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Dylan Thomas

And Death Shall Have No Dominion, de Ceri Richards (litografía inspirada en poema de Thomas con el mismo título)

El galés Dylan Thomas (1914-1953) posee un gran torrente verbal, en el que se perciben ecos de corrientes irracionalistas y de la poesía romántica inglesa.

EN MI OFICIO U HOSCO ARTE

En mi oficio u hosco arte
ejercido en la noche tranquila
cuando únicamente se enfurece la luna
y yacen los amantes en la cama
con todas sus tristezas en sus brazos,
trabajo junto a una luz que canta
no por ambición o pan
o vanidad o aplausos
en escenarios de marfil
sino por el más vulgar salario
de su más secreto corazón.

No para los orgullosos solitarios
de la luna enfurecida escribo
en estas páginas de espuma de mar
ni para los muertos celebérrimos
con sus salmos y ruiseñores
sino para los amantes, alrededor
sus brazos de las penas del tiempo,
que no paga salarios ni alabanzas
ni hace caso de mi oficio o arte.

Muertes y entradas, 1946. Traducción de Ángel Rupérez.


Benjamín Prado

La poesía del madrileño Benjamín Prado (1961), forjada en el ambiente granadino de la otra sentimentalidad, se caracteriza por su brillantez ingeniosa, su carácter narrativo y el gusto por la enumeración culturalista. La reflexión metapoética, la denuncia ecológica y política, los homenajes a los poetas y los músicos queridos son constantes temáticas de su poesía.

ROTO

Solo, en medio de todo;
estar tan solo
como es posible,
mientras ellos vienen
muy despacio,
se agrupan,
ponen su campamento,
invaden,
talan,
hunden,
derriban las palabras
una a una,
se reparten mi vida,
poco a poco,
levantan su pared
golpe a golpe.

Después se van;
se marchan
lentamente,
pensando:
–Nunca podrás huir de todo lo que has perdido.

Tal vez tengan razón.
Tal vez es cierto.

Pero llega otro día,
el cielo quema
su cera azul encima de las casas;
yo regreso de todo lo que han roto,
busco entre lo que tiene
su propia luz,
encuentro
la mirada del hombre que ha soplado unas velas,
el limón que jamás es parte de la noche;
ato,
pongo de pie,
reúno los fragmentos,
me convierto en su suma.

Y todo vuelve
otra vez;
las palabras
llegan donde yo estoy;
son las palabras
perfectas,
las que tienen
mi propia forma,
ocupan cada hueco
y cierran cada herida.
Las palabras que valen para hacer estos versos
y sentarse a esperar que regresen los bárbaros.

Todos nosotros, 1998.


Rogelio Echavarría

Retrato de mi hijo Sergio, de Samuel Muñoz

Rogelio Echavarría (Colombia, 1926) es uno de los precursores de una vertiente de la poesía colombiana que incorpora la realidad cotidiana y la autobiografía al poema con un lenguaje coloquial.

LUGAR COMÚN

Ya que no todos podemos ser
poetas
comprender lo sublime
o exaltar lo sencillo
hablemos francamente
confesemos nuestro fracaso
de hombres sin alas
de hojas muertas en el estío
nuestros empeños ciegos
sin metáforas vanas
nuestra identificación con todos
o con casi todos
y si alguien nos entiende
y fecunda nuestra impotencia
eso también es poesía
o por lo menos una gota
en la sed del infierno
cotidiano.

El transeúnte, 1947-2003.


Rafael Pérez Estrada

Eurídice en el tártaro de los infiernos, de Pedro Guajardo

La poesía del malagueño Rafael Pérez Estrada (1934-2000) se caracteriza por la pasión por destruir el estereotipo, lo repetido, y la aspiración a acceder a mundos desconocidos del sueño y el deseo y sumergirnos en lo sorprendente y maravilloso.

POÉTICA

Escribir o levitar.
El poema es sólo el espejismo del poema que soñamos.
Hondo, al final de la llaga está el poema.

El levitador y su vértigo, 1999.


Armando Ulloa

Papudo, de Augusto Barcia

El chileno Armando Ulloa (1899-1928) cantó el amor, el paisaje, el paso del tiempo, con tierna melancolía, en versos sencillos, armoniosos y clásicos.

PARA ESCRIBIR MIS VERSOS DIÁFANOS Y SENCILLOS…

Para escribir mis versos diáfanos y sencillos,
dos cosas sólo pido, con la humildad de un ciego:
un rincón que perfumen rosa, menta y tomillo
y –¡oh musa inolvidable!– soledad y sosiego.

Quiero que en ellos quede todo lo que fue mío,
la vida que renace con el primer retoño,
el sol que cubre de oro las mieses del estío,
los frutos del invierno y el vino del otoño.

Que viva en sus estrofas todo lo que florece,
el corazón cansado que se rejuvenece,
los sueños de la infancia que marchitó la edad.

Los árboles cargados de frutos esplendentes,
los pájaros, las flores, los bosques, las vertientes
y el alma melancólica de mi vieja heredad.

Poemas de la tierra y otros poemas, 1931, póstumo.