Bosque encantado, de Humberto Castro

La poesía de Octavio Armand (Cuba, 1946) toma como punto de partida “la insuficiencia, la aridez, la escasa posibilidad o la imposibilidad de decir”. La experimentación es la forma de asumir en sus versos esta crisis del lenguaje.

TENGO ALGO QUE DECIR ME DIGO

Tengo algo que decir me digo
Palabras que se disuelven en la boca
Alas que de repente son percheros
Donde el grito cae crece una mano
Alguien mata nuestro nombre en algún libro
¿Quién le arrancó los ojos a la estatua?
¿Quién colocó esta lengua alrededor del
Llanto?

Tengo algo que decir me digo
Y me hincho de pájaros por fuera
Labios que caen como espejos Aquí
Allá adentro Las distancias se reúnen
Este norte o este sur son un ojo
Vivo alrededor de mí mismo
Estoy aquí allá entre peldaños de carne
A la intemperie
Con algo que decir me digo.

Entre testigos, 1974.