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José Hierro

José Hierro (Madrid, 1922-2002) señaló en su poesía dos caminos: el reportaje y la alucinación. El primero «trata, de una manera directa, narrativa, un tema». En el segundo «se habla vagamente de emociones» y «todo aparece como envuelto en niebla».

PARA UN ESTETA

Tú que hueles la flor de la bella palabra
acaso no comprendes las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua que corre transparente
no has de beber mis aguas rojas.

Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte –agua y fuego– hermanadas
van socavando nuestra roca.

Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras,
¡ay, palabras maravillosas!

Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa.

Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria.

Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río os vertéis en el mar
«que es el morir» dicen las coplas.

No has venido a poner orden, dique. Has venido
a hacer mole la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.

Quinta del 42, 1952.


Manuel del Cabral

La poesía del dominicano Manuel del Cabral (1907-1999) sigue dos direcciones: una exterior, preocupada por los problemas del continente americano; y otra esencial, en busca de las verdades últimas del ser.

POESÍA

Agua tan pura que casi
no se ve en el vaso agua.
Del otro lado está el mundo.
De este lado, casi nada…
Un agua pura, tan limpia
que da trabajo mirarla.

Tierra íntima, 1930-1954.


Eugenio de Nora

Anochecer, de Agustín Redondela

El leonés Eugenio de Nora (1923), uno de los cofundadores, en 1944, de la revista Espadaña, cultivó una poesía dramática, desgarrada, expresión de inquietudes existenciales y sociales. Sus versos giran en torno al amor, la muerte, la historia, la política y el deseo de trascender la dura condición humana.

OTRA VOZ

Durante tiempo y tiempo,
mirando a las estrellas, entre dulces muchachas,
flores azules, pájaros de colores,
y otras circunstancias así de tiernas y conmovedoras,
el poeta fue como un erguido girasol celeste,
deslumbrado en el vivo resplandor
de la lejana e impasible belleza.

Durante días y noches
tendió siempre a lo alto, clamó hacia lo imposible,
y se arrancó jirones de aquel manto divino,
cuidó bien esconderlos, como en un cofre repujado y hermético,
inviolables a fuerzas de espadas,
en artísticas rimas, en símbolos e imágenes
inaccesibles a la profanación bestial de las sedientas multitudes.

Mientras crujía espeso el huracán,
o caía, caía con suavidad la hermosa nieve,
tras los tibios cristales el poeta buscó algo que adecuar a su alma;
o en los atardeceres calurosos, de invencible pereza,
entonces, cuando los segadores encallecen las manos frente al trigo,
soñó quizás en los ojos oscuros
de mujeres que existen en islas del Océano.

Sí. Ciego, cruel, extático, su infantil mano puede
que alguna piedra avara y mágica, arrancara
de la profunda mina, algún tesoro inviolado.
¡Ciego! Sin oír, sin ver la Tierra,
poblada, sudorosa de hombres que ríen o sufren,
de tremendas criaturas amorosas o hambrientas,
injustas, criminales, o fracasadas, solas.

…Durante mucho tiempo. Hasta que un día,
la desnuda presencia de la muerte, de pronto,
abrió sus ojos.
¡Oh muerte bienhechora,
certidumbre única, luz bella y verdadera entre sueños que huyen!
¿Qué sería la vida si tu vino precioso
no infundiera valor, no le diera
rigidez de ya eterno
a cada fugitivo instante? ¡No, ya nunca,
nunca más, aterido por el claro lunar,
por el gentil atardecer o el majestuoso firmamento,
olvidará el poeta, rechazará a sus vivos y a sus muertos!

Abrió los ojos y vio al mundo terrible
de los hombres de carne, sólo eso:
dolor frente a la muerta.

Puesto que vano, vano, fútil y sin destino
es todo lo que fuera del hombre sucede, aunque la sombra
arrincone en lo anónimo tantas vidas oscuras:
¡Oh poeta, esclarece el Destino!
Húndete, arraiga hondo,
con los ojos abiertos, con el alma fundida
en la sangre, el anhelo, y la voz de los hombres.
Con la voz de los muertos,
y de todos aquellos que en silencio agonizan,
y de cuantos por siglos morirán sin hablar.

Cantos al destino, 1945.


Margarita Carrera

Lluvia, de Dagoberto Vásquez

La poeta y pensadora guatemalteca Margarita Carrera (1929) cultiva una poesía combativa y rebelde, en torno a los problemas sociales de Guatemala y la condición de la mujer.

POEMAS PARA ESTOS DÍAS DE SANGRE

III

Y luego
no digáis que enmudecí
de pavor
que me oculté
tras el cómplice velo
miserable
del silencio.

No. No lo digáis.
Que mi grito
denuncia
la cruel metralla
la tibia sangre envilecida
los destrozados cuerpos
mancillados.

Mi grito
en la mirada
en la palabra
en el alma.

Mi grito de espanto
compañero del tuyo
hermano.

Poemas de sangre y alba, 1969.


Celso Emilio Ferreiro

Cuento de ciegos, de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao

El orensano Celso Emilio Ferreiro (1914-1979) es el autor de uno de los más importantes poemarios en gallego de la posguerra: Longa noite de pedra (1962). En él, con un lenguaje desgarrado, directo, sarcástico a veces, se ocupa de los problemas de las gentes humildes de Galicia.

LA POESÍA ES VERDAD

Uno busca la verdad
por todos los caminos, bajo las piedras,
en las raíces oscuras de las miradas,
más allá de las espumas y de los crepúsculos.

Busco la verdad en ti, recia poesía
de los hombres que trabajan,
tacto real de las cosas
que están y son, aunque nadie las vea.
Hombre total,
que vas y vienes sin sombra por las calles
y tienes tu verdad en las cimas
del mundo, en lo profundo de la historia,
en la experiencia de un día cualquiera,
y no ves los pájaros ni las nubes
ni las remotas manos del viento suave
que acarician al mundo desde siempre.
Investiga la verdad de tu tiempo
y encontrarás tu poesía.

Larga noche de piedra, 1962. Traducción de Basilio Losada.