La argentina Amelia Biagioni (1918-2001) concibe el lenguaje como puerto, pero también como lugar de fuga. Es la suya una poesía de la furia y la dulzura, de lo oscuro, lo contradictorio y lo humano.
LEÓN
No importa si la pálida mujer
que en su torre escribe
amontona palabras tibias.
Cuando duerme de un rojo salto
la arrebato y enciendo
la llevo a su selva
le infundo mi dinastía
y la obligo a reinar,
a avanzar segura y espléndida
a apresar bravamente
las palabras amantes o guerreras
y a desdeñar las otras.
Las cacerías, 1976.