Tomás Morales

Mediodía, de Néstor

Al poeta grancanario Tomás Morales (1884-1921) le debemos uno de los más importantes libros del posmodernismo español, Las rosas de Hércules (1919; 1922), en el que cantó con brillantez léxica y musicalidad orquestal la grandeza del océano.

LA ESPADA

A Santos Chocano

Yo he forjado mi acero sobre el yunque sonoro,
al musical redoble del martillo potente;
y he adornado, en mis noches de trabajo paciente,
con líricos emblemas su cazoleta de oro.

Su rica empuñadura vale todo un tesoro,
y su hoja, fina y ágil, pulida y reluciente,
al girar en el aire vertiginosamente,
brilla al sol con la ráfaga fugaz de un meteoro…

Yo quise que en mi verso, como en mi espada, hubiera
románticos ensueños y cánticos triunfales
–la gloria por escudo y el amor por cimera–

como aquellos famosos hidalgos medioevales,
que acoplaban los hilos de una gentil quimera
al épico alarido de las trompas marciales…

Las rosas de Hércules, 1919; 1922.


Esteban Manuel de Villegas

Primavera, de Francisco Barrera

El riojano Esteban Manuel de Villegas (1589-1669) publicó sus poesías en 1618 con el título de Eróticas o amatorias. Sus imitaciones de Anacreonte iniciaron una moda que tendría su apogeo en el siglo XVIII.

DE LA LIRA

Quiero cantar de Cadmo,
quiero cantar de Atridas:
mas ¡ay! que de amor solo
sólo canta mi lira.
Renuevo el instrumento,
las cuerdas mudo aprisa;
pero si yo de Alcides,
ella de amor suspira.
Pues, héroes valientes,
quedaos desde este día,
porque ya de amor solo
sólo canta mi lira.

Eróticas o amatorias, 1618.


Diana Lichy

Variación 1, de Francisco Bellorín

La reflexión sobre la creación poética es uno de los principales temas en la poesía de la venezolana Diana Lichy (1960), junto al amor y la ecología.

AL PRINCIPIO CAEN DISPERSAS…

Al principio caen dispersas
gotas errantes
para formar
un nuevo diluvio

las palabras
que

se huelen
se tocan
se buscan

como animales en celo

caníbales
se devoran unas a otras

como jauría
resuenan dentro de mí

Solitario oficio de horas desnudas, 1993.


José María Muñoz Quirós

Sin título, de Chema Madoz

José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957) expresa en versos sobrios, profundos, sus inquietudes metafísicas en torno al tiempo, la memoria, la soledad.

CARTA

padre, perdóname, no haré más versos.
OVIDIO

Padre, perdóname, no haré más versos,
aunque me hunda en el vano vacío
de no existir, y muera, como pájaro
enjaulado en su cárcel a la que tanto ama
y de la que nunca pensó que escaparía.
Padre, perdóname, no haré más versos,
ni soñaré que algo no tangible me salude
cuando despierto, cuando sólo es de día
para los que tienen oficio más decente.
Perdóname. Los versos sólo pueblan
escaparates de nostalgia, luz oscura
y veneno tan agrio como un beso
premiado por ser dócil, por ser siempre
sólo uno más en el cubil del mundo.
Padre, perdóname. No haré más versos.

Quince años no es nada, 1997.


Carlos Germán Belli

Despertar, de Enrique Galdós Rivas

El peruano Carlos Germán Belli (1927) combina el lenguaje clásico con expresiones coloquiales y temas contemporáneos. De su poesía, dice Vargas Llosa que es “difícil, melodramática, de un narcisismo negro, impregnada de extraño humor, cáustica, cultísima”.

OH HADA CIBERNÉTICA

Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas del día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mi cuerpo.

Dentro y fuera, 1960.