José Cereijo

Luz cenital, de Josep Cisquella

La poesía del pontevedrés José Cereijo (1957) se caracteriza por la expresión de inquietudes existenciales, el uso de una lengua poética precisa y natural y cierto clasicismo ético y formal.

EXEGI MONUMENTUM…

Me divierte la idea de imaginar la gloria
bajo la forma de una vieja estatua
en un rincón cualquiera (deyecciones
de infrecuentes palomas, y hasta quizá la inútil
sabiduría de algún erudito local,
más oscuro aún que yo, por único homenaje):
apreciable metáfora del modo
en que nos trata el tiempo,
reafirmando con ello su antigua, y merecida,
reputación de justo.
No me divierte menos sospechar que es probable
el que no exista nunca –salvo en este poema,
que adquiere así la condición de un corte
de mangas al olvido, vanidoso
y enteramente inútil, por supuesto.
Lamento únicamente
la imposibilidad de que me inviten
no a la inauguración, tan banal y aburrida,
sino al comienzo de su deterioro
o de su muy probable inexistencia:
a eso, en cambio, sí que asistiría
–como único invitado, desde luego,
y, aunque esté mal decirlo (ya lo sé),
no enteramente a salvo del orgullo.

Las trampas del tiempo, 1999.


Eduardo Langagne

Casa de alegría, de Carlos Pellicer López

Eduardo Langagne (México, 1952) destaca entre los poetas de su generación por el concienzudo trabajo prosódico, aprendido en las formas clásicas, la vanguardia y la poesía contemporánea.

SEIS

y tú pensando que duerme el sustantivo
porque tropieza tu mirada en el poema
y lo observas escrito en el papel
y es más inofensivo que un alacrán sin cola
y no se ve la espuma que rabia por la boca
y lo arrinconas
en el sitio de las cosas desgastadas

entonces no puedes entender
si el sustantivo es hipócrita
o te faltó coraje para hacerlo vomitar
o si te mira con los ojos de animal desconocido
que te va carcomiendo poco a poco
o si ya te ha matado y tú aún no percibes
el olor desgarrado de tu entraña

«Números», en Donde habita el cangrejo, 1980.


Manuel de Cabanyes

Visión satírica del juicio final, de Eugenio Lucas Velázquez

El barcelonés Manuel de Cabanyes (1808-1833) planteó una poesía de espíritu romántico desde un clasicismo formal y temático. Defendió la independencia moral del poeta y ensayó nuevos metros, imitando ritmos propios de la métrica latina.

LA INDEPENDENCIA DE LA POESÍA

Eu nunca consenti que a minha lyra
fosse lyra de cortes:
a verdad, a so unica verdade
soube inspirar-me o canto.
FRANCISCO MANOEL

Como una casta ruburosa virgen
se alza mi Musa, y tímida las cuerdas
pulsando de su arpa solitaria,
suelta la voz del canto.

¡Lejos, profanas gentes! No su acento
del placer muelle corruptor del alma
en ritmo candencioso hará suave
la funesta ponzoña,

¡Lejos, esclavos! Lejos: no sus gracias
cual vuestro honor trafícanse y se venden;
no en sangri-salpicados techos de oro
resonarán sus versos.

En pobre independencia, ni las iras
de los verdugos del pensar la espantan
de sierva a fuer; ni, meretriz impura,
vil metal la corrompe.

Fiera como los montes de su Patria,
galas desecha que maldad cobijan:
las cumbres vaga en desnudez honesta;
¡mas guay de quien la ultraje!

Sobre sus cantos la expresión del alma
vuela sin arte: números sonoros
desdeña y rima acorde; son sus versos
cual su espíritu, libres.

Duros son, mas son fuertes, son hidalgos
cual la espada del bueno: y nunca, nunca
tu noble faz con el rubor de oprobio
cubrirán, madre España,

cual del cisne de Ofanto los cantares
a la reina del mundo avergonzaron,
de su opresor con el infame elogio
sus cuitas acreciendo.

¡Hijo cruel, cantor ingrato! El cielo
le dio una lira mágica y el arte
de arrebatar a su placer las almas
y de arder los corazones;

le dio a los héroes celebrar mortales
y a las deidades del Olimpo… El eco
del Capitolio altivo aun los nombres,
que él despertó, tornaba,

del rompedor de pactos inhonestos
Régulo, de Camilo, el gran Paulo
de su alma heroica pródigo, y la muerte
de Catón generosa.

