Julián del Casal (Cuba, 1863-1893) destaca dentro del modernismo hispánico por su preferencia por los temas esteticistas y exóticos, la visión desencantada de la vida y una gran perfección plástica.

EL ARTE

Cuando la vida, como fardo inmenso,
pesa sobre el espíritu cansado
y ante el último Dios flota quemado
el postrer grano de fragante incienso;

cuando probamos, con afán intenso,
de todo amargo fruto envenenado
y el hastío, con rostro enmascarado,
nos sale al paso en el camino extenso;

el alma grande, solitaria y pura
que la mezquina realidad desdeña,
halla en el Arte dichas ignoradas,

como el alción, en fría noche oscura,
asilo busca en la musgosa peña
que inunda el mar azul de olas plateadas.

Hojas al viento, 1890.

INTRODUCCIÓN

Como en noche de invierno, junto al tronco
vacilante del árbol amarillo,
silencioso el clarín del viento ronco
y de la luna al funerario brillo,
desciende del brumoso firmamento
en copos blancos la irisada nieve,
pirámides formando en un momento
que ante el disco del sol y al soplo leve
del aire matinal, va derretida
a perderse en las ondas de los mares;
así en la noche obscura de la vida,
acallada la voz de mis pesares
y al fulgor de mi estrella solitaria,
estas frías estrofas descendieron
de mi lóbrega mente visionaria,
al pie de mi existencia se fundieron,
llegaron en volumen a formarse,
y hoy que a la vida efímera han salido,
unidas volarán a dispersarse
en las amargas ondas del olvido.

Nieve, 1892.

A UN CRÍTICO

Yo sé que nunca llegaré a la cima
Donde abraza el artista a la Quimera
Que dotó de hermosura duradera
En la tela, en el mármol o en la rima;

Yo sé que el soplo extraño que me anima
Es un soplo de fuerza pasajera,
Y que el Olvido, el día que yo muera,
Abrirá para mí su oscura sima.

Mas sin que sienta de vivir antojos
Y sin que nada mi ambición despierte,
Tranquilo iré a dormir con los pequeños,

Si veo fulgurar ante mis ojos,
Hasta el instante mismo de la muerte,
Las visiones doradas de mis sueños.

Nieve, 1892.