La danza de la muerte, de Roberto Matta

Enrique Gómez-Correa (1915-1995) es uno de los cofundadores del grupo Mandrágora, el cual daría forma y sustento al experimento surrealista en Chile. Concibe la poesía como una forma de penetrar en lo desconocido y recomienda huir «de los concursos, de los premios literarios, de la lepra y de Neruda».

MANDRÁGORA, ARTE POÉTICO

1

Al toque del relámpago
Sacad de paseo vuestro espíritu
Hacia los acantilados del mundo exterior
Tomad la primera palabra que salte sobre el labio
Y lanzaos con ella al infinito.

El mundo es una invención de poetas
El poeta es una invención de la palabra
Y la palabra es el perfil del sueño.

Que el hombre se busque en su obscuridad
Que viva en sus mitos
Que dé rienda suelta a su locura.

Es siempre ese juego de peligros
Ese ir y venir de lo inteligible a lo ininteligible
La necesaria presencia actual de la inefable
Que se nos va que se nos va
Y que por un golpe de azar reconocemos y capturamos
En la angustia de la mañana en la angustia de la tarde en la angustia de la noche
En fin comprendes
En plena soledad.

2

Razón para reír razón para llorar
Que el ser viva sumido en el sentimiento y aún en la idea
Que le destruya el alma.

Que se aparte de su razón que se aparte de su instinto
Sea como el ruiseñor de la soledad
Sea alto invisible nostálgico
Pise sobre la yerba del placer.

El amor a lo desconocido
Le trae una sed le trae una garganta
Le habla con ternura con furor
Con el deseo de la sobrecogedora aparición de la bella desconocida.

Y es ella que se afirma en lo negro que soy yo
En mi amor en su amor
Que supone que es mi amor
En acto de presencia.

3

No será el sonido de la palabra
Sino el sonido del mundo el sonido de la realidad pavorosa
Quien me lance a la isla atormentada del conocimiento.

Será el fuego interior
Que lo transforma a uno de repente en hoguera
Y lo hace girar sobre sus talones
Como el pasado imaginario gira alrededor del presente imaginario
Que es el futuro.

Es la consecuencia de la pureza de tu corazón
Le dice una voz al oído
Es tu propio ser que se vuelve en contra de ti mismo
Eres tú en acto de videncia.

Y así la puerta se abrirá
La puerta errante en los cielos del atardecer
La puerta junto al cielo
La puerta que es el ojo del infinito.

Despegándose de mí mismo
El ser poético me induce a la transfiguración.

4

Y se cantará con una voz extraña
Con un pulso a duras penas sostenible
Hablará con los fantasmas
Con la sombra de los fantasmas.

Un bosque azotado por los relámpagos
Un relámpago azotado por el mar
Un mar azotado por el delirio
Un delirio azotado por uno mismo.

En el amor seremos el Uno y el Todo
El Tú y el Yo en el Mí
Comparables al destello de la violencia
A ciencia cierta el espíritu de la Mandrágora.

5

En vano habrá de llorarse
Los objetos permanecerán inmutables en las envolturas esenciales
Se gritará en la noche se gritará en el día
Y por último terminaremos gritándonos al oído
Que la noche y el día son el eco del uno y el otro.

Entonces la libertad estará en vuestro corazón
Mientras el espíritu esté preparado para renunciarlo a todo
Aún al amor al perfil del amor.

Abandonaréis vuestros temores vuestra casa
Vuestro pan cotidiano
Abandonaréis la vida abandonaréis la muerte
Abandonaréis la idea del adiós.

Será la revancha de vuestro corazón
Negando la noche negando el día
Destruido el ser
Disuelta el alma misma en la eternidad.

Y entonces
Entonces estaréis en la poesía en lo negro
En el calor sombrío de la mandrágora
En el espíritu entonces entonces
En el espíritu dispuesto
Como para saltar de un segundo piso.

En pleno día, 1948.