Categoría: Literatura española

Ramón María del Valle-Inclán

Bacante, de Joaquín Sorolla

El gallego Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) muestra en sus versos la influencia de la moda rubendariana, así como cierto regusto expresionista.

ROSA DE MELANCOLÍA

Era yo otro tiempo un pastor de estrellas,
y la vida, como luminoso canto.
Un símbolo eran las cosas más bellas
para mí: la rosa, la niña, el acanto.

Y era la armoniosa voz del mundo,
una onda azul que rompe en la playa de oro,
cantando el oculto poder de la luna
sobre los destinos del humano coro.

Me daba Epicuro sus ánforas llenas,
un fauno me daba su agreste alegría,
un pastor de Arcadia, miel de sus colmenas.

Pero hacia el ensueño navegando un día,
escuché lejano canto de sirenas
y enfermó mi alma de Melancolía.

El pasajero, 1920.


Ana María Navales

Tocata y fuga, de Juan Béjar

Ana María Navales (Zaragoza, 1939-2009) sostiene su poética en la búsqueda de un nuevo lenguaje que permita romper la incomunicación producida por el desgaste del valor expresivo de las palabras y que contribuya a dar sentido al mundo caótico y absurdo que nos rodea.

MI PALABRA, DESORDEN DE HUMO Y VIGILIA…

Mi palabra, desorden de humo y vigilia,
interroga al tiempo a quien se entrega
como un débil junco frente al río.
Se hiere en la vida, dulce y violenta,
y llora y ríe en su huerto cerrado,
con los pies en el rescoldo de la calma.

Del fuego secreto, 1978.


Juan Meléndez Valdés

La maja desnuda, de Francisco de Goya

Juan Meléndez Valdés (Badajoz, 1754 – Montpellier, 1817) es la personalidad poética más relevante del XVIII español. En su trayectoria podemos apreciar el gusto rococó, la poesía neoclásica y la veta prerromántica.

A MIS LECTORES

No con mi blanda lira
serán en ayes tristes
lloradas las fortunas
de reyes infelices,

ni el grito del soldado
feroz en crudas lides,
o el trueno con que arroja
la bala el bronce horrible.

Yo tiemblo y me estremezco,
que el numen no permite
al labio temeroso
canciones tan sublimes.

Muchacho soy y quiero
decir más apacibles
querellas y gozarme
con danzas y convites.

En ellos coronado
de rosas y alelíes,
entre risas y versos
menudeo los brindis.

En coros las muchachas
se juntan por oírme,
y al punto mis cantares
con nuevo ardor repiten.

Pues Baco y el de Venus
me dieron que felice
celebre en dulces himnos
sus glorias y festines.

Poesías, 1785.

LA VISIÓN DE AMOR

Por un florido prado
iba yo en compañía
de la zagala mía,
contento y descuidado.
El alma, suelta de pasiones graves,
con mi dulce rabel seguir curaba
ya el trino de las aves,
ya el be que a mis corderas escuchaba;
y así me deleitaba,
porque a un tierno muchacho le divierte
cualquier belleza que en natura advierte.

Vi que hacia mí venía
una doncella hermosa,
cual purpurante rosa,
que nunca visto había.
«La Musa», dijo, «soy de los amores.
No, zagalejo simple, te receles
cuando ves en suavísimos ardores
los hombres y aves, brutos y vergeles.
No cantes, no, cual sueles,
esa rusticidad de la natura,
que bien mayor mi numen te asegura.

Canta de tu zagala
la esplendente belleza,
su noble gentileza,
su enhiesto cuello y gala;
cántate de sus ojos hechizado;
y ciego en sus dulcísimos ardores,
haz que suene su nombre celebrado
por tu verso entre todos los pastores.
Coronado de flores,
sigue, tierno zagal, sigue a Cupido,
brazo con brazo a tu zagala asido.

En estos frescos valles
el ánimo se encanta;
corra feliz tu planta
sus tortuosas calles,
estancia amena de la Cipria diosa,
grata mansión de mil dríadas bellas,
do a alegre trisca incitan amorosas
en talle airoso cándidas doncellas.
Sigue, sigue sus huellas;
sigue, tierno zagal, sigue a Cupido,
brazo con brazo a tu zagala asido.

Mira allí prevenidas
entre parras espesas
cien opíparas mesas,
de cupidos servidas,
do los que inflama Amor van a sentarse.
Al Teyo mira, que el festín honrando,
ya empieza con los brindis a turbarse;
y entre lindas rapazas retozando,
te está dulce cantando:
Sigue, tierno zagal, sigue a Cupido,
brazo con brazo a tu zagala asido.

