Mesa de trabajo, de Álvaro Santiago

La poesía del mexicano Efraín Bartolomé (1950) destaca por su perfección verbal y musical, pero sobre todo por la intensidad con la que celebra la naturaleza, el amor y las grandes emociones humanas.

LOS DONES

Todo me lo ha dado la Poesía:
el paisaje, la Luna, los vientres de las hembras más hermosas
dulcemente paridas por el húmedo vientre de la patria.

Todo me lo ha obsequiado:
la música más honda de la Música
y las huellas de oro
en el ojo de oro de la Imaginación.

Todo me lo ha ofrecido la Poesía.
Incluso las arterias del Tiempo
y el sentido del mundo (Ah… el sentido del mundo):
Nacimiento, Vida, Muerte, Amor
y Permanencia.

Todo me ha regalado la Poesía:
la Tierra, el Agua, el Fuego, el Viento,
la Mujer.

Ya apestaba el cadáver de la Razón.
Ya perfumaba el aire
el azahar de la Poesía
que me ha brindado todo:
mis bienes terrenales
y el Hambre que ha crecido
en el hombre que soy.

Todo me lo ha otorgado:
la manzana y el membrillo,
la sal y el ácido,
el bálsamo y la herida,
el ojo y el paisaje,
el olfato y el café.
Mi admiración por el Águila
y mi agradecimiento a la Lombriz

Todo me lo dio la Poesía:
el Sol, las flores, el Silencio y la Lluvia.

Y yo no supe qué hacer con todo aquello
además de asombrarme.

Y cantar.

Y agradecer.

Partes un verso a la mitad y sangra, 1997.