
Alejandro Oliveros (1949) introduce en la poesía venezolana el poema de talante narrativo de inspiración anglosajona, en el que se combina culturalismo y experiencia.
ARS
Con los mismos pronombres y adjetivos
todos los poemas deben estar escritos
en alguna parte. Tal vez nuestra derrota
sea lo puramente aproximativo, la cercanía
máxima del ave a la rareza de los cuerpos fijos.
A menos que el círculo
cuadre y se encierre
en el techo convexo de su doble, que la palabra
resista y se reconozca en el horizonte.
Reconocer los confines del canto, su extensión,
no frente a la muerte en la rama del árbol
sino ante el centro mismo que nos evade.
El sonido de la casa, 1983.



