Ana María Navales (Zaragoza, 1939-2009) sostiene su poética en la búsqueda de un nuevo lenguaje que permita romper la incomunicación producida por el desgaste del valor expresivo de las palabras y que contribuya a dar sentido al mundo caótico y absurdo que nos rodea.
MI PALABRA, DESORDEN DE HUMO Y VIGILIA…
Mi palabra, desorden de humo y vigilia,
interroga al tiempo a quien se entrega
como un débil junco frente al río.
Se hiere en la vida, dulce y violenta,
y llora y ríe en su huerto cerrado,
con los pies en el rescoldo de la calma.
Del fuego secreto, 1978.
ESCRIBES SOBRE LA RAMA SECA QUE CABALGA EL AIRE…
Escribes sobre la rama seca que cabalga el aire
con bramidos de amor hacia el vacío.
Pluma de águila o cometa en guerra contra el fuego.
Sombra bajo el palacio y amarga serpiente de ira
rastrean tu silueta por las almenas de la noche.
Qué dioses han caído como nieve destrozando las
túnicas que cubren tu muerte en la palabra…
Ven a la tierra donde arde con humo de misterio
el árbol y sostiene un mundo en cada herida.
Pero nadie llega hasta el silencio de tu espanto.
Todo los hombres se hunden en un solo cadáver
de lluvia caliente sobre el océano que el sol abrasa.
Otra vez penetras en la alcoba del verso
y te nacen espinas en los dedos.
Poeta, estás condenado a la mentira de tu espejo.
Los labios de la luna, 1989.
ESTA MAÑANA DE ABANDONO…
Esta mañana de abandono
he perdido un poema.
Voló como un viento frío,
como una hoja quemada
por el otoño. Los versos
temblaban de muerte y olvido.
Con angustia pisé la calle
buscando la vieja imagen
que el tiempo dibujó en la lluvia;
el oro de un pasado ya borroso.
Pero todo estaba en aquel papel
extraviado que envolvía la llave
de mi casa y las palabras.
Ahora ya es inútil buscar
entre cenizas y libros
el único poema que he escrito
y alguien habrá roto en una esquina.
Escrito en el silencio, 1999.
BUSCO UN POEMA SIN TIEMPO…
Busco un poema sin tiempo,
sin amores y sin muerte,
sin noches ni amaneceres,
sin infancia y sin gaviotas;
en el que no haya lugar
para los sueños, y el sol
se burle de las palabras.
Busco un poema desnudo,
sin murmullos ni testigos,
un poema, sólo uno,
como un ángel de la guarda
que me salve de la vida.
Escrito en el silencio, 1999.
ANTES DE ESCRIBIR EL POEMA…
Antes de escribir el poema,
con el lápiz en la mano
y el silencio hecho palabra
me pregunto a quién demonios
interesa si este mar
ya no es azul ni si mi vida
de hoy es la que antes era.
Y si es lamento
o violín lo que suena
ahora en mi casa.
O a quién irán estos versos
y quién se aventurará conmigo
buscando esa luz inútil
que conduzca a una salida.
Este es un viaje
sin más brújula que el viento
ni más compañía
que este miedo y esta noche.
Contra las palabras, 2000.
ALGUNA VEZ SE CANSAN LAS PALABRAS…
Alguna vez se cansan las palabras
y nos piden una tregua,
audaces vuelan del nido
en busca de otras manos y otro tiempo.
Y se ve el poeta al borde de la nada,
sobre el papel una luz mortecina
que no alumbra la espera ni la noche.
Cuando los siete círculos
se alejan del fuego y de los pájaros,
vuelven, como golondrinas sin alas,
el ayer y los verbos y los nombres.
Y hay que quitarles el miedo,
vigilar los cuadernos del otoño,
tomar el camino por otro lado
y convencerse de nuevo
de que siempre hay un mañana
con las palabras desnudas,
al sol tendidas en la blanca arena.
Contra las palabras, 2000.