Sin título, de Luisa Palacios

Vicente Gerbasi (1913-1992) es el principal representante de Viernes, grupo cercano al surrealismo, clave en la renovación de la poesía venezolana de los años 40. Su escritura es, a la vez, alucinada y armoniosa.

DOCUMENTO DE LOS SENTIDOS

He aquí un propósito de alucinado,
un paso más a orillas del abismo,
hacia el fondo agreste de la música,
donde duerme una pastora rodeada de yerbas del año:
hacer el relámpago sobre materiales de sombra,
iluminar hongos en rincones forestales,
despertar el agua en su silencio de serpientes azules.

He aquí que soy un habitante del sonido, de la humedad, del hueso,
en un espacio turbio de mercado,
donde se derraman las manzanas y las piñas,
donde brilla el ojo de la sardina.

Había dejado atrás a mis padres recogiendo bellotas en el crepúsculo,
vistiendo espantapájaros en una luz de confín.
Mis hijos vinieron de la sombra pastoreando conejos,
recogiendo estrellas en el césped.

¿Dónde estaba yo cuando descubrí la música
que hace desbordar las flores del día como en un espejo?
Mi edad había iniciado una cacería de venados bajo las palmas,
había guiado el entierro de un labriego
hacia el paraje lúcido de las cigarras.

¿Hacia dónde iba yo cruzando las noches del bambú
y la luz de los gavilanes?

Entré a la ciudad oyendo las campanas,
mirando las ventanas abiertas en un mes claro.

El perfil resume a los arcángeles,
despierta estatuas en el crepúsculo.
La ciudad después de la lluvia
es el espejo oscuro de los mendigos.

He aquí un propósito de alucinado:
fundar un espacio de lumbres, de escarabajos, de rostros
en el documento de los sentidos.

Los espacios cálidos, 1952.