Categoría: II) Renacimiento

Miguel de Cervantes

Retrato de Miguel de Cervantes, por Juan de Jáuregui

Aunque Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) escribió miles de versos, la mayoría contenidos en sus comedias y en su novela pastoril La Galatea, su destino fue la novela. Es autor de un poema burlesco, Viaje del Parnaso, en el que comenta el estado de la poesía española y sus pretensiones literarias.

EL AUTOR A SU PLUMA

Pues veis que no me han dado algún soneto
que ilustre de este libro la portada,
venid vos, pluma mía mal cortada,
y hacedle, aunque carezca de discreto.

Haréis que excuse el temerario aprieto
de andar de una en otra encrucijada,
mendigando alabanzas, excusada
fatiga e impertinente, yo os prometo.

Todo soneto y rima allá se avenga,
y adorne los umbrales de los buenos,
aunque la adulación es de ruin casta.

Y dadme vos que este Viaje tenga
de sal un panecillo por lo menos,
que yo os lo marco por vendible, y basta.

Viaje al Parnaso, 1614.


Diego Hurtado de Mendoza

Santa Catalina, de Fernándo Yáñez de la Almedina

El poeta granadino Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575) cultivó al mismo tiempo la poesía tradicional y la italianista. Es autor de memorables redondillas y villancicos. Compuso el primer metasoneto de la literatura española.

PEDÍS, REINA, UN SONETO; YA LE HAGO…

Pedís, Reina, un soneto; ya le hago;
ya el primer verso y el segundo es hecho;
si el tercero me sale de provecho,
con otro verso el un cuarteto os pago.

Ya llego al quinto; ¡España! ¡Santiago!
Fuera, que entro en el sexto. ¡Sus, buen pecho!
Si del séptimo salgo, gran derecho
tengo a salir con vida de este trago.

Ya tenemos a un cabo los cuartetos;
¿Qué me decís, Señora? ¿No ando bravo?
Mas sabe Dios si temo los tercetos.

Y si con bien este soneto acabo,
nunca en toda mi vida más sonetos;
ya de este, gloria a Dios, he visto el cabo.


Juan de la Cueva

Los infantes don Felipe y doña Ana, de Juan Pantoja de la Cruz

El dramaturgo y poeta sevillano Juan de la Cueva (1543-1612) publicó en 1606 el Ejemplar poético, un tratado de preceptiva literaria en verso –lo componen tres extensas epístolas en tercetos encadenados–, que es la primera obra de esta naturaleza de nuestra literatura.

CUANTOS OIRÁN MIS LÁSTIMAS RIENDO…

Cuantos oirán mis lástimas riendo,
cuando más mi dolor les representen,
no dudo que en pláticas las cuenten
diferentes que yo las voy sintiendo.

Y sin considerar que estoy muriendo,
por devaneos míos las sustenten,
porque ajenas pasiones no se sienten,
si no es del que está en ellas padeciendo.

Al que sabe de amor las mías le ofrezco,
que el sabio puede mucho, aunque esté solo;
que no doy al vano vulgo mis querellas,

solo al que siente el mal que yo padezco.
Pues sola una centella, que da Apolo,
alumbra más que todas las estrellas.

Obras, 1582.


Fernando de Herrera

El caballero de la mano en el pecho, de El Greco

El sevillano Fernando de Herrera (1534-1597) es una de las cumbres de la lírica del siglo XVI, tanto en la poesía heroica, como en la amorosa, donde ofrece una delicada elaboración de temas petrarquistas.

SUAVE FILOMENA, QUE TU LLANTO…

SONETO XXVIII

Suave Filomena, que tu llanto
descubres al sereno i limpio cielo:
si lamentaras tú mi desconsuelo,
o si tuviera yo tu dulce canto,

yo prometiera a mis trabajos tanto,
qu’esperara al dolor algún consuelo,
i se movieran d’amoroso zelo
los bellos ojos cuya lumbre canto.

Mas tú, con la voz dulce i armonía,
cantas tu afrenta i bárbaros despojos;
yo lloro mayor daño en son quexoso.

O haga el cielo qu’en la pena mía
tu voz suene, o yo cante mis enojos
buelto en ti, russeñol blando i lloroso.

Algunas obras de Fernando de Herrera, 1582.


Gutierre de Cetina

Mujer desconocida, de Alonso Sánchez Coello

Gutierre de Cetina (h. 1514-h. 1554), poeta del Renacimiento español, escribió bajo la influencia de Ausías March, Petrarca y otros escritores italianos. El tema de la mirada y la belleza de los ojos le procuró algunas de sus composiciones más famosas.

ALMA DEL ALMA MÍA, ARDOR MÁS VIVO…

Alma del alma mía, ardor más vivo,
extremo de beldad única y rara,
ejemplo de valor por quien tan cara
la vida me es, de que antes era esquivo.

Fuera el decir cómo el concepto altivo
¡oh mi musa cruel!, menos avara
viérades, si en el mundo se os mostrara
cuanto de vos dentro del alma escribo.

Mas, ¿qué puedo hacer si amor me inspira?:
cantar vuestro valor alto y divino
al son desta vulgar, rústica lira.

No saber más mis versos de un camino:
esto me dicta aquél que a amar me tira,
por pensada elección, no por destino.