Anacleto Olo Mibuy

Fusión tribal al ritmo de tambores, de Eva Alcaide

Con el título de Gritos de libertad y de esperanza, reunió en 1987 sus poemas más significativos el antropólogo guineano Anacleto Olo Mibuy (1951), impulsor de la identidad bantú y propagador del afroiberoamericanismo. Su obra expresa el sufrimiento de su pueblo bajo el azote de una dictadura cruel.

LA VOZ DE LOS OPRIMIDOS

Mis poesías serán leídas un día,
debajo de mis árboles,
sin techos ni barnices de aire.

Será la vieja acurrucada
con su cestón de memorias iletradas.

Leerán los árboles fingidos
de muertos injustos,
y la tierra se moverá espesando
la melancolía de un nuevo sol.

En las tumbas se alzarán
esqueletos de negros invisibles
sentados en su banco de condenados.

Entonces mi poesía acusará
pondrá en cada boca de hueso, la sentencia
y el látigo macabro de penitencia.

Se levantarán todos los muertos
y los huérfanos tullidos de miseria;
algún dedo de papel aplastado
señalará entre los vivos de la historia
el asesino de la Libertad.

Allí se leerá mi poesía fúnebre
y mis líneas de Libertad cruel,
cantarán las gestas sepultadas
en cada flor y en cada árbol.

Muertos y vivos de corazón arañado
de cualquier negra injusticia,
mis poesías llamarán a la resurrección
con la voz de los que no la tuvieron,
con la voz de los oprimidos.

Antología de la literatura guineana, 1984.


Alberto Luis Ponzo

Paisaje con red, de Manuel Claro Bettinelli

La poesía del argentino Alberto Luis Ponzo (1916) huye del retoricismo y de los excesos sentimentales. Se caracteriza por el lenguaje claro y terso y el tono reflexivo.

OFICIO

Escribo con el tiempo
con el fuego en los dedos
sobre el muro del día.

Escribo cuando duermo y no me escuchan
escribo para despertar
escribo dando vueltas como un pájaro
escribo en el aire y en la tierra.

Escribo porque no tengo otro lugar
porque mis hijos me preguntan
escribo para contestarles
para mirarlos diariamente.

Escribo con los brazos que encuentro
escribo para el mundo que no encuentro.

Escribo
para no repetirme.

A puertas abiertas, 1969.


Manuel Ruiz Amezcua

Rosas y rejas, de José Luis Resino

Para el poeta jiennense Manuel Ruiz Amezcua (1952), la gran poesía es la que nos entrega “el núcleo de la condición humana, su verdad intemporal: su resistencia al tiempo y al olvido”. Alejado de modas y grupos, en su obra no están reñidos la intensidad dramática y el rigor técnico.

ESCRIBIR SOBRE COSAS…

Escribir sobre cosas
que no tienen sentido,
que nunca lo tuvieron
y que no lo tendrán jamás.

Conformar el destino
que no nos pertenece
y arañar el amparo
de la inutilidad.

Saber que todo llega muy deprisa
para quien no cree en nada
y se olvida de todo,
lo que está violentado
y lo que no.

Empezar y no acabar nunca nada
y volver a empezar
sabiendo que nunca nada encierra nada
y que nada tiene sentido
salvo el tiempo en su destrucción.

Consumirse despacio
y vivir rodeado
de la más absoluta negación.

Ver la eterna necesidad de todo
y alzar en las palabras
la única salvación.

Donde la huida, 2001.


Clarinda

La Coronación de la Virgen, de Bernardo Bitti

En 1608 se publica en Sevilla el Discurso en loor de la poesía, un arte poética en verso, compuesta por una poeta anónima del Virreinato del Perú, a la que se conoce como Clarinda. A la moda italianizante se acoge este poema en tercetos en alabanza del “metrificar dulce y sabroso”.

DISCURSO EN LOOR DE LA POESÍA

(FRAGMENTO)

Después que Dios con brazo poderoso
Dispuso el caos y confusión primera,
Formando aqueste mapa milagroso;

Después que en la celeste vidriera
Fijó los signos, y los movimientos
Del Sol compuso en su admirable esfera;

Después que concordó los elementos
Y cuanto en ellos hay, dando preceto
Al mar que no rompiese sus asientos;

Recopilar queriendo en un sujeto
Lo que criado había, al hombre hizo
A su similitud, que es bien perfecto.

De frágil tierra y barro quebradizo
Fue hecha aquesta imagen milagrosa,
Que tanto al autor suyo satisfizo;

Y en ella con su mano poderosa
Epilogó de todo lo criado
La suma, y lo mejor de cada cosa.

Quedó del hombre Dios enamorado,
Y diole imperio y muchas preeminencias,
Por Vicediós dejándole nombrado.

Dotole de virtudes y excelencias,
Adornolo con artes liberales,
Y diole infusas por su amor las ciencias.

Y todos estos dones naturales
Los encerró en un don tan eminente,
Que habíta allá en los coros celestiales.

Quiso que aqueste don fuese una fuente
De todas cuantas artes alcanzase,
Y más que todas ellas excelente;

De tal suerte, que en él se epilogase
La humana ciencia, y ordenó que el darlo
A solo el mismo Dios se reservase;

Que lo demás pudiese él enseñarlo
A sus hijos, mas que este don precioso
Sólo el que se lo dio pueda otorgarlo.

¿Qué don es éste? ¿quién el más grandioso
Que por objeto a toda ciencia encierra,
Sino el metrificar dulce y sabroso?

El don de la poesía abraza y cierra,
Por privilegio dado de la altura,
Las ciencias y artes que hay acá en la tierra.

Ésta las comprehende en su clausura,
Las perfecciona, ilustra y enriquece
Con su melosa y grave compostura.

Y aquel que en todas ciencias no florece,
Y en todas artes no es ejercitado,
El nombre de poeta no merece.

Y por no poder ser que esté cifrado
Todo el saber en uno sumamente,
No puede haber poeta consumado.

Pero serálo aquel más excelente
Que tuviere más alto entendimiento,
Y fuere en más estudios eminente.

1608. Incluido en los preliminares de la Primera parte del Parnaso Antártico, de obras amatorias, de Diego Mejía.


William Carlos Williams

La obra del estadounidense William Carlos Williams (1883-1963) trata de los entresijos de la vida urbana en Norteamérica. Formalmente, sus poemas se caracterizan por la brevedad, el uso del verso libre y la sencillez. Williams huyó de las grandes abstracciones para ahondar en lo concreto, en las sensaciones.

A MANERA DE CANCIÓN

Que la culebra aguarde
bajo el yerbal
y la escritura sea
de palabras, lentas rápidas, prontas
al ataque, quietas en la espera,
insomnes.
—por la metáfora reconciliar
gente y piedras.
Componer. (No ideas:
cosas.) ¡Inventa!
Saxífraga es mi flor y abre
rocas.

La cuña, 1944. Traducción de Octavio Paz