Categoría: Literatura hispanoamericana

Alberto Girri

Concepto espacial, de Lucio Fontana

Alberto Girri (Argentina, 1919-1991) huyó del confesionalismo, adoptando algunos de los presupuestos estéticos de sus admirados T. S. Eliot y E. Pound: la supremacía del poema sobre el poeta y el ocultamiento del yo poético. Entendió la poesía como una forma de conocimiento de la realidad.

ARTE POÉTICA

Un elemento de controversia
que nos lleve a lo paradojal
tras cada línea, cada pausa;
la ambigüedad a expensas de la convención.

Una premisa constante, la duda,
indagando en la realidad,
buscándola fuera del contexto;
la materia a expensas del lenguaje.

Una síntesis intransferible y bella
con ánimos, bestias, escrituras,
profanados sub specie aeternitatis;
la imaginería a expensas de tormentos.

Una teología creadora de objetos
que se negarán a ser hostiles a Dios.

La penitencia y el mérito, 1957.


Juan Cunha

Círculo incompleto, de Lincon Presno

La obra de Juan Cunha (Uruguay, 1910-1985) abarca audaces experimentos verbales, al mismo tiempo que afortunadas recreaciones de las formas más tradicionales. Su tema central es el de la nostalgia de la niñez perdida, el alejamiento del campo nativo y el encuentro doloroso con la ciudad hostil y dura.

TRANSFIGURACIÓN

Una rosa besé sobre el abismo
y caer la vi al punto, deshojada,
ante la inmensidad muda y dorada
y el infinito que óyese a sí mismo.

Mas su llama retuve y su guarismo!
Su perfume levanto hacia la nada.
Ya la forma terrestre fue olvidada.
Clave, símbolo y ley de mi ostracismo.

Hacia selladas soledades huyo!
Bajo lúcida comba sideral
una imagen de imagen restituyo…

¡Transfigurada ya la rosa, pura,
eleva su secreta arquitectura
exacta, firme ante el silencio astral!

3 cuadernos de poesía, 1937. Con el título de “Poética”, y algunas variantes, se incluye en 6 sonetos humanos (1948) y Hombre entre luz y sombra (1955).


Óscar Hahn

Anunciación, de Jorge Salas Ampuero

La poesía del chileno Óscar Hahn (1938), miembro de la generación literaria del 60, se alimenta de la lectura de los clásicos españoles, tanto como del lenguaje callejero del español de Chile. En sus versos hay un sostenido equilibrio entre lucidez y pasión.

INVOCACIÓN AL LENGUAJE

Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.
Ya me tienes cansado
de tanta esquividad y apartamiento,
con tus significantes y significados
y tu látigo húmedo
para tiranizar mi pensamiento.
Ahora te quiero ver, hijo de la grandísima,
porque me marcho al tiro al país de los mudos
y de los sordos y de los sordomudos.
Allí van a arrancarme la lengua de cuajo:
y sus rojas raíces colgantes
serán expuestas adobadas en sal
al azote furibundo del sol.
Con vos quería hablar, hijo de la grandísima.

Arte de morir, 1977.


Efraín Bartolomé

Mesa de trabajo, de Álvaro Santiago

La poesía del mexicano Efraín Bartolomé (1950) destaca por su perfección verbal y musical, pero sobre todo por la intensidad con la que celebra la naturaleza, el amor y las grandes emociones humanas.

LOS DONES

Todo me lo ha dado la Poesía:
el paisaje, la Luna, los vientres de las hembras más hermosas
dulcemente paridas por el húmedo vientre de la patria.

Todo me lo ha obsequiado:
la música más honda de la Música
y las huellas de oro
en el ojo de oro de la Imaginación.

Todo me lo ha ofrecido la Poesía.
Incluso las arterias del Tiempo
y el sentido del mundo (Ah… el sentido del mundo):
Nacimiento, Vida, Muerte, Amor
y Permanencia.

Todo me ha regalado la Poesía:
la Tierra, el Agua, el Fuego, el Viento,
la Mujer.

Ya apestaba el cadáver de la Razón.
Ya perfumaba el aire
el azahar de la Poesía
que me ha brindado todo:
mis bienes terrenales
y el Hambre que ha crecido
en el hombre que soy.

Todo me lo ha otorgado:
la manzana y el membrillo,
la sal y el ácido,
el bálsamo y la herida,
el ojo y el paisaje,
el olfato y el café.
Mi admiración por el Águila
y mi agradecimiento a la Lombriz

Todo me lo dio la Poesía:
el Sol, las flores, el Silencio y la Lluvia.

Y yo no supe qué hacer con todo aquello
además de asombrarme.

Y cantar.

Y agradecer.

Partes un verso a la mitad y sangra, 1997.


Octavio Armand

Bosque encantado, de Humberto Castro

La poesía de Octavio Armand (Cuba, 1946) toma como punto de partida “la insuficiencia, la aridez, la escasa posibilidad o la imposibilidad de decir”. La experimentación es la forma de asumir en sus versos esta crisis del lenguaje.

TENGO ALGO QUE DECIR ME DIGO

Tengo algo que decir me digo
Palabras que se disuelven en la boca
Alas que de repente son percheros
Donde el grito cae crece una mano
Alguien mata nuestro nombre en algún libro
¿Quién le arrancó los ojos a la estatua?
¿Quién colocó esta lengua alrededor del
Llanto?

Tengo algo que decir me digo
Y me hincho de pájaros por fuera
Labios que caen como espejos Aquí
Allá adentro Las distancias se reúnen
Este norte o este sur son un ojo
Vivo alrededor de mí mismo
Estoy aquí allá entre peldaños de carne
A la intemperie
Con algo que decir me digo.

Entre testigos, 1974.