José Gorostiza

Mujer frente al mar, de Francisco Gutiérrez

Para José Gorostiza (1901-1973), poeta perteneciente al grupo mexicano de los Contemporáneos, la poesía “es una investigación de ciertas esencias -el amor, la vida, la muerte, Dios- que se produce en un esfuerzo por quebrantar el lenguaje de tal manera que, haciéndolo más transparente, se pueda ver a través de esas esencias”.

PRELUDIO

Esa palabra que jamás asoma
a tu idioma cantado de preguntas,
esa, desfalleciente,
que se hiela en el aire de tu voz,
sí, como una respiración de flautas
contra un aire de vidrio evaporada,
¡mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!
en esta exangüe bruma de magnolias,
en esta nimia floración de vaho
que -ensombreciendo en luz el ojo agónico
y a funestos pestillos
anclado el tenue ruido de las alas-
guarda un ángel de sueño en la ventana.

¡Qué muros de cristal, amor, qué muros!
Ay ¿para qué silencios de agua?

Esa palabra, sí, esa palabra
que se coagula en la garganta
como un grito de ámbar.

¡Mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!

Mira que, noche a noche, decantada
en el filtro de un áspero silencio,
quedóse a tanto enmudecer desnuda,
hiriente e inequívoca
-así en la entraña de un reloj la muerte,
así la claridad en una cifra-
para gestar este lenguaje nuestro,
inaudible,
que se abre al tacto insomne
en la arena, en el pájaro, en la nube,
cuando negro de oráculos retruena
el panorama de la profecía.

¿Quién, si ella no,
pudo fraguar este universo insigne
que nace como un héroe en tu boca?
¡Mírala, ay, tócala,
mírala ahora,
incendiada en un eco de nenúfares!
¿No aquí su angustia asume la inocencia
de una hueca retórica de lianas?
Aquí entre líquenes de orfebrería
que arrancan de minúsculos canales
¿no echó a tañer al aire
sus cándidas mariposas de escarcha?

Qué, en lugar de esa fe que la consume
hasta la transparencia del destino
¿no aquí -escapada al dardo
tenaz de la estatura-
se remonta insensata una palmera
para estallar en su ficción de cielo,
maestra en fuegos no,
mas en puros deleites de artificio?

Esa palabra, sí, esa palabra,
esa, desfalleciente,
que se ahoga en el humo de una sombra,
esa que gira -como un soplo- cauta
sobre bisagras de secreta lana,
esa en que el aura de la voz se astilla,
desalentada,
como si rebotara
en una bella úlcera de plata,
esa que baña sus vocales ácidas
en la espuma de las palomas sacrificadas,
esa que se congela hasta la fiebre
cuando no, ensimismada, se calcina
en la brusca intemperie de una lágrima,
¡mírala, ay, tócala!
¡mírala ahora!
¡mírala, ausente toda de palabra,
sin voz, sin eco, sin idioma, exacta,
mírala cómo traza
en muros de cristal amores de agua!

1936. Del poema frustrado, 1964.


José Agustín Goytisolo

Caballo de Troya, de Josep Maria Subirachs

La poesía de José Agustín Goytisolo (Barcelona, 1928-1999), miembro destacado de la generación del 50, se caracteriza por el tono melancólico, la sátira social y el lenguaje claro y directo.

EL OFICIO DEL POETA

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.

Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.

La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.

Algo sucede, 1968.


Gerardo Valencia

Diálogo, de Ignacio Gómez Jamarillo

En la poesía del colombiano Gerardo Valencia (1911-1994), miembro del grupo poético Piedra y Cielo, la sencillez de la belleza armoniza con la profundidad vital.

POESÍA

Amigo, no desdeñes
la humilde poesía,
que en tallo más débil
hay una flor erguida
y en las alas más tenues
puede volar la vida.

Amigo, no destruyas
la oculta poesía,
que en la hierba que pisas
está brillando el día
y en los árboles secos
hay un arpa escondida.

Amigo, no te empeñes
en la palabra esquiva,
que el vocablo más dulce
puede ser la mentira
y en la voz del silencio
está la poesía.

Amigo, no lamentes
la ausente poesía,
que ella está en la añoranza
de la ilusión perdida
y es nueva en la ternura
del amor que se olvida.

Amigo, no te embriagues
de falsa poesía,
que es el agua sencilla
para la sed bebida
y en la luz de un instante
puede estar la alegría.

Amigo, busca siempre
la muda poesía,
la que no tiene forma
para verter su esencia
y que sin tú saberlo
en ti mismo se anida.

El sueño de las formas, 1981.


Manuel Rico

Sin título, de José Sanleón

Manuel Rico (Madrid, 1952) combina en sus versos memoria, melancolía, apelación a la historia e indagación en el lenguaje. Concibe el poema como un espacio donde amalgamar “palabra reveladora y conciencia crítica”.

PAPELES INCIERTOS

Jamás la certidumbre. Nunca
la posesión de lo absoluto.
Sí lo que abraza y reconstruye
tu frágil corazón con la materia
que forman las palabras, los apuntes,
las piezas de la vida
o de la muerte.

La tentación perenne que no evitas.
El tacto de la ropa acostumbrada
a tus vicios secretos.

La pasión de las horas entregadas
en bares derrotados y en bocas clandestinas.

La secreta función bajo la tinta
de esta pluma que adoras
por no ser sólo tuya, quién diría,
sino medio y cedazo
que recoge y que criba, selecciona
los datos, los temblores, las derrotas,
la luz difuminada de la tarde,
los aloja en el páramo
de esos folios vacíos, a la espera
de la letra y su luz,
del poder que los unge de un tizne diferente:
ser papeles inciertos, llanuras asequibles
a emociones difusas, a recuerdos y nubes,
a octubres memorables.

Papeles inciertos, 1990.


Joaquín Giannuzzi

Fábrica, de Horacio March

La poesía del argentino Joaquín Giannuzzi (1924-2004) huye del tono solemne y de la exuberancia verbal; pretende ser una constatación del mundo real, de los objetos que nos rodean y que revelan la precariedad de la vida, la fugacidad, el olvido.

ESCUCHANDO EL LAÚD

Escuchando en el laúd la nota antigua
Uno ve poetas en el pasado pero no asesinos.
Ve la ingrávida sustancia incorporada
A la calamitosa energía de la historia
Y esta confusión no termina de aclararse.
Increíbles poetas entre nubes de sangre
Salvando a medias la verdad, dejando el resto
A la convicción del crimen general
Como un error que debe soslayarse. Cómo
Consiguió la belleza aislar las rosas,
Construir un recluso jardín incorrupto
Y dar materia a este cantor eterno.
Pero la estúpida crueldad y el martirio
No fueron cosas transitorias ni objetos irreales
Que pueden apartarse como una falla terrestre,
Una fractura en la roca, un paso en falso en el mundo.
Aquí están todavía, no en el mito
Y a su manera se empeñan en dar música.
Las cuerdas siguen sonando en medio de la masacre;
La vida corporal de esta madera finamente curvada
Es aceptada como un triste conocimiento.
El laúd rescata un engaño hasta el fin de los tiempos.

Las condiciones de la época, 1967.