lo que no consignan
la palabra ni el ataúd.

La luna, la estrella, la flor
¡al cesto! Con dos dedos…
¡El corazón! Hoy todo el mundo
lo tiene…

Y luego el espejo hiperbólico
y los ojos, ¡todo, poeta!
¡al cesto!
Mas ¿el cesto…?

XX poemas, 1925.


Enrique Molina

Figura, de Libero Badii

Para Enrique Molina (Argentina, 1910-1996), el surrealismo fue, más que una escuela literaria, “una concepción total del hombre y del universo: un humanismo poético, en cuyo centro está el hombre, no la divinidad, proyectado hacia lo absoluto, con todos los poderes implícitos en su condición”.

LOS TRABAJOS DE LA POESÍA

El lejano bramido de una noche cuya verde coraza se abre como un pescado
La infancia de la lluvia con mejillas de invernáculo errante empeñado
[por el vapor de las plantas
Las ligaduras sueltas que dejan cicatrices invisibles
La música de dos cuerpos escogidos por el amor para estatuas del
[fuego levantadas en una llanura infinita
O en la sombra de un puerto perseguida por una garra de plata
Con las uñas iluminadas como ventanas de hogares distantes en los que se ve
[a una pobre muchacha preparando el alimento para las bestias del sueño
Los rojos candelabros de palmeras donde silba el exilio
Las agujas de sangre viva los pájaros hacia el fin las nubes los trajes
[de lentejuelas marinas
Y el golpe de las pisadas en el extraño planeta llamado Tierra
Hacen el gusto a liquen de los días
La paciencia insaciable de los hombres
La ahogada del invierno arrojada a otra costa por el viento

Ahora veo el país de grandes alas
Limitado lágrima a lágrima por todo aquello que no vuelve jamás
Atravesado por la emigración de las almas arrastrando sus pesados cubos de
[sangre y sus utensilios de pasión y de cólera
Habitaciones invadidas por helechos gigantescos en las que acecha la fiera de
[aire gris de las mujeres olvidadas
Posando sus zarpas de seda en una sonrisa
Pero el solitario acaricia la cabellera de la distancia cubierta de plumas
[centelleantes y estremecida por el horror al vacío
En un reverbero de canciones y faroles en el amanecer de una estación
[desconocida torturada por los viajeros
Faroles que brillan con un hechizo venenoso
Como la serpiente de las añoranzas eternas cuyo estuche sombrío
Exhala un olor a mariposas descompuestas dentro de una caja de terciopelo
[misterioso envuelta en llamas

Un desván de cenizas

Un hombre avanzando con su fantasma contra la bocanada del sueño
Contra esos torbellinos de plumas engastados en ciertos anillos de pájaro
[muerto
¡Oh son los antiguos días!
Los alcoholes terrestres:
Un poco de alimentos fríos en un pan tras un trago de sopa
La momia primaveral en su ataúd de hielo dorado
Un escorpión junto a la llave de la luz en un hotel del trópico
El cáliz de madera y ocio ofrecido a los monos por un pequeño vapor en un río
[del trópico
Y esas trenzas abiertas sobre los senos del amor en los parajes indescriptibles
[vistos desde lo alto de una caricia
O el tañido de platos extranjeros de los cuales se alimentan algunas mujeres
[muy tristes atravesadas por un gemido o un soplo de novela
Y aún desnudas bajo la maldición marina

¡Oh son los antiguos días!
Pasiones miseria y orgullo
Una tienda de antigüedades saqueada por el pájaro de presa y esparcida al sol
Y en la que sólo vale el oro lívido del tiempo
Con diosecillos tenebrosos crujiendo bajo tus plantas
Hasta el instante de sorprender esos antros de insomnio donde se guardan las
[apariciones
Con noches en cuyo fondo se ven niñas en llamas
O la enferma sentada bajo la luz del plátano
Cubierta de yeso y de magnolias sombrías sobre su alto trono de tortura que
[ha labrado el fracaso
Pero más bella que toda primavera y que toda victoria sobre el mundo
¡La gran ala de plumas inmortales que nace en todo aquello destinado
[a la muerte!
Vestidos y rostros y callejuelas anudadas por un mismo suspiro de adiós
[desesperado
Para que nunca más te maraville
Un abrazo una garganta o un sollozo de mujer que no aluda a esas hogueras
[enterradas
Reclamando las mismas joyas tenebrosas para el mismo esplendor:
La gran aureola de la lejanía
Y esos enigmas de la edad arrastrando pesados trozos insolubles de una
[existencia falsa y misteriosa
Con personajes de pulso eterno que laten en la oscuridad
Inalcanzables como toda dicha humana
Y convertidos en el resplandor de las cosas que rozaron poseyeron o soñaron
[alguna vez
En carne y hueso
Entre la llamarada de la tierra

Costumbres errantes o La redondez de la tierra, 1951.