Guillermo Valencia

Desnudo, de Luis Eduardo Vieco

Según Anderson Imbert, Guillermo Valencia (Colombia, 1873-1943) escribió “con corazón romántico, ojos de parnasiano y oído de simbolista”. El eje temático de su poesía es la lucha entre la carne y el espíritu, el vicio y la virtud, la concepción pagana de la vida y los valores perdurables del cristianismo.

CANCIÓN

En mi verso de miel
he cantado la hiel de la ausencia.
¡Oh ardid de la crüel que secó mi existencia!

En rubio hilo de oro
engarzo el verso ahora, labrado con primor;
y con vigor tranquilo canto cosas de amor.

Jardines perfumados de rosas
y gacelas de ojos negros, y undosas
sedas de las gacelas.

La crüel fue jardín de mi pasión. Su rostro
rosas de ese jardín, y las combas nevosas
de sus senos,
sus deleitosas peras, sus granadas sabrosas.
Sus formas de jazmín eran panales llenos.

De hoy más quiero vivir entre vírgenes tiernas,
mirar la móvil gracia de sus piernas,
flexibles como ramas de frescor matinal;
vivir entre beldades
intactas como perlas que tiñó el coral.

Al son de unos süaves laúdes, pronto el labio
a la colmada copa que da el escanciador;
y olvidar el dolor, tendido en las praderas morosas,
entre rosas
de negligente olor.
Y aspirar los sutiles aromas de la carne fugaz;
saborear la esquiva saliva de los labios en flor
con besos
de mimo ardiente y puro
prefiriendo los gruesos
labios, los de color oscuro.
Y mis ojos cansados reposarán en su mirar;
y en su jardín sin par
la aurora
nos hallará sentados juntos al agua canora
que fluye sin cesar.

Catay, 1929.


Sergio Corazzini

Mujer sentada con vestido azul, de Amadeo Modigliani

Sergio Corazzini, nacido en Roma en 1886, y muerto en esta misma ciudad a los 21 años, es uno de los máximos representantes del crepuscularismo o decadentismo italiano.

AFLICCIÓN DEL POBRE POETA SENTIMENTAL

I

¿Por qué me llamas poeta?
Yo no soy un poeta.
Yo no soy más que un pequeño niño que llora.
Ves: no tengo ya más lágrimas para ofrecer al silencio.
¿Por qué me llamas poeta?

II

Mis tristezas son pobres tristezas comunes.
Mis alegrías han sido sencillas,
tan sencillas que si yo te las confiara, te ruborizarían.
Hoy pienso en morir.

III

Quiero morir, simplemente, porque estoy cansado;
solamente porque los grandes ángeles
de las vidrieras de las catedrales
me hacen temblar de amor y de angustia;
solamente porque yo ya soy
resignado como un pobre espejo melancólico.
Ves que yo no soy un poeta:
soy un niño triste que quiere morir.


Ricardo Molinari

Bañistas, de Lino Enea Spilimbergo

La poesía de Ricardo E. Molinari (Argentina, 1898-1996) expresa en versos exaltados y dolientes la aguda conciencia de transitoriedad del hombre, de ahi que esté a medio camino de la oda y la elegía. Cultivó con igual maestría las formas cultas y populares de la tradición clásica española y el verso libre.

NO SÉ SI CANTANDO SE SECA EL VIENTO…

No sé si cantando se seca el viento
o la voz pierde su humedad. Cuando pienses
que nadie entiende nada, y por qué vuelvo al sur;
y que hay personas que miran la poesía
como un tiempo perdido, igual que a una barga griega.
(Si ellos vieran la sombra debajo de un farol, mutilándose
como una ballesta, y a cada uno de nosotros
en su lucha
por salvarse del odio.)

Mañana cuando vuelva el aire
a cernirse sobre las flores, sobre las altas paredes
que custodian el mundo,
y los ángeles regresen cansados a sus árboles;
cuando el horizonte cante debajo del cielo
y haya hombres que bailen alegres, juntando los brazos vertiginosos,
y las aves del mar se quejen y vuelen alrededor de los mástiles,
yo pensaré: oh, mi hogar del sur, al oeste de un gran río,
y gozaré memoras agradables. -Alguna vez,
el olvido también correrá sobre el mar,
y mi tierra irá callada hacia la otra tierra sin esperanza,
y yo no sé si seré feliz.
Quien no haya oído nunca el viento lamentarse
en el hielo,
no sabe lo que es el recuerdo. Yo tengo los labios
húmedos de mirar por una ventana.
El olvido debe ser igual a la pampa;
así como un paseo concluido o una cabellera
que ha quedado reposando sobre el polvo.
Una rama de naranjas tiene el día, su color,
para el que pierde el aliento:
¡quién me pintará a mí una rosa en la más densa y alta obscuridad!
Espada, fresnos, montes de agua, mi soledad es tan parecida al frío del cielo,
que ya no tengo sed. (Mañana podría cambiar todo: la gimnasia. Vivir.
¡Si uno pudiera vivir de nuevo un día
pleno, sin personas!)
Yo tengo un gran deseo en la garganta
-nostalgia o viento-
clamor que se endurece: ser otro ser,
playa que no quiere ser mirada.
¡Víspera sin memoria,
luna sin agua!

Hostería de la rosa y el clavel, 1933.


José Lamarque de Novoa

Los dos caudillos, de José Casado del Alisal

El poeta sevillano José Lamarque de Novoa (1828-1904) expresó en sus versos el desprecio por la poesía autocomplaciente de gusto burgués que predomina en su siglo, carente de aliento épico o de auténtico lirismo.

EL POETA (¡LO QUE VA DE AYER A HOY!)

En Patria y Fe ayer sólo se inspiraba:
al oro llamó vil, y odió su brillo;
y si no tenía capa el pobrecillo,
con la lira en invierno se embozaba.

Fuerza o candor su canto respiraba,
al son de épica trompa o caramillo.
Y alguno tan romántico o sencillo
era que, ardiendo en celos, se mataba.

Hoy es el vil metal su único anhelo;
canta a la duda y nunca mira al cielo,
ni sufre por amor letal desmayo:

a un buen destino, en su ambición, aspira:
si lo consigue al fin, cuelga la lira
de un alto cedro, y… ¡que la parta un rayo!

En el fondo de mi cartera, 1898.


Francisco Cervantes

Teorema, de José Luis Cuevas

El mexicano Francisco Cervantes (1938-2005), gran amante de la lengua y literatura portuguesas, expresó en sus versos una actitud de absoluto desarraigo, que lo emparenta con Fernando Pessoa, al que tradujo.

CANTADO PARA NADIE

La cólera, el silencio,
Su alta arboladura
Te dieron este invierno.
Mas óyete en tu lengua:
Acaso el castellano
No es seguro.
Canciones de otros siglos si canciones,
Dolores los que tienen todos, aun aquellos
–Los más– mejores que tú mismo.
Y es bueno todo: el vino, la comida,
En la calle los insultos
Y en la noche tales sueños.
¿A dónde regresar si sólo evocas?
¿Amor? Digamos que entendiste y aun digamos
Que tal cariño te fue dado.
Pero ni entonces ni aun menos ahora
Te importó la comprensión que no buscaste
Y es claro que no tienes,
Bien es verdad que no sólo a ti te falta.
La ira, el improperio,
Los bajos sentimientos
Te dieron este canto.

Cantado para nadie, 1982