Categoría: VIII) Contemporáneos

Ana Merino

7 moscas y un vestido, de Amparo Sard

En la poesía de Ana Merino (Madrid, 1971) se funde la memoria y la imaginación, la cotidianidad y el misterio, lo real y lo onírico. La perplejidad ante la vida y el paso del tiempo, las mudanzas de la identidad, la vulnerabilidad del ser humano… son temas nucleares en su poesía.

EL INVENTOR DE LAS METÁFORAS…

El inventor de las metáforas
se parece al duende de los gatos
metiéndose a media noche
por la boca abierta de los niños
para fabricar sus sueños con pesadillas.

El inventor de las metáforas
saborea con su lengua pegajosa
cada llanto infantil
arañando las sábanas.
Y los niños sudorosos
se abrazan a la almohada
e intentan descifrar
la forma de su angustia.

El inventor de las metáforas
siembra una semilla venenosa
que germina en poema
o agoniza en locura después de muchos años.

La voz de los relojes, 2000.


Juan Bonilla

Rooms, de Dionisio González

La poesía de Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966) transmite, con aparente desenfado, meditaciones profundas sobre la vida cotidiana y su falta de sentido, sobre la pérdida del amor, sobre la muerte… La ironía, el ingenio, los guiños a otros autores están muy presentes en sus versos.

LA AMBICIÓN DE GOTTFRIED BENN

Con un poema devolver a las tabernas al alcohólico
que hubiera prometido no probar nunca jamás el vino.
Con un poema hacer sentir el síndrome
de abstinencia a quien se hubiera jurado
no volver a inyectarse ni una gota de heroína.
Con un poema erguir en las entrañas de un amante
la certidumbre de que se destruye
cada vez que el amor le roba un gesto.
Con un poema hacer abandonar toda esperanza
a quienes sueñan con un mundo mejor.

Buscaba ese poema Gottfried Benn al final de su vida
y por fortuna para todos no consiguió encontrarlo.
Pero latiendo en su fracaso aún podemos oír ese rumor:
la poesía se propone pronunciar una verdad intolerable,
si sus palabras no te alcanzan de una manera física
–puñetazo en el hígado, en los labios mordisco, un vértigo en los ojos–
entonces no es más que onanismo.

El belvedere, 2002,


José María Álvarez

Adán y Eva, de Ferran García Sevilla

José María Álvarez (Cartagena, 1942) es uno de los más destacados representantes de la estética novísima. Su poesía, llena de citas literarias y de todo tipo de referencias culturales, pretende ser un compendio de toda la belleza del mundo.

EN LA ESTANCIA DE ORO

    « –Magnífico caviar
–Sólo compro de esturiones felices»
DE UNA PELÍCULA
                «Entonces enloquecimos»
              ARTHUR RIMBAUD

El Otoño se extiende suntuoso
sobre París. Imposible substraerse
al célebre alarde: ese alma noble
misteriosamente indescifrable
del poeta, que siente
con suma intensidad el deslumbramiento
de esta visión sublime.
Bajo la lluvia brilla el oro viejo
de una tarde arrogante. Qué notable
excitación, qué grato asombro.
Tan elegante, o más, que ese ámbito excelso
el ánima del vate, fastuosa, divina,
trata de hallar metáfora eminente
que por los siglos de los siglos
recreando esta hora, maraville
por su exquisita inteligencia y lucimiento
sin distinción de clases, razas, lenguas.
Inefable el enigma, sin embargo
nuestro querido amigo no se topa
la clave del portento. Desespera;
busca afanosamente en los recursos
de su arte sagaz: todo es inútil.
Demasiada Belleza. Hasta medita
en un suicidio que vincularía
su nombre a ese titánico aspaviento
del artista moderno, loco, muerto
en pos de la expresión inasequible.
Por fin, más moderado,
más cuerdo y tolerante,
recuerda que tampoco es para tanto,
y regresa a su casa, lee a Plutarco
y deja que su carne se macere
solitaria ante el mundo y sus ilustraciones.

Museo de cera, 2002.


Francisco José Cruz

Frenhofer, de Miki Leal

En la poesía del sevillano Francisco José Cruz (1962) predomina la expresión directa, irónica y reflexiva. El poema se convierte en una crónica lúcida de la realidad.

EL TRAVIESO

Siempre hay que recordarle al poema
que tiene que ayudarnos a escribirlo.
Su carácter ausente casi nunca
colabora con la necesidad
de decir que tenemos.
Él tiene la manía incorregible
de no expresar lo que pensamos,
de proponernos otras cosas
e incluso, con frecuencia, de callarse.

Por esto, debemos obligarlo
a escuchar cada palabra que decimos
—si es posible en voz alta—
hasta que consigamos que se siente
en la arena remota de algún folio
y con sus dedos de aire vaya haciendo
el dibujo preciso de la voz.

El poema no aguanta aquí sentado
y a los pocos renglones ya desobedece,
trazando con los pies
los garabatos que le van saliendo
a la vez que se acerca hasta la orilla
del folio y allí naufraga,
como un niño advertido del peligro
que implica no hacer caso a quien lo cuida.

Maneras de vivir, 1997.


Ramón Irigoyen

Sin título, de Carlos Alcolea (Serie Greta Garbo. Desnudo en la piscina)

Ramón Irigoyen (Pamplona, 1942) es, además de un excelente traductor de poesía griega moderna, uno de los poetas más personales de la generación del 70. Sus versos son una crónica audaz e insolente de su tiempo.

ARTE POÉTICA

Every poem an epitaph
ELIOT

Un poema si no es una pedrada
–y en la sien–
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en una sien
y ya hay un muerto.

Cielos e inviernos, 1979.