Para la asturiana Olvido García Valdés (1950) un poema es “el lugar donde las palabras alcanzan a las cosas”. Su poesía, rigurosamente elaborada, da cuenta del lento deterioro de las cosas y la extrañeza que produce.
ESCRIBIR EL MIEDO ES ESCRIBIR…
escribir el miedo es escribir
despacio, con letra
pequeña y líneas separadas,
describir lo próximo, los humores,
la próxima inocencia
de lo vivo, las familiares
dependencias carnosas, la piel
sonrosada, sanguínea, las venas,
venillas, capilares
Caza nocturna, 1997.
SOBRE PAPEL RETÍCULA…
sobre papel retícula
o huella, laberinto universo, pura
superficie para
invisibles ciudades, entretener
la espera sobre el papel qué
país fuera el mío, si bien puedo
en tercera persona
hablar de mí bien puedo
sobre la vida el escenario la confusión
de las lenguas y no una luz
(sólo detrás
hubo luz, sólo al principio)
un laberinto universo
habla de mí como ella
como si yo fuera ella, verdadera
línea cicatriz sin profundidad
psicológica pero a todo
color, qué país fuera
aquél (tan verde y tan sombrío)
aquél de ella
de él que digo yo
yo pura retícula
reminiscente y plana.
Del ojo al hueso, 2001.
ACEDÍA, CÓLERA, PUNTAS…
Acedía, cólera, puntas
del boomerang, de un ataque
que regresa a la carne, bajo
la uña a roer. Un sueño en contrapunto
propone otra sustancia,
desalojo de lo airado o inerme.
En el sueño se hallaba
y era yo no expresamente, no civilmente
línea negra, margen, y entonces
cálido colorcillo de alegría
sabrosa, luz del ojo. El poema iba
allí, adonde sin querer
llega dulzura, aporta
fuga o arrebato, humor amansa.
Y todos estábamos vivos, 2006.