Categoría: Literatura hispanoamericana

José Antonio Domínguez

Los arqueros, de Pablo Zelaya Sierra

El Romanticismo dio algunos frutos tardíos en Honduras: es el caso del poeta José Antonio Domínguez (1869-1903), autor de excelentes sonetos, vigorosos y exaltados.

LA MUSA HEROICA

Si quieres que tu canto digno sea
de tu misión, del siglo y de la fama,
no derroches el estro que te inflama
en dulce pero inútil melopea.

Lanza las flechas de oro de la idea;
depón el culto de Eros y proclama
otro mejor; la lucha te reclama:
yérguete altivo en la social pelea.

No enerves tu vigor con el desmayo
del femenil deliquio; ya no es hora
de lágrimas y besos; doquier mira:

Hoy la estrofa compite con el rayo,
la inspiración es lava redentora y clava
en manos de Hércules la lira.


Gladys Carmagnola

Músico, de Koki Ruiz

La poesía de Gladys Carmagnola de Medina (Paraguay, 1939-2015) persigue la expresión de vivencias personales y la denuncia social. Su lenguaje, claro, transparente, está lleno de dulzura y ternura.

RAZONES

Para cuando no sirvan las palabras
aunque vivan las horas,
araño la corteza de una sílaba
e intento atrapar su magia
ahora.

Para cuando no guarde misterios
con los cuales nutrir mi corazón, la aurora;
o su luz no me alcance
para desbaratar las sombras
o te hable y no me escuches
o me mires
y no me reconozcas,
debo seguir acumulando letras
ahora.

A la intemperie, 1984.


Luis Palés Matos

Niñas en la playa, de Ángel Botello Barros

Luis Palés Matos (1898-1959), poeta mayor de Puerto Rico, es uno de los más destacados cultivadores de la poesía negra. En el poema “Abajo”, resume el programa poético del diepalismo, movimiento vanguardista fundado por él.

FRONTIS

Lector, vas a beber en una fuente,
donde al bajar el labio y la mirada,
encontrarás tu imagen retratada
en la seda de su onda transparente;

vas a beber el agua de un torrente
hecho de Todo y en resumen Nada,
que sabe de la estrella inmaculada
y de la sima negra y atrayente…

Ése es mi verso; profundiza un poco.
No compadezcas mi dolor, si loco
te lanza entre la sombra su saeta;

sigue, a tientas quizás: Jasón perdido,
y toparás al cabo, sorprendido,
el vellocino de oro del poeta…

Azaleas, 1915.


César Vallejo

La niña de las naranjas (Anita), de Carlos Quizpez Asín

La poesía del peruano César Vallejo (1892-1938) está marcada por una permanente inquietud renovadora y una especial sensibilidad para el dolor humano. Su poemario Trilce es quizás la máxima proeza de la vanguardia literaria en español.

UN HOMBRE PASA CON UN PAN AL HOMBRO

Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?

Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de la axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?

Otro ha entrado a mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?

Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?

Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?

Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después, del infinito?

Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?

Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?

Alguien va a un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?

Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?

Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yo sin dar un grito?

Poemas humanos, 1939, póstumo.


Eugenio Montejo

Existencia es tiempo, de Luisa Richter

Para Eugenio Montejo (Venezuela, 1938-2008) la poesía intenta ser un alfabeto del mundo, una forma de restituir en palabras las voces que oímos emerger de la tierra. Su lenguaje es hedonista y romántico, sensual y simbólico.

EL ESCLAVO

Ser el esclavo que perdió su cuerpo
para que lo habiten las palabras.
Llevar por huesos flautas inocentes
que alguien toca de lejos
o tal vez nadie. (Sólo es real el soplo
y la ansiedad por descifrarlo.)

Ser el esclavo cuando todos duermen
y lo hostiga el claror incisivo
de su hermana, la lámpara.
Siempre en terror de estar en vela
frente a los astros
sin que pueda mentir cuando despierten,
aunque diluvie el mundo
y la noche ensombrezca la página.

Ser el esclavo, el paria, el alquimista
de malditos metales
y trasmutar su tedio en ágatas,
en oro el barro humano,
para que no lo arrojen a los perros
al entregar el parte.

Terredad, 1978.