Rafael Cadenas

Para Rafael Cadenas (1930), uno de los más importantes poetas venezolanos de la generación del 60, la poesía es una revisión profunda y descarnada del yo, a la vez que un contrapeso del poder y la sociedad.

ESCRIBO…

Escribo
como el que se inclina sobre el cuerpo que ama.

«Fragmentos», en Una isla, 1958.


Antonio Hernández

Pasarela para D. Diego, de Emilio Prieto

La poesía del gaditano Antonio Hernández (1943) hunde sus raíces en la memoria y en el testimonio. El amor a Andalucía, su paisaje y sus gentes, la defensa de los oprimidos y la visión nostálgica de la infancia son algunos de sus temas.

AH, DEL CASTILLO

Se ahogó la princesa,
y el príncipe.
Se hundieron las mesnadas,
sucumbieron
pendones y caballos
cuando la ola se llevó el castillo
que construí en la arena
de Cádiz, siendo niño.

Pero quedó el juglar.

Indumentaria, 1986.


Aleksandr Pushkin

El joven jardinero, de Orest Kiprensky

El romántico Aleksandr Serguéyevich Pushkin (1799-1837) está considerado el mayor poeta ruso de todos los tiempos y el fundador de la poesía moderna de su país. En su obra se percibe la influencia de Byron y del folclore ruso.

EL POETA

Hasta que Apolo al poeta no convoca
a ofrecer el sagrado sacrificio,
en los afanes de este mundo vano
está él cobardemente retenido.
Muda se halla su lira sacrosanta,
su alma sumida en frío letargo está
y entre los hijos fútiles del mundo
el más fútil de todos es quizá.

No obstante, apenas el divino verbo
hasta su agudo oído se abre paso,
las alas bate el alma del poeta
como águila que hubiera despertado.
Le hastían los mundanos pasatiempos
y al rumor de las gentes es ajeno;
no agachará orgullosa la cabeza
a las plantas del ídolo del pueblo.
Y correrá, salvaje e inflexible,
henchido de sonido y rebelión,
a la orilla de las desiertas olas,
al bosque que resuena con poderoso son…

1827. Traducción de Eduardo Alonso Luengo.


Fabio Morábito

Camarones, de Francisco Toledo

Para Fabio Morábito (1955), poeta mexicano, aunque nacido en Alejandría, de padres italianos, la literatura muestra, a través de la imaginación, “nuevos deseos, nuevas formas de expresión, nuevas formas de conciliar el ser, de seguir siendo humanos pero de otro modo”.

A TIENTAS

Cada libro que escribo
me envejece,
me vuelve un descreído.
Escribo en contra
de mis pensamientos
y en contra del ruido
de mis hábitos.
Con cada libro
pago un viaje
que no hice.
En cada página que acabo
cumplo con un acuerdo,
me digo adiós
desde lo más recóndito,
pero sin alcanzar a ir muy lejos.
Escribo para no quedar
en medio de mi carne,
para que no me tiente el centro,
para rodear y resistir,
escribo para hacerme a un lado,
pero sin alcanzar a desprenderme.

De lunes todo el año, 1992.


Leopoldo de Luis

Los Derechos Humanos: Mujer orando en todos los credos, de José Vela Zanetti

Para el cordobés Leopoldo de Luis (1918-2005), la poesía es “respirar por la herida”. Sus versos son de corte clásico y temática social. Perteneció a aquella juventud que en la inmediata posguerra “estimó que no era justo cultivar una poesía de refinamiento y lujo verbal ignorando el sufrimiento y la represión”.

LAS PALABRAS SON VUESTRAS: LAS HICISTEIS…

Las palabras son vuestras: las hicisteis
para mí con el barro y la esperanza,
con el dolor, con el amor de todos
los días. Las palabras
con que ahora puedo yo ordenar mi mundo,
ponerme en claro con mí mismo, manan
de antiguas fuentes vuestras. Fuisteis rocas
abiertas para el agua
al toque milagroso. Ahora las tomo
como herencia sagrada.
Con ellas voy a edificar un hueco
de luz, una ventana
donde asome la pobre vida muda,
la vida ciega. Muda y ciega estaba
la vida. Cada hombre fue añadiendo
una voz, una luz. Ahora se alza
la mía. Temerosamente tomo
mi turno. Casi nada
puedo añadir, ¿acaso
este humano dolor tiene importancia?
¿No es como otros, como todos?
Esta menuda y encendida lava
del pequeño volcán oculto
en mi pecho ¿no se repite en cada
hombre? Yo he de añadir ahora
teñida de mi sangre una palabra
al tronco vivo de la voz que espera
los sucesivos brotes de mañana.
Y me paro a escuchar: el tiempo,
aire de oscuras ráfagas,
pasa arrancando llanto o música
de mi pequeña rama.

Juego limpio, 1961.