La poesía de la sevillana María Sanz (Sevilla, 1956) se nutre de la emoción contemplativa y de la capacidad de la palabra para evocar sensaciones. Música y pintura, naturaleza y vida, se funden en sus poemas.
ALGUIEN QUE NO SOY YO
Alguien que no soy yo lleva la cuenta
de las horas felices, de las tardes
en que tuvo al amor como aliado,
de las noches libradas cuerpo a cuerpo.
Alguien que no soy yo sale de casa
y rompe sus cadenas, como aquellos
que, tras cumplir con su dolor, un día
cualquiera se fugaron de la muerte.
Ese alguien eleva
su corazón al cielo;
abarca el horizonte
y elige su destino,
aunque al final se interne
dentro de mí y escriba.
Paseo de los magnolios, 19956.
POR NO TENER
Si yo hubiera tenido
las palabras exactas
para huir cuando, oscuro,
me cercaba el silencio;
si yo hubiera tenido
lo que a todos concede
la vida, para luego
morir en paz, quién sabe
si ahora escribiría
estos versos, como única
constancia de mis bienes.
Tanto vales, 1996.
EN TIEMPO Y FORMA
A solas con el tiempo
se quedan tus palabras.
No las maldices, sabes
que viven por encima
de muchos sacrificios,
que olvidan cuanto llevan
de ti sobre sus hombros.
A solas con el tiempo,
igual que tú, sin nadie,
deshojan cada noche
el final de tu vida
en forma de poema.
Tanto vales, 1996.
EN LA MORADA DE LA LUZ ESCRIBO…
En la morada de la luz escribo,
con una transparencia contenida
que me hace hueco, que me desenvuelve
de tanta noche cruel y su amenaza.
Voy de camino, siempre voy, a solas
por las estancias donde iba antes
de saber que ya no tengo regreso.
En la morada de la luz, del cálido
perfume que conforta mis poemas,
escribo hacia adelante, como vivo.
Domus aurea, 1999.