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Aníbal Núñez

Abrazo de dos ausentes, de Eduardo Naranjo

El poeta salmantino Aníbal Núñez (1944-1987) huyó del confesionalismo, buscando una poesía que se atuviera al lenguaje, que renovase la fantasía o la crónica con un previo compromiso con la palabra instrumental.

ARTE POÉTICA

Comenzar: las palabras deslícense. No hay nada
que decir. El sol dora utensilios y fauces.
No es culpable el escriba ni le exalta
gesta o devastación, ni la fortuna
derramó sobre él miel o ceguera.

Escribe al otro lado del exiguo gorjeo,
a mano. Busca en torno (fruta, lápices) tema
para seguir. Y sigue –sabe bien que no puede-
haciendo simulacro de afición y coherencia:
la escritura parece (paralela, enlazada)
algo. Un final perdido lo reclama
a medias. Fulge el broche de oro en su cerebro,
desplaza al sol extinto,
toma forma –el escriba cierra los ojos- de
(un moscardón contra el cristal) esquila.

Un rebaño invisible y su tañido escoge
entre símbolos varios del silencio; e invoca:
«Mi palabra no manche intervalos de ramas
Y de plumas: no suene.» Terminar el poema.

Cuarzo, 1988.


Ernestina de Champourcín

Parejas en un café, de Pere Pruna

La alavesa Ernestina de Champourcín (1903-1999) cultivó una poesía intimista en torno al amor humano y al divino, bajo la influencia de Juan Ramón Jiménez y San Juan de la Cruz. Concibió el poema como un medio de introspección en el que el yo se encuentra, a la vez, con Dios, con los otros y consigo mismo.

DESHOJÉ LA FLOR DE MIS RIMAS…

Deshojé la flor de mis rimas
en el triste jardín de las almas.

Entre oros de lluvia, el ocaso
deshacía unas nubes de plata,
y en el bosque otoñal una estrella
derramaba
su quieta esperanza.
Había almas oprimidas y rotas
por luchar entre falsas batallas;
almas frías desnudas de ensueño,
almas débiles que el mundo captara;
casi todas enfermas de hastío,
casi todas llorando olvidadas.
Para ellas, poetas sin liras,
perfumé de piedad mis palabras;
para ellas tejí las quimeras
de una dicha imposible y extraña,
y sembré de ideales la noche,
para que ellas pudieran cantarla…

Deshojé la flor de mis rimas
en el triste jardín de las almas…

«Acordes nocturnos, IX», En silencio, 1926.


Montserrat Abelló

El Tiempo y Virginia Woolf, de Roser Bru

La poesía de Montserrat Abelló (Tarragona, 1918-2014) se caracteriza por el verso corto, las imágenes sugerentes, el tono incisivo y un cuidado ritmo interno. El amor, la soledad, el paso del tiempo y la misma creación poética son sus temas más habituales.

EN UNA CRIBA…

En una criba
lanzo palabras.
Las más bellas
nunca podré tenerlas.
Por siempre perdidas
entre las finas mallas
de la vida.

Larga como un hilo, la aguja
de puntada áspera, insegura.
Coso esperanzas muertas
en sacos extraños, manchados,
de formas alargadas.

Vida diaria, 1963. Traducción de Neus Aguado.


Roque Dalton

Nuestramérica, reflexiones de identidad, de Romeo Galmadéz

La poesía del salvadoreño Roque Dalton (1935-1975) se caracteriza por el contenido político y la experimentación a partir de los recursos de la narrativa, el periodismo y otros discursos no poéticos.

POR QUÉ ESCRIBIMOS

Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.

Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

La ventana en el rostro, 1962.


José Santos Chocano

La patria, de Teodoro Núñez Ureta

El peruano José Santos Chocano (1875-1934) ambicionó convertirse en el poeta de América. La geografía y la naturaleza americanas son cantadas en sus versos con todos los excesos retóricos del modernismo exteriorista más grandilocuente.

BLASÓN

Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical…

Cuando me siento Inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el Coloniaje,
parecen mis estrofas trompetas de cristal…

Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el León, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
¡y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador!

Alma América, 1906.