Categoría: Literatura cubana

Octavio Armand

Bosque encantado, de Humberto Castro

La poesía de Octavio Armand (Cuba, 1946) toma como punto de partida “la insuficiencia, la aridez, la escasa posibilidad o la imposibilidad de decir”. La experimentación es la forma de asumir en sus versos esta crisis del lenguaje.

TENGO ALGO QUE DECIR ME DIGO

Tengo algo que decir me digo
Palabras que se disuelven en la boca
Alas que de repente son percheros
Donde el grito cae crece una mano
Alguien mata nuestro nombre en algún libro
¿Quién le arrancó los ojos a la estatua?
¿Quién colocó esta lengua alrededor del
Llanto?

Tengo algo que decir me digo
Y me hincho de pájaros por fuera
Labios que caen como espejos Aquí
Allá adentro Las distancias se reúnen
Este norte o este sur son un ojo
Vivo alrededor de mí mismo
Estoy aquí allá entre peldaños de carne
A la intemperie
Con algo que decir me digo.

Entre testigos, 1974.


Nicolás Guillén

La silla, de Wilfredo Lam

La poesía del cubano Nicolás Guillén (1902-1989), de hondas raíces populares, gira en torno al tema de la negritud y, más adelante, al de los problemas sociales del continente americano.

ELEGÍA MODERNA DEL MOTIVO CURSI

No sé lo que tú piensas, hermano, pero creo
que hay que educar la Musa desde pequeña en una
fobia sincera contra las cosas de la Luna,
satélite cornudo, desprestigiado y feo.

Edúcala en los parques, respirando aire libre,
mojándose en los ríos y secándose al sol;
que sude, que boxee, que se exalte, que vibre,
que apueste en las carreras y que juegue hand ball.

Tú dirás que el consejo es pura «pose», ¿no es eso?
Pues no, señor, hermano. Lo que ocurre es que aspiro
a eliminar el tipo de la mujer-suspiro,
que está dentro del mundo como un pájaro preso.

Por lo pronto, mi musa ya está hecha a mi modo.
Fuma. Baila. Se ríe. Sabe algo de derecho,
es múltiple en la triste comunidad del lecho
y dulce cuando grito, blasfemo o me incomodo.

Por otra parte, cierro mi jardín de tal suerte
que no hay allí manera de extasiarse en la Luna.
(Por la noche, el teatro, el cabaret, o alguna
recepción…) Y así vivo considerado y fuerte.

Poemas de transición, 1927-1931.


Eugenio Florit

El joven intelectual, de Marcelo Pogolotti

El hispano-cubano Eugenio Florit (1903-1999) cultivó un lenguaje depurado y sereno, apegado a la tradición del Siglo de Oro español, a la vez que enraizado en la cultura cubana.

A MI MANO

(Casi soneto)

Aquí te ves, con tus cinco puntas
anoche flojas sobre la almohada,
y este minuto las cinco juntas
sobre la letra recién creada.

Sobre la letra que se derrama
como una luces de alas difusas
y que se enfocan para su drama
a cada golpe con que las usas.

Pinta las buenas, las elocuentes;
di las palabras como las sientes;
clava las letras según las viste,

para que al menos cuando te mueras
dejes al mundo, de lo que eras,
las formas fijas de lo que fuiste.

1950.


José María Heredia

Paisaje con río, de Esteban Chartrand

José María Heredia (Cuba,1803-México,1839) es el máximo exponente del aliento inicial del romanticismo en Hispanoamérica por su exaltación imaginativa y su apasionado modo de ver y sentir la naturaleza.

RENUNCIANDO A LA POESÍA

Fue tiempo en que la dulce poesía
el eco de mi voz hermoseaba,
y amor, virtud y libertad cantaba
entre los brazos de la amada mía.

Ella mi canto con placer oía,
caricias y placer me prodigaba,
y al puro beso que mi frente hollaba
muy más fogosa inspiración seguía.

¡Vano recuerdo! En mi destierro triste
me deja Apolo, y de mi mustia frente
su sacro fuego y esplendor retira.

Adiós, ¡oh Musa! que mi gloria fuiste:
adiós, amiga de mi edad ardiente:
el insano dolor quebró mi lira.

1823.


Fina García Marruz

Cuatro mujeres en azul, fondo naranja, de Cundo Bermúdez

La poesía de la cubana Fina García Marruz (1923), miembro destacado del grupo Orígenes, se centra en tres temas fundamentales: lo cubano, la memoria y la religiosidad católica. Su poesía es una indagación en los valores culturales y éticos universales.

SI MIS POEMAS…

Si mis poemas todos se perdiesen
la pequeña verdad que en ellos brilla
permanecería igual en alguna piedra gris
junto al agua, o en una verde yerba.

Si los poemas todos se perdiesen
el fuego seguiría nombrándolos sin fin
limpios de toda escoria, y la eterna poesía
volvería bramando, otra vez, con las albas.

Visitaciones, 1970.