Categoría: Literatura paraguaya

Julio Correa

Dos mujeres, de Lilí del Mónico

Julio Correa (1890-1953) es considerado el dramaturgo de mayor influencia del teatro paraguayo. Su poesía rechaza el retoricismo y está al servicio de las causas sociales.

NO CANTÉIS MÁS, POETAS, VUESTRA VIEJA CANCIÓN…

No cantéis más, poetas, vuestra vieja canción,
de los dulces amores y de la vieja pena,
con las puerilidades de la «dura cadena»
que un Cupido de palo os ató al corazón.
Dejad a un lado los jardines,
a los viejos poetas del Trianón y Versalles,
con las cursilerías de Pierrots, Arlequines,
princesas y pastores de los floridos valles.
Volad a las calles
y con los adoquines
formad las barricadas heroicas del Derecho.
Es ahora la hora
de presentar los pechos
a la ametralladora
y de morir deshechos
vengando los agravios,
el himno de los libres en los labios,
crispadas o cerradas en puños vuestras manos,
golpeando la frente sucia de los tiranos.

No cantéis más, poetas, vuestras viejas canciones,
cuando a las libertades se oponen las murallas
de crimen y mentira;
y son vuestros señores los ladrones,
e impera la canalla
más ignara y más vil,
abandonad la lira
y empuñad el fusil.

Cuerpo y alma, 1945.


Gladys Carmagnola

Músico, de Koki Ruiz

La poesía de Gladys Carmagnola de Medina (Paraguay, 1939-2015) persigue la expresión de vivencias personales y la denuncia social. Su lenguaje, claro, transparente, está lleno de dulzura y ternura.

RAZONES

Para cuando no sirvan las palabras
aunque vivan las horas,
araño la corteza de una sílaba
e intento atrapar su magia
ahora.

Para cuando no guarde misterios
con los cuales nutrir mi corazón, la aurora;
o su luz no me alcance
para desbaratar las sombras
o te hable y no me escuches
o me mires
y no me reconozcas,
debo seguir acumulando letras
ahora.

A la intemperie, 1984.


Delfina Acosta

La poesía de la paraguaya Delfina Acosta (1956) gira en torno a las alegrías y las penas del ser humano. Gracias a la expresión sencilla e íntima de sus versos, que no desdeña el humor o la ironía, consigue comunicar a sus lectores su visión nostálgica, dolorida, de la vida.

DISCÚLPAME…

Discúlpame, si puedes, por mis versos,
Neruda, de mil sábanas poeta,
pues yo no sé escribir cantando al agua,
a aquel frescor primero de la hierba,
igual que tú, en tu Chile de araucarias.
Yo sólo sé escribir palabras quietas
en este pueblo donde todo muere
volviéndose en las manos simple piedra.
Sucede, sin embargo, algunas veces,
que el corazón procura alguna fiesta,
y salgo a andar, alegre y bien vestida,
por el camino y luego estoy de vuelta.
Me ocurre que me río, que mi risa,
igual al llanto mío desespera.
De mi costado izquierdo sale un verso
apasionado y triste que gotea.
Ah… si entonara como tú, Neruda;
si alzara por los vientos los poemas
mejores de mi vida en dulce nota.
Si el verso hablara a Dios sin una queja.
Sollozo sin su madre, fuego triste,
jardín quemado que no dio violeta,
invierno sin cerilla, espectro frío
es todo lo que tengo por cosecha.

Versos esenciales, 2001.