Etiqueta: XX

Pedro Gori

Palomas, de Enrique Bustamante

La poesía del peruano Pedro Gori (1934)  une pasión lírica y reflexión social en un intento de conjugar la poesía pura y la civil.

HABLANDO

Si leemos un poema
3 o 4 veces
las palabras se gastan.
Pero si lo dejamos
reposar
junto a un campo
de uvas,
se pone de pie
y nos embriaga
de nuevo:
soltando crepúsculos,
envolviendo mares,
disparando aviones
que dejan
una estela blanca,
otra veloz
y de color amarillo;
aviones que bajan
casi hasta la superficie
del mar
y del viento
los empuja de nuevo
hacia los cielos.
Es como aquel juego
de mi infancia
cuando salía
con mi carrete de hilo
buscando un campo de hierba
para volar mi cometa.
A veces
también la volábamos
en las calles
como si protestáramos.

En la lejanía más honda, 1964.


Efraín Huerta

Hombre contemplando, de Rufino Tamayo

La poesía de Efraín Huerta (México, 1914-1982) destaca por su variedad temática y la riqueza de registros expresivos. En sus versos de protesta civil o de exaltación erótica alcanza una asombrosa energía afirmativa.

LA ROSA PRIMITIVA

Escribo bajo el ala del ángel más perverso:
la sombra de la lluvia y el sonreír de cobre de la niebla
me conducen, oh estatuas, hacia un aire maduro,
hacia donde se encierra la gran severidad de la belleza.
Escribo las palabras y el penetrante nombre del poema,
y no encuentro razón, flor que no sea
la rosa primitiva de la ciudad que habito.

Nunca el poema fue tan serio como hoy, y nunca el verso
tuvo la estatura de bronce de lo que no se oculta.
Hacia el amor, las manos, y en las manos, gimiendo,
hojas de yerba amarga del pensamiento gris,
secas raíces de una melancolía sin huesos,
la danza del deseo muerto a vuelta de esquina
y un sollozo frustrado gracias a la ternura.
Hacia el amor, sonrisas, y en ellas, como almas,
el malogrado espíritu de un mensaje que un día
cobró cierta estructura, y que hoy, entorpecido,
circula por las venas.

Nunca digas a nadie que tienes la verdad en un puño,
o que a tus plantas, quieta, perdura la virtud.
Ama con sencillez, como si nada.
Sé dueño de tu infierno, propietario absoluto
de tu deseo y tus ansias, de tu salud y tus odios.
Fabrícate, en secreto, una ciudad sagrada,
y equilibra en su centro la rosa primitiva.
Al pueblo y a la hembra que enciendan cuanto hay en ti de hermoso,
y murmuren mensajes en tus oídos frágiles,
debes verlos con santa melancolía y un aire desdeñoso,
mandarlos hacia nunca, hacia siempre,
hacia ninguna parte…

Quédate con la rosa del calosfrío,
la rosa del espanto estatuario,
la inmaculada rosa de la calle,
la rosa de los pétalos hirientes,
la rosa-herrumbre del fiero desencanto,
la primitiva rosa de carne y desaliento,
la rosa fiel, la rosa que no miente,
la rosa que en tu pecho debe ser la paloma
del latido fecundo y el vivir con un pulso
de gran deseo hirviendo a flor de labio.

La rosa, en fin, de las espinas de oro
que nuestra piel desgarran y la elevan
hacia el sereno cielo de donde la poesía
nos llega mutilada, como ruinas del alba.

La rosa primitiva, 1950.


Heberto Padilla

Atado de memorias, de José Manuel Fors

Para el cubano Heberto Padilla (1932-2000), “la poesía debe ser, ante todo, comunicación”. Su libro Fuera del juego (1968) no contó con la aprobación del gobierno castrista y se convirtió en un test sobre los límites de la libertad de expresión en el régimen.

POÉTICA

Di la verdad.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida,
que te tumben a pedradas la puerta,
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.

Fuera del juego, 1968.


Antonin Artaud

La proyección del auténtico cuerpo, de Antonin Artaud

Antonin Artaud (1896-1948) fue uno de los principales miembros del grupo surrealista hasta su expulsión en 1926 por “desviacionismo literario”. En su obra literaria y en sus trabajos escénicos (es el principal teórico e impulsor del teatro de la crueldad), pretende destruir los valores culturales artificiales impuestos por siglos de dogmatismo racionalista.

POETA  NEGRO

Poeta negro, un seno de doncella
te obsesiona
poeta amargo, la vida bulle
y la ciudad arde,
y el cielo se resuelve en lluvia,
y tu pluma araña el corazón de la vida.

Selva, selva, hormiguean ojos
en los pináculos multiplicados;
cabellera de tormenta, los poetas
montan sobre caballos, perros.

Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
el cielo afluye a las narices
como azul leche nutricia;
estoy pendiente de vuestras bocas
mujeres, duros corazones de vinagre.

El ombligo de los limbos, 1925. Versión de Aldo Pellegrini.


Luisa Futoransky

Tal vez..., de Ana Fasano

La poeta argentina Luisa Futoransky (1939) es capaz de comunicar con nitidez paisajes interiores borrosos, a la vez que transmitir con inmediatez lo lejano.

LAS VÍCERAS DE DIOS

Sé que va a venir y me apresto para la batalla
te noto, vecindad del poema, te noto en las cosas que se alejan
en que todo puede postergarse menos esto
es esta habitación, es esta palabra
soy yo desde que he nacido
con cada una de las cicatrices que dejaron los rostros en mi vida
con cada uno de los días que no volverán a repetirse
cada palabra que se pronunció
y cada una que dejó de pronunciarse
todos los sueños olvidados
las remotas señales de la divinidad
las serpientes que a uno le devoran
o, en las grandes épocas de sol,
que uno suele devorar.

El poema, esta Gran Ópera donde no faltan las marchas triunfales
los puñales de hojalata
los anillos con fondo secreto para guardar el veneno
las traiciones
las pelucas
los sonámbulos
los divos
los dragones de cartón
los verdaderos dragones
los polifemos con su único ojo recién vaciado
deus ex machina
ven conmigo Dios a recorrer el mundo
ven a este cuarto
y te mostraré lo que es el poema.

Babel, Babel, 1968.