Categoría: Literatura peruana

Jorge Eduardo Eielson

Paisaje infinito de la costa del Perú, de Jorge Eduardo Eielson

En la trayectoria poética de Jorge Eduardo Eielson (Perú, 1924-2006) es constante la reflexión lúcida sobre el quehacer literario. Su obra es como una red de nudos apretados en los que se cruzan los hilos de las palabras, las vivencias, las intuiciones, las revelaciones…

POESÍA

En mi mesa muerta, candelabros
De oro, platos vacíos, poesía
De mis dientes en ruina, poesía
De la fruta rosada y el vaso
De nadie en la alfombra. Poesía
De mi hermana difunta, amarilla,
Pintada y vacía en su silla;
Poesía del gato sin vida, el reloj
Y el ladrón en el polvo. Poesía
Del viento y la luna que pasa,
Del árbol frondoso o desnudo
Que un fósforo cruza. Poesía
Del polvo en mi mesa de gala,
Orlada de coles, antigua y triste
Cristalería, dedos tenedores.

Reinos, 1944.


José Santos Chocano

La patria, de Teodoro Núñez Ureta

El peruano José Santos Chocano (1875-1934) ambicionó convertirse en el poeta de América. La geografía y la naturaleza americanas son cantadas en sus versos con todos los excesos retóricos del modernismo exteriorista más grandilocuente.

BLASÓN

Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical…

Cuando me siento Inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el Coloniaje,
parecen mis estrofas trompetas de cristal…

Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el León, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
¡y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador!

Alma América, 1906.


Ricardo Palma

La tapada, de Mauricio Rugendas

Famoso sobre todo por sus narraciones legendarias tituladas Tradiciones peruanas, Ricardo Palma (1833-1919) fue también poeta. No llegó a considerarse más que un mediano versificador y se avergonzaba de los excesos románticos de sus libros juveniles. En sus libros de madurez, como Verbos y gerundios, usó del verso para exponer su pensamiento.

LA POESÍA

–¿Es arte del demonio o brujería
esto de escribir versos? –le decía,
no sé si a Calderón o Garcilaso
un mozo más sin jugo que el bagazo–.
Enséñeme, maestro, a hacer siquiera
una oda chapucera.
–Es preciso no estar en sus cabales
para que un hombre aspire a ser poeta;
pero, en fin, es sencilla la receta.
Forme usted líneas de medida iguales,
luego en fila las coloca juntas
poniendo consonantes en las puntas.
–¿Y en el medio? –¿En el medio? ¡Ese es el cuento!
Hay que poner talento.

Verbos y gerundios, 1870-1878.