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María Sanz

Cubículo IV, de Bernardo Torrens

La poesía de la sevillana María Sanz (Sevilla, 1956) se nutre de la emoción contemplativa y de la capacidad de la palabra para evocar sensaciones. Música y pintura, naturaleza y vida, se funden en sus poemas.

ALGUIEN QUE NO SOY YO

Alguien que no soy yo lleva la cuenta
de las horas felices, de las tardes
en que tuvo al amor como aliado,
de las noches libradas cuerpo a cuerpo.

Alguien que no soy yo sale de casa
y rompe sus cadenas, como aquellos
que, tras cumplir con su dolor, un día
cualquiera se fugaron de la muerte.

Ese alguien eleva
su corazón al cielo;
abarca el horizonte
y elige su destino,
aunque al final se interne
dentro de mí y escriba.

Paseo de los magnolios, 19956.


A. E. Housman

Bañistas, de Henry Scott Tuke

La poesía del inglés Alfred Edward Housman (1859-1936) combina la pureza clásica de la forma con una amarga inspiración romántica. El amor a los muchachos, la fugacidad de la vida y del goce, y la crítica al puritanismo son algunos de los ejes temáticos de sus poemas, epigramáticos y sentenciosos.

DICEN QUE ES TRISTE MI POESÍA, NO ME EXTRAÑA…

Dicen que es triste mi poesía, no me extraña.
Su estrecha medida abarca
lágrimas de eternidad y de pena.
No mías, sino del hombre.

Esto es para los enfermos,
los no nacidos, los nunca llegados,
para que ellos lean cuando sientan las angustias
que yo ya no sienta.

Otros poemas, 1936. Traducción de Juan Bonilla.


Julio Correa

Dos mujeres, de Lilí del Mónico

Julio Correa (1890-1953) es considerado el dramaturgo de mayor influencia del teatro paraguayo. Su poesía rechaza el retoricismo y está al servicio de las causas sociales.

NO CANTÉIS MÁS, POETAS, VUESTRA VIEJA CANCIÓN…

No cantéis más, poetas, vuestra vieja canción,
de los dulces amores y de la vieja pena,
con las puerilidades de la «dura cadena»
que un Cupido de palo os ató al corazón.
Dejad a un lado los jardines,
a los viejos poetas del Trianón y Versalles,
con las cursilerías de Pierrots, Arlequines,
princesas y pastores de los floridos valles.
Volad a las calles
y con los adoquines
formad las barricadas heroicas del Derecho.
Es ahora la hora
de presentar los pechos
a la ametralladora
y de morir deshechos
vengando los agravios,
el himno de los libres en los labios,
crispadas o cerradas en puños vuestras manos,
golpeando la frente sucia de los tiranos.

No cantéis más, poetas, vuestras viejas canciones,
cuando a las libertades se oponen las murallas
de crimen y mentira;
y son vuestros señores los ladrones,
e impera la canalla
más ignara y más vil,
abandonad la lira
y empuñad el fusil.

Cuerpo y alma, 1945.


Rogelio Buendía

Palomas, de José Caballero

La poesía del onubense Rogelio Buendía (1891-1969) se inicia en el Modernismo y a continuación recorre las más variadas tendencias de la poesía de la generación del 27: ultraísmo, neopopularismo, gongorismo y surrealismo.

LA POESÍA DE LO DESCONOCIDO

¡Oh, la dulce delicia de lo incógnito
que se esfuma en las calles y en los campos!

¡Oh, el anhelar saber quién es la dama
que cerca de nosotros ha pasado,
oliendo a violetas o a caléndulas
o al perfume fragante de los nardos!

Delicia del anónimo inocente
que sin querer firmarse está firmado.
al hablar de unos celos y un amor,
por una temblorosa y blanca mano.

Curiosidad ingenua que tenemos
por unos ojos y un perfil románticos…

Pensamiento infantil de nuestra mente
al escuchar de noche ciertos pasos,
que nos hacen rezar estremecidos,
creyéndolos de brujas y de trasgos.

Música que se queda en la memoria,
sin que sepa quién la habrá engendrado…

Versos que yerran por nuestro cerebro
y que locos acuden a los labios,
sin que jamás se sepa quién los hizo
sonar a río y a trascender a prado…

Carreta que se oculta en la vereda
de rosas y de lirios del ocaso,
sin dejar más que surcos paralelos
que acabarán no se sabe dónde y cuándo.

¡Poesía sagrada de lo incógnito,
tienes tú para mí todo el encanto
de lo que se ha tenido y que se va,
y de lo que se espera y no ha llegado!

«Cancionero de paz», en Del bien y del mal, 1913.


Enrique Fierro

Remolinos, de Osvaldo Paz

El poeta uruguayo Enrique Fierro (1942) manifiesta en sus versos la desconfianza en el lenguaje para rescatar la verdadera naturaleza de la realidad. Formalmente, se caracteriza su poesía por una extrema reducción verbal.

PALABRAS PARA P(L)ACER PALABRAS

recorrer el campo de palabras
anterior a la escritura ¿no es
anterior a la escritura?
mirar el mar a mares de palabras ¿no es
anterior a la escritura?
dicen que no que no es
anterior a la escritura dicen
que la palabra no es
anterior a la escritura por
eso después no nos vimos
allí no en otra parte aquí
y nos vimos antes y para siempre
no nos vieron ni los vimos
¿que no hay lo que hay antes?
sólo hay el salto mortal que es
el principio del fin del placer
anterior a la escritura no hay
placer sólo hay
palabras para p(l)acer palabras

Escrito en México, 1974-84.