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Rodrigo Lira

Sin título, de Samy Benmayor

La poesía del chileno Rodrigo Lira (1949-1981) se caracteriza por la introducción del habla y de lo coloquial en el discurso poético, el humor negro y la intertextualidad.

SERMÓN DE LOS HOMBRECITOS MAGENTAS

para D. T
el burro y la muerte se desnudan

No te olvides del lector, po
po
Poe
ta: el lector de poesía
es el más exigente inteligentísimo
culto preparadísimo!
La poesía no es para cualquiera y no
cualquiera escribe al óleo con el pincel
de Francis Bacon. Reconoce el límite de tus
posibilidades. Limítate a la acuarela,
en tus comienzos. Abocetea, con
delicadeza. Filtra, tamiza,
depura. Explora tu veta
sin brocear tu mina.
El sonido está en
la letra. La voz, el escritor, se te da por
añadidura.
No recargues. Nada de volteretas
de volatinero, rien de pirotecnia.
La torta de letras no precisa crema.

No pulses tu lira por monedas de oro o
bronce (proverbio japonés)

Habrás de tomar en cuenta
lo de siempre: la Luna las flores la muerte
la tristeza. La doble articulación,
el inasible equilibrio entre vómito
y estilo, las mujeres de palabras (la Diosa),
las Musas las figuras los recursos: lo
de Siempre, en odres otros. Medita
tus versos siete veces, y tu Verbo
cuarenta veces siete. Suma dos
más dos; descuenta
el IVA!

Proyecto de obras completas, 1984.


Francisco Gálvez

El otro lado, de Eduardo Gruber

La poesía de Francisco Gálvez (Córdoba, 1945) profundiza en la naturaleza transitoria de la realidad: pretende revelar aquello que se oculta tras la apariencia de uniformidad con que esa realidad se viste.

SOBRE LA PROPIA OBRA

Como hoja deshojada en el olvido,
como agua que escapa y humedece,
nada más allá del silencio ya escrito
en las páginas en blanco de la poesía.
Cada obra tiene su signo y a veces
su pasión insustituible.

Santuario, 1986.


Francisco Amighetti

Niños con bodegón de bananos, de Francisco Amighetti

Francisco Amighetti (1907-1998), poeta y pintor costarricense, universalizó en sus versos y en sus lienzos la vida de provincia. Su lenguaje, adusto y sencillo, nos alerta sobre los cauces por donde discurre la vida.

EL POEMA

El poema es una línea
que rige las montañas, desdibuja las manos
y se hace río.
Es una bandera que el viento ha devorado sobre el mar,
o lleva un niño en una fiesta patria.
El poema es una fruta,
se aspira como flor y se ve como cuadro.
Es la geometría metiéndose en el tallo
y organizando la dirección de las hojas
en proporciones áureas.
Y el poema es también
la noche de la ventana
en donde el ruiseñor de una constelación canta.
Si la poesía está afuera hecha paisaje
o hecha mujer
es porque la llevamos en la sangre.
El poema es un hilo de seda
que sale del corazón a sujetar las cosas,
y retenerlas en el instante
en que cruzan de la luz a la sombra.

Poesía, 1983.


Anna Ajmátova

Retrato de Anna Ajmátova, de Natan Altman

Anna Ajmátova (1889-1966) es una de las fundadoras del acmeísmo, movimiento poético ruso que reaccionó contra la vaguedad y el misticismo decadente del simbolismo, a favor de las imágenes concretas y la realidad inmediata.

LA MUSA

Cuando aguardo su llegada por las noches,
pareciera que la vida pende de un cabello.
¿Qué son los honores, la juventud, la libertad,
ante la dulce huésped con su flauta en la mano?

Y entra, me mira fijamente
y me quita la manta.
Le digo: “¿Fuiste tú quien dictó a Dante
las páginas del Infierno?” Y responde: “Yo”.

La caña, 1924-1940. Traducción de Belén Ojeda.


Luis Alberto de Cuenca

La dama del minino, de Jesús Lapuente

En la poesía de Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950), desde la ironía o la gravedad, una lengua poética limpia y precisa saca de la anécdota y la reflexión cotidianas registros y fulgores imaginativos en los que alientan el mito, el misterio, la realidad oscura de los sueños y los referentes culturales más diversos.

ADVERTENCIA AL LECTOR

Oyendo a Dinah Washington –son las diez de la noche
de un veintitrés de octubre–, se me ocurre decirle
al presunto lector de mi «literatura»
que procure evitarla como se evita a un huésped
molesto –un erudito, una rata en el baño–,
y que si, por alguna razón que se me escapa,
quiere seguir leyendo, que entienda lo que lee
como lo que es: un grito (o un susurro) de angustia
y soledad.

Por fuertes y fronteras, 1996.