
Para el malagueño Francisco Ruiz Noguera (1951), el poema es resultado del “buceo en la memoria con las armas del lenguaje”. Su lírica entronca con la tradición simbolista: evocación, sugerencia y ritmo son los pilares sobre los que se asienta.
TIERRA DE NADIE
Un espacio entre brumas
donde apenas si vemos
el trazo del camino,
una brisa rizada
en un estanque quieto,
un rumor presentido
en el silencio hueco de la noche,
la ilusión engañosa
de un horizonte fijo:
es la tierra de nadie
que marca la frontera
entre nuestro propósito
y la página en blanco.
No siempre, para hollarla, la palabra
(ese afán desmedido
para balizar la nada)
es seguro astrolabio:
siempre queda lo incierto de la ruta,
así la sugerencia en el poema.
Simulacro de fuego, 1993.