Corre, joven dichoso,
do el anciano te llama,
y con su copa inflama
tu pecho aún desdeñoso.
Ven, entra en los pensiles del Parnaso,
donde hallarás otros muchachos bellos,
cual Tibulo, Villegas, Garcilaso,
y alegre el niño Amor jugando entre ellos.
Ea, si quieres vellos,
sigue, tierno zagal, sigue a Cupido,
brazo con brazo a tu zagala asido.

Ve cuál las palomitas
se arrullan amorosas,
o susurrar gozosas
punzantes abejitas,
y allá, bajo una hiedra enmarañada,
gemir dos venturosos amadores,
la sien de mirto y rosa entrelazada,
y a Venus derramar sobre ellos flores.
Aquí, que es todo ardores,
sigue, tierno zagal, sigue a Cupido,
brazo con brazo a tu zagala asido».

Dijo Erato amorosa,
y en una vega amena,
de aves parleras llena,
dejonos cariñosa;
y yo y mi zagaleja nos entramos
en una gruta retirada, umbría,
y quién más pudo arder allí probamos,
y ella mi amor, y el suyo yo vencía.
Desde tan fausto día
sigo, siervo feliz, sigo a Cupido,
brazo con brazo a mi zagala asido.

Poesías, 1797.


Gloria Fuertes

Niña con plato y pez, de Juan Barjola

La efectividad expresiva de Gloria Fuertes (Madrid 1917-1998) reside en su carácter marcadamente oral y un buscado desaliño. En sus versos, recurre a la ironía, los juegos de palabras, los ripios, para tratar sobre temas universales como la soledad, el amor… Al mismo tiempo, protesta contra las injusticias sociales y la guerra.

NO PERDAMOS EL TIEMPO

Si el mar es infinito y tiene redes,
si su música sale de la ola,
si el alba es roja y el ocaso verde,
si la selva es lujuria y la luna caricia,
si la rosa se abre y perfuma la casa,
si la niña se ríe y perfuma la vida,
si el amor va y me besa y me deja temblando.
¿Qué importancia tiene todo esto,
mientras haya en mi barrio una mesa sin patas,
un niño sin zapatos o un contable tosiendo,
un banquete de cáscaras,
un concierto de perros,
una ópera de sarna…
Debemos inquietarnos por curar las simientes,
por vendar corazones y escribir el poema
que a todos nos contagie.
Y crear esa frase que abrace todo el mundo;
los poetas debiéramos arrancar las espadas,
inventar más colores y escribir padrenuestros.
Ir dejando las risas en la boca del túnel,
y no decir lo inti1no, sino cantar al corro;
no cantar a la luna, no cantar a la novia,
no escribir unas décimas, no fabricar sonetos.
Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso,
gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo
debajo de las latas con lo puesto y aullando,
y madres que a sus hijos no peinan a diario,
y padres que madrugan y no van al teatro.
Adornar al humilde poniéndole en el hombro nuestro verso;
cantar al que no canta y ayudarle es lo sano.
Asediar usureros y con rara paciencia convencerles sin asco.
Trillar en la labranza, bajar a alguna mina;
ser buzo una semana, visitar los asilos,
las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos,
danzar en las leproserías.
Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos,
que al corazón le llega poca sangre.

Antología y poemas del suburbio, 1954.


Manuel Reina

Las tres Parcas, de José Villegas Cordero

El cordobés Manuel Reina (1856-1905) es uno de los más importantes precursores del Modernismo en España. Juan Ramón Jiménez lo definió como “parnasiano impecable” por su percepción de la belleza de las formas.

INTRODUCCIÓN

Hijo soy de mi siglo,
y no puedo olvidar que por el triunfo,
de la conciencia humana,
desde mis años juveniles lucho.
NÚÑEZ DE ARCE

Soy poeta: yo siento en mi cerebro
hervir la inspiración, vibrar la idea;
siento irradiar en mi exaltada mente
imágenes brillantes como estrellas.

El fuego abrasador de los volcanes
en mi gigante corazón flamea;
escalo el cielo, bajo a los abismos,
rujo en el mar, cabalgo en la tormenta.

Soy poeta: mi espíritu se escapa
de la mezquina cárcel de la tierra,
y sobre otros espacios y otros mundos
tiende sus alas de águila altanera.

Bebe la luz en la mansión del rayo;
atraviesa las órbitas etéreas,
y el penetrante arpón de sus pupilas
recorre el panorama de la esfera.

Soy poeta: al rumor de las naciones
las cuerdas de mi cítara se templan;
lloro en el negro mundo de las tumbas,
río en la bacanal, trueno en la guerra.

El amor y la patria son mi vida;
el corazón humano, mi poema;
mi religión, la caridad y el arte;
la libertad sublime mi bandera.

Soy poeta: yo siento en mi cerebro
hervir la inspiración, vibrar la idea;
siento irradiar en mi exaltada mente
imágenes brillantes: ¡soy poeta!

Cromos y acuarelas, 1878.