Categoría: Literatura hispanoamericana

Laureano Albán

Pintura de Rafa Fernández

Laureano Albán (Costa Rica, 1942) es uno de los impulsores del movimiento poético trascendentalista, que concibe la poesía «como un acto trascendental, como una experiencia especial que contiene y trasciende la experiencia cotidiana del hombre».

SIGNO

El poeta es el hombre
que elige el fracaso.
JEAN-PAUL SARTRE
A Antonio Hernández

Si no fuera poeta ¡qué silencio!

Quizá hubiera ganado una medalla
y no tendría
esta torpeza azul entre las manos,
y no caería al amor, transfigurado,
lámpara a lámpara,
cielo que decrece.

Pero me duele el mar y su belleza
talada lentamente por el polvo.
Me pesa el corazón como una llama.

Tropiezo con claridades,
raudos muros de luz, constelaciones
que ha encendido el otoño entre la yerba.

Si no fuera poeta ¡qué silencios!

Madrid, diciembre, 1978.


Yolanda Bedregal

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La búsqueda y afirmación de la propia identidad es el motivo nuclear que recorre la poesía de Yolanda Bedregal (La Paz, 1916-1999), conocida como «Yolanda de Bolivia» y «Yolanda de América». Si en sus primeros libros, predomina la búsqueda y exaltación de la niñez; en sus últimas obras, se asume la exploración místico-religiosa de su ser.

INUTILIDAD

En cada nueva luna
mi alma inventa
una canción de cuna
inútilmente.

Veintisiete palabras de ansiedad
tiene mi canto;
y cuando se apaga la luna,
cada palabra se disuelve
inútilmente
en un hilo de sangre.

Ecos, 1940.


Ana María Rodas

De los vendedores másticos de la playa, de Elmer René Rojas

En la poesía de Ana María Rodas (Guatemala, 1937), se plantean nuevas visiones del erotismo, desde una perspectiva claramente feminista. Hay, además, una decidida defensa de la libertad, la pasión, la lujuria y la justicia; también, una rotunda condena de la guerra y la violencia.

POETA

No hay palabras
la prisión es demasiado grande
y estoy sola.
Siempre lo estuve. Nunca
hubo palabras.

El fin de los mitos y los sueños, 1984.


José de Diego y Martínez

Mi hijo Jaime, de Miguel Pou Becerra

El gran poeta de la transición del Romanticismo al Modernismo en Puerto Rico es José de Diego y Martínez (1866-1918). Concibió la poesía como medio de expresión de su vida afectiva, al mismo tiempo que como arma para combatir la opresión de su patria. Es uno de los padres del independentismo puertorriqueño.

ÚLTIMA CUERDA

Yo traje del fondo del mundo una lira curvada,
una lira curvada en un arco de flecha,
brillante, flexible, como hecha
de una hoja acerada
que puso en la lira su atávico instinto,
porque es del acero de la misma espada
que mi padre llevaba en el cinto.

Tuvo en su vario registro la nota apolínea
del himno sonoro,
que elevó a la belleza femínea
el cántico trémulo y fúlgido de una cuerda de oro;

el rígido timbre del duro diamante,
la cuerda fulmínea
del súbito apóstrofe potente y tonante;

el trino de un ave saltando en la línea
de una cuerda de plata radiosa,
que cantó la inocencia virgínea
de una fuente, un lucero, una rosa.

El son de campana,
el zumbo profundo del rum-rum de una cuerda broncínea,
que lloró con el viejo Profeta
la maldad humana,
¡anteviendo al Arcángel doliente de la honda corneta
en el último trágico día sin luz ni mañana!

Una cuerda de oscuro zafiro
en que azules memorias dormían su noche secreta,
y una cuerda de claro rubí, que el suspiro
daba al cielo en el lánguido giro
de las esperanzas y las ilusiones que perdió el poeta…

Y en el largo clamor penetrante de túrgida octava,
en el grito que rompe los vientos, como una saeta,
la cuerda más brava…

¡La cuerda que tiene alaridos de clarín guerrero,
hecha de una tripa del santo Cordero
que gime en la roca de mi Patria esclava!

Siete cuerdas que, a los golpes de mi mano,
percutían a la vez en el acero,
con murmullos de Océano:
en cadencias multiformes
exhalaban el sollozo del abismo,
los estrépitos enormes
de un oculto cataclismo
y el misterio de unas alas, de una onda, de un poema,
porque a veces, en el fondo de su música polífona,
el rugir de un anatema
terminaba en el susurro de una antífona.

Así fue… Mas hoy contemplo, como en brusca epifonema,
que los ecos de mi lira, como pájaros sin nido,
se extinguieron en el aire enrarecido
del ambiente de tormento que nos quema…
¡Cada cuerda emitió ya su última nota
seca y rota
de estallido!…
Y una solo vibra y trema,
y su nota es un balido…
¡¡Un balido del Cordero de mi Patria, en la suprema
rebeldía de su pecho desgarrado y dolorido!!

Esa cuerda está en mi mano,
y la pulso y la conservo,
y estará en mi ronca lira hasta la muerte,
como el bien más soberano,
que pudiera la fortuna dar al siervo…
¡Una cuerda larga y fuerte!
¡¡Una cuerda larga y fuerte para el cuello del tirano!!

Cantos de rebeldía, 1916.


Jorge Cuesta

Pintura de Cordelia Urueta

Jorge Cuesta (México, 1904-1942) es conocido como el gran crítico literario del grupo «Contemporáneos». Su obra poética es escasa: comprende poco más de cuarenta poemas breves, en gran parte sonetos, y un poema de mayor aliento titulado Canto a un dios mineral. Concibió la poesía como manifestación de la inteligencia y no de los afectos.

UNA PALABRA OSCURA

Primera versión

En la palabra habitan otros ruidos,
como el mudo instrumento está sonoro
y a la avaricia congelada en oro
aún enciende el ardor de los sentidos.

De una palabra obscura desprendidos,
la clara funden al ausente coro
y pierden su conciencia en el azoro
preso en la libertad de los oídos.

Cada voz de ella misma se desprende
para escuchar la próxima y suspende
a unos labios que son de otros el hueco.

Y en el silencio en que zozobra,
dura como un sueño la voz, vaga y futura,
y perpetua y difunta como un eco.