Mas cuando en el silencio de la noche
sobre lesbianas cuerdas ensayaba,
en nuevo son, del triunviro inhumano
la envilecida loa;

se oyó, se oyó (me lo revela el Genio)
tremenda voz de sombra invincada
que: ¡Maldito, gritó, maldito seas,
desertor de Filipos!

Tan blando acento y a la por tan torpe
tuyo había de ser, que el noble hierro
de la Patria en sus últimos instantes

lanzando feamente,

¡deshonor!, a tus pies, hijo de esclavo,
confiaste la salud: ¡maldito seas!
Y la terrible maldición las ondas

del Tíber murmuraban.

Preludios de mi lira, 1833.


Humberto Díaz Casanueva

Vagabundo, de Enrique Zañartu

La poesía de Humberto Díaz Casanueva (Chile, 1906-1992), cercana al surrealismo, se caracteriza por la indagación en la condición humana, a través de un lenguaje hermético, con atrevidas imágenes y tono dramático.

FROTÁNDOME LIJA LEO UN MENSAJE HERIDO

(FRAGMENTO)

Yo no quiero escribir
Poemas
Sino salmodias
Emblemas
Tactos purificantes de
Signos
Rebosantes de silencio
Yo quiero escribir
Oralmente
Me pongo la boca
Desprendida de una Estatua
¡Habla oh escritura
Reconstituida!
Siento
Exhalaciones de
Lenguas
Encaramadas en el
Eco
Quiero emitir mi
Aliento
Chirriante de
Palabras
En el oído de un
Hombre
Que no se dé cuenta
No son palabras
Son raspaduras
Del ave del Agüero
Mis ojos son un poco
Táctiles
Mis manos se secan
En medio de
Sombrías acechanzas
Mis pies están
Envueltos en una
Telaraña que suena
Mi corazón sube y
Baja
En un agua dorada
Saboreándola
Hasta que aparece el
Bronce
Llamándonos /
Ahora
El viento tiene una
Pelambre fúnebre
Husmeo
Restos de hosannas
Mis sentidos
Ya no son
Puramente
Escamas de mi Ser
Los verídicos se
Asocian
Al habla secreta de
Las Quimeras
“Mira
Creo que he envejecido
Los hongos caminan
Sobre mi piel”
“Sí
Uno acaba por hartarse
De su propia
Agonía”
El agua produce
Negruras del
Olvido
El Tigre
Más y más rayas
A veces
Veo que la Luna
Tiene
Mis dos remos
Sólo he producido
Un torbellino de
Calaveras
En el corazón del
Hombre

El Hierro y el Hilo, 1980.


Lucrecio

Animales marinos, mosaico romano

De la naturaleza de las cosas es el único ejemplo de épica científica que nos ha llegado de la Antigüedad: expone la doctrina física del epicureísmo. Su autor, Tito Lucrecio (h. 99 a. C. – h. 55 a. C.), adaptó el metro latino a la divulgación científica, componiendo “versos claros sobre una cosa oscura”.

ESCUCHA LAS VERDADES QUE ME FALTA…

Escucha las verdades que me falta
hacerte conocer por modo claro.
Bien conozco que son bastante oscuras;
pero mi corazón ha sacudido
con fuerte tirso la esperanza grande
de gloria, y juntamente ha derramado
suave amor de las musas en mi pecho;
del que agitado con briosa mente
recorro los lugares apartados,
de las Piérides antes nunca hollados:
agrádame acercarme a fuentes puras,
y agotarlas bebiendo, y nuevas flores
agrádame coger para guirnalda
insigne con que ciña mi cabeza
de un modo que las musas a ninguno
hayan antes las sienes adornado:
primero, porque enseño grandes cosas,
de la superstición rompo los lazos
anudados que el ánimo oprimían
después, porque compongo versos claros
sobre una cosa oscura, realzando
con poética gracia mis escritos.
De la razón en esto no me aparto:
así, cuando los médicos intentan
hacer beber a un niño amargo ajenjo,
los bordes de la copa untan primero
con el licor de miel dulce y dorado,
para que, seduciendo y engañando
la impróvida niñez, hasta los labios
el amargo brebaje apure en tanto
y engañado no muera, sino que antes
convaleciendo así se restablezca;
del mismo modo, porque las más veces
parece trato yo de asuntos tristes
para aquellos que no han jamás pensado,
y que al vulgo disgustan de los hombres,
con el suave canto de las musas
quise explicarte mi sistema todo
y enmelarte con música pieria,
por si acaso pudiera de este modo
tenerte seducido con mis versos,
hasta que entera y fiel Naturaleza
sin velo ante tus ojos se presente.

De la naturaleza de las cosas, I, fragmento. Traducción de José Marchena